Editorial

Crisis capitalista genera guerras. ¡Apoye la soberanía de Ucrania!

24 de marzo de 2025
Padres de estudiantes en primer día escolar en Járkiv, Ucrania, 2 de sept. de 2024. “Escuelas búnker” especialmente construidas para proteger niños de bombardeos rusos contra civiles.
AP/Andrii MarienkoPadres de estudiantes en primer día escolar en Járkiv, Ucrania, 2 de sept. de 2024. “Escuelas búnker” especialmente construidas para proteger niños de bombardeos rusos contra civiles.

El orden mundial imperialista que Washington ha dominado desde que emergió como el vencedor de la Segunda Guerra Mundial está siendo sacudido por la feroz competencia entre los gobernantes capitalistas rivales por mercados, materias primas y por una mayor porción de la riqueza producida por el pueblo trabajador del mundo.

Estas rivalidades —que son parte integra del funcionamiento del capitalismo— impulsan los conflictos comerciales, las tensiones nacionales, el ascenso de grupos fascistas y la amenaza de una Tercera Guerra Mundial. Y por lo tanto plantean cuestiones políticas vitales para la clase trabajadora.

Por más de tres años el presidente ruso Vladímir Putin ha desatado contra Ucrania la guerra terrestre más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El sangriento intento de aplastar al pueblo ucraniano y apoderarse de sus recursos para la clase dominante de Rusia se ha topado con la valiente resistencia del pueblo trabajador.

Hay mucho en juego para los trabajadores en Estados Unidos y en todo el mundo en apoyar incondicionalmente la lucha del pueblo ucraniano para defender la soberanía de su país.

Los gobernantes capitalistas de Estados Unidos y de otras potencias imperialistas “democráticas” están impulsando una perspectiva de clase opuesta. Cada uno esta empleando las posibles negociaciones para poner fin a la guerra, para imponer sus propios intereses económicos y políticos, y para ganarle la partida a sus rivales. La soberanía ucraniana no les importa en lo más mínimo.

El presidente Donald Trump y el vicepresidente JD Vance usaron su reunión con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski para avanzar en su giro hacia la formación de un bloque con Moscú para defender mejor los intereses de Washington. Las reprimendas que normalmente se esconden en reuniones a puertas cerradas fue vista por todo el mundo.

Estas agudas diferencias son una reflexión de las tensiones nacionales más amplias que sacuden el orden mundial, aceleradas por los dos eventos decisivos recientes, la invasión de Ucrania por Moscú y luego el pogromo de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023, respaldado por Teherán.

“Estoy alineado con los Estados Unidos de América”, no con Kiev o Moscú, Trump le dijo a Zelenski. Su predecesor, Joseph Biden, tenía exactamente la misma perspectiva.

Trump busca reavivar las relaciones con Moscú negociando la “paz” en Ucrania bajo condiciones aceptables al régimen expansionista de Putin. Tal solución contiene las semillas de conflictos futuros.

Después del choque, los jefes de gobiernos en Europa colmaron a Zelenski con abrazos y besos en una cumbre en Londres el 2 de marzo. Lo hicieron por las mismas razones que Trump lo reprendió, para tratar de impulsar sus propios intereses imperialistas.

Las potencias capitalistas más débiles, como Francia y el Reino Unido, dependen del poderío militar de Washington para mantener la estabilidad en el continente. Tienen la esperanza de convencer a los gobernantes capitalistas norteamericanos de que garanticen la defensa de Ucrania contra más incursiones de Moscú. Sobre todo tienen la esperanza de defender sus propios intereses, contra Washington, Moscú y entre sí mismos.

Zelenski había viajado a la Casa Blanca con la esperanza de que el imperialismo norteamericano le proporcionara una fuerza militar para garantizar la defensa de Ucrania a cambio de concederle a Washington un lucrativo acuerdo minero, lo que le permitiría a los capitalistas estadounidenses apropiarse de una gran parte de los recursos minerales críticos de Ucrania. Según Trump, esto es “compensación” por la ayuda militar y financiera que Washington ha brindado. Luego, el 3 de marzo Trump suspendió la ayuda militar a Ucrania para intentar obligar a Zelenski a ceder a sus demandas, que según él serían en pos de garantizar la “paz”.

El giro de Washington hacia Moscú tiene como objetivo frenar los crecientes vínculos entre Moscú y Beijing. Los gobernantes capitalistas norteamericanos consideran la creciente influencia económica y militar de Beijing una amenaza a sus intereses en el Pacífico, Sudamérica y mundialmente. Unos vínculos más estrechos con Moscú podrían abrir la puerta a que Washington comprometa a los gobernantes rusos a cooperar con su intervención en otras partes del mundo, incluso en la imposición de una estabilidad favorable para sus intereses imperialistas en el Medio Oriente.

Trump afirmó que las objeciones de Zelenski a un acuerdo con Moscú eran el obstáculo a la paz. Dijo que el presidente ucraniano estaba “jugando con la Tercera Guerra Mundial”.

Pero son los gobernantes norteamericanos y de las potencias capitalistas rivales los que han acelerado los preparativos para más guerras desde que comenzó la invasión de Moscú, incluyendo la expansión de la alianza de la OTAN liderada por Washington en Europa. El Partido Socialista de los Trabajadores exige el retiro de todas las fuerzas y armas nucleares norteamericanas de Europa.

El aliado más importante de los trabajadores ucranianos son los trabajadores de Rusia que también se enfrentan al régimen de Putin, que los utiliza como carne de cañón y ataca sus libertades políticas. Las sanciones norteamericanas contra Rusia afectan más duro al pueblo trabajador de ese país y deberían suspenderse de inmediato.

La clase trabajadora, en alianza con otros productores explotados, es la única fuerza capaz de prevenir otra guerra imperialista tomando el poder de manos de los capitalistas guerreristas. Para hacer esto posible es necesario construir un partido, como el que forjaron los bolcheviques bajo V.I. Lenin durante la Revolución Rusa de 1917, y para organizar a millones de trabajadores para poner fin a la explotación y unirse a la lucha por un mundo socialista, cambiando el curso de la historia.

Este es el curso que sigue el Partido Socialista de los Trabajadores.