SAN LEANDRO, California — La masacre de más de 1,200 hombres, mujeres y niños en Israel el 7 de octubre cometida por los escuadrones de la muerte de Hamás, el grupo terrorista islamista respaldado por Teherán que gobierna Gaza, fue un momento decisivo en la lucha de clases.
La masacre y la respuesta israelí han provocado un debate entre los sindicalistas sobre qué posición deben tomar los sindicatos sobre la guerra para defender el derecho de Israel a existir como refugio para los judíos.
Bajo el impacto de las guerras actuales y la profundización de la crisis económica, millones de trabajadores en todo el mundo están siendo atraídos a la política. Los dirigentes de los sindicatos automotriz UAW, de trabajadores postales APWU y de electricistas UEW han respaldado los llamamientos a un alto el fuego permanente, señalando el creciente número de muertos en Gaza.
Varios cientos de personas asistieron a la manifestación “Trabajadores por Palestina” en Oakland el 16 de diciembre. Una declaración de los organizadores pidió un alto el fuego, el fin de la ayuda de Washington a Israel y “el fin de la ocupación israelí”, para todos los efectos, una demanda a que Israel deje de existir.
“Estoy en contra de tal alto el fuego porque significa que Hamás continuará existiendo, continuará atacando a los judíos y continuará tratando de destruir a Israel”, le dije a Abel Albor, un compañero de trabajo en la fábrica de chocolate donde trabajo. Somos miembros del Local 125 del sindicato de trabajadores de panadería BCTGM. “Algunos dicen que Israel es responsable de las muertes de civiles en Gaza, pero Hamás utiliza a los palestinos como escudos humanos”.
“Hamás se esconde detrás de mujeres y bebés”, asintió Albor. “Hay que derrotarlos”.
Eric Simpson, miembro del Partido Socialista de los Trabajadores, también trabaja en la planta. Hemos estado presentando a nuestros compañeros de trabajo la posición del partido de que los sindicatos deben combatir el odio a los judíos y oponerse a Hamás.
“Los sindicatos no deberían tomar ninguna posición”, me dijo la delegada sindical Joann Velásquez.
“Yo creo que es importante que el movimiento obrero se oponga a la destrucción de Israel”, dije. “Los sindicatos lucharon contra el odio a los judíos en Estados Unidos en los años 30”. En Minneapolis, los dirigentes de los Teamsters iniciaron una guardia de defensa para proteger a las líneas de piquetes y a los sindicalistas de los Camisas Plateadas, un grupo fascista antisindical y antijudío que contaba con el respaldo de algunos de los patrones de la ciudad. “Hoy el movimiento sindical debería defender el derecho de Israel a existir”.
“Cuando alguien te ataca, tienes que luchar”, dijo Velasquez.
Simpson y yo hablamos con Martha Bautista, una aprendiz de operadora de maquinaria, sobre cómo la formación de Israel se volvió inevitable tras la traición de las luchas revolucionarias en Europa en los años 30 por parte de los partidos estalinistas. Esas luchas podrían haber llevado a los trabajadores al poder, pero su derrota hizo que los nazis pudieran tomar el poder. Además, Washington y Londres se negaron a permitir la entrada al flujo de refugiados judíos que buscaban escapar del Holocausto, la masacre de 6 millones de judíos.
“¿Por qué Estados Unidos rechazó a los judíos?” preguntó ella.
“Los gobernantes multimillonarios de este país tenían cuotas para los inmigrantes judíos, incluso cuando los nazis intensificaron la incineración de los judíos”, respondí. “Y solo les importan sus ganancias, no los seres humanos. El Partido Socialista de los Trabajadores exigió que Washington abriera sus puertas a los judíos”.
Le dije al operador de maquinaria Seng Saeliew que algunos participantes me habían abucheado en una reciente reunión pública del Concejo Municipal de Berkeley cuando hablé en contra de los llamados a un alto el fuego como candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para el Congreso.
“Muchos jóvenes que apoyan la lucha palestina apoyan a Hamás”, dijo Saeliew. “Se creen la mentira de que es una organización de liberación. Es todo lo contrario”.
Un mecánico argelino, que es bereber, una nacionalidad oprimida del norte de África, le dijo a Simpson que se opone a Hamás debido a su propia amarga experiencia con similares corrientes islamistas represivas en Argelia.
El movimiento obrero necesita su propia política exterior. Los sindicatos no tienen ningún interés en pedir el fin de la lucha contra Hamás. La derrota de Hamás abrirá un espacio político para los trabajadores, ya sean palestinos, judíos o cristianos, y para el pueblo trabajador de todas las nacionalidades y religiones en el Medio Oriente, creando mejores condiciones para construir luchas unidas contra las clases explotadoras y los gobiernos que les sirven.
El odio a los judíos será la bandera de los grupos reaccionarios a los que recurren los gobernantes capitalistas para tratar de aplastar a los sindicatos, como lo hicieron en la Alemania de Hitler en los años 30. Los ataques fascistas contra los judíos iban de la mano con los ataques contra los trabajadores, los sindicatos y los partidos revolucionarios de la clase trabajadora.
La construcción de sindicatos que puedan luchar contra los ataques patronales se fortalece cada vez que los trabajadores se enfrentan y luchan contra las fuerzas que intentan utilizar el odio a los judíos aquí o en otras partes del mundo.