Es mucho lo que está en juego para los trabajadores en Estados Unidos, el Medio Oriente y el resto del mundo en apoyar la batalla inconclusa de Israel para derrotar a Hamás y a Hezbolá de una vez por todas. Y en prevenir que el reaccionario régimen capitalista de Irán adquiera armas nucleares y las utilice para aniquilar a Israel, lo que representaría un nuevo Holocausto.
La lucha contra el odio a los judíos es inseparable de la lucha de la clase trabajadora por su propia emancipación. El odio a los judíos y los pogromos son parte integral de las convulsiones sociales y guerras permanentes de la época imperialista. Siempre que la clase capitalista siente que su dominio está amenazado, recurre a fuerzas tipo nazi y su ideología antijudía para tratar de aplastar al movimiento obrero. Ésta es la lección del ascenso de Adolf Hitler y del Holocausto.
Esto plantea claramente la necesidad de que los trabajadores y los sindicatos se unan a las luchas actuales contra todo acto de persecución o agresión a los judíos, o intento de usarlos como chivos expiatorios dondequiera que surjan.
Hoy esa lucha se centra en Israel, el único país del mundo que ofrece incondicionalmente un refugio contra el odio a los judíos y los pogromos, y lo defiende con las armas en la mano. Esto merece el apoyo incondicional de la clase trabajadora y los sindicatos.
La defensa de Israel se ve debilitada por el hecho de que es un país capitalista y depende del respaldo del imperialismo norteamericano. Como todas las potencias imperialistas “democráticas”, los gobernantes capitalistas norteamericanos consideran que en su impulso primordial de promover sus intereses económicos, políticos y militares los judíos son prescindibles.
La profundización de la confrontación en el Medio Oriente es inevitable. El actual alto el fuego entre Hamás e Israel es inherentemente inestable mientras siga sin resolverse el conflicto entre Israel y Hamás y Hezbolá. Hamás se originó a partir de fuerzas que colaboraron antes y durante la Segunda Guerra Mundial con los nazis de Hitler, tratando de extender el Holocausto en Europa al Medio Oriente y el norte de África.
Fiel a su carta fundacional, que llama a masacrar a los judíos, Hamás realizó el peor pogromo desde el Holocausto el 7 de octubre de 2023.
La semana pasada, antes de liberar a cuatro rehenes israelíes como parte del alto el fuego, Hamás los hizo desfilar frente a un cartel que celebraba orgullosamente su pogromo. Hamás pretende utilizar el alto el fuego para reconstruir sus capacidades militares y reclutar más matones dispuestos a ser “mártires” en la lucha para aniquilar al pueblo judío.
Hamás y Teherán reciben el respaldo político de la izquierda de clase media de todo el mundo, incluidos varios partidos estalinistas. Hamás depende del apoyo de instituciones imperialistas como las Naciones Unidas y de gobiernos capitalistas de la región. Encubren sus orígenes nazis y sus verdaderos objetivos, y demonizan y sancionan a Israel.
Sólo la clase trabajadora puede liderar una lucha para acabar con el odio a los judíos. La batalla de Israel está en la primera línea de esta lucha hoy.
Al hacer y defender la Revolución Rusa de 1917, V.I. Lenin y el Partido Bolchevique dirigieron a los trabajadores para hacerle frente y derrotar al régimen zarista y a las fuerzas reaccionarias que cometían pogromos contra los judíos. Los bolcheviques organizaron a millones de trabajadores y campesinos para tomar el poder político en sus propias manos, sacar a Rusia de la carnicería de la Primera Guerra Mundial y poner fin a la explotación capitalista.
“Los pogromos contra los judíos son fatales para los intereses de la revolución de trabajadores y campesinos”, afirmaba una resolución escrita por Lenin y aprobada por el nuevo gobierno obrero. “Instruye a todos los diputados soviéticos a que tomen medidas intransigentes para arrancar de raíz el movimiento antisemita”. Y eso fue lo que los bolcheviques dirigieron a los trabajadores a hacer. Esta es la continuidad en que el Partido Socialista de los Trabajadores se ha educado.
La construcción de partidos que lideren la lucha para derrocar el régimen capitalista y establecer el poder obrero —en Estados Unidos, el Medio Oriente y en todo el mundo— es el único camino para acabar con el odio a los judíos para siempre.