EDITORIAL

Vía obrera para detener las guerras imperialistas

2 de junio de 2025

Los gobernantes capitalistas en Europa celebraron recientemente el “Día de la victoria en Europa”, que marca el fin de la segunda guerra mundial imperialista. Al mismo tiempo —junto con Washington, Beijing, Japón, Moscú y decenas de otras potencias— están empeñados en fortalecer su poderío militar preparándose para masacres más sangrientas.

Estos eventos celebraron la Segunda Guerra Mundial como una guerra de “democracia” contra fascismo. Pero todos los gobernantes capitalistas compartían el mismo objetivo: expandir su control sobre recursos, mercados y ganancias a expensas de sus rivales. En la época del imperialismo, a medida que la crisis capitalista se profundiza y la polarización de clases se agudiza, sectores de la clase dominante volverán a recurrir a matones fascistas para proteger su dominio depredador. Perseguirán a judíos, sindicalistas, comunistas: cualquiera que se interponga en su camino.

La Segunda Guerra Mundial fue una guerra interimperialista entre los gobernantes de Londres, Washington y sus aliados, contra los gobernantes de Alemania, Italia y Japón. Los trabajadores no tenían nada en juego en esa lucha por la repartición del mundo para el saqueo y el lucro.

También fue una guerra para intentar revertir las conquistas de la revolución liderada por los bolcheviques en Rusia —por muy distorsionadas que estuvieran por el control estalinista— y restaurar la explotación capitalista. Y fue una guerra en la que los pueblos oprimidos de India, China y otras partes del mundo colonial lucharon por su liberación nacional aprovechando el conflicto.

A medida que se desarrolló la guerra, los trabajadores de todo el mundo procuraron impulsar sus propios intereses contra los de sus gobernantes capitalistas, ya fuera en países imperialistas “democráticos” o bajo régimen fascista.

Antes, durante y después de la guerra, continuó la lucha para ganar luchadores de la clase obrera al curso político revolucionario liderado por León Trotsky, quien defendió el programa obrero de V.I. Lenin y los bolcheviques opuesto a la contrarrevolución llevada a cabo por José Stalin en la Unión Soviética. Trotsky logró conservar la continuidad con Lenin y los bolcheviques, y construir partidos comunistas a nivel mundial ante la traición de las luchas revolucionarias en Alemania, España y otros lugares por parte de Stalin.

Lejos de celebrar la victoria de Washington al final de la guerra, el Militante del 18 de agosto de 1945 declaró: “¡NO HAY PAZ! ¡Solo el socialismo mundial puede salvar a la humanidad de la aniquilación atómica en otra guerra imperialista! ¡Trabajadores de Estados Unidos! ¡Deben tomar el poder en sus propias manos!”

Hoy, el Partido Socialista de los Trabajadores continúa avanzando en esta trayectoria para forjar partidos comunistas en Estados Unidos y en todo el mundo, que estén fogueados y arraigados en la clase trabajadora y sean lo suficientemente fuertes como para liderar al pueblo trabajador a realizar revoluciones socialistas. Ese es el único camino que puede impedir que Washington y otras potencias imperialistas arrastren a la humanidad hacia el fascismo y una tercera guerra mundial.

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