Las autoridades israelíes están preparando una ofensiva para eliminar el último bastión que le queda a Hamás —Rafah, cerca de la frontera entre Egipto y Gaza— después de asestar importantes golpes a la estructura de mando del grupo, el cual cuenta con el respaldo de Teherán, y a sus bases subterráneas en la ciudad de Gaza y Jan Yunis.
Demostrando que el imperialismo norteamericano no es amigo de los trabajadores —ni judíos ni palestinos— la Casa Blanca sigue presionando a Israel para que reduzca sus operaciones y acepte un alto el fuego que dejaría intacto al reaccionario grupo islamista. El presidente Joseph Biden afirmó que la ofensiva planeada por Israel en Rafah —esencial para desmantelar al grupo— era “exagerada”.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, afirmó que la ofensiva “no es algo que apoyaríamos”, fingiendo preocupación por el millón y medio de palestinos en el área. Los funcionarios israelíes dicen que tienen la intención de evacuar de Rafah a los habitantes de Gaza.
La verdadera preocupación de Washington es imponer la estabilidad que necesita para mantener el lugar de los gobernantes capitalistas de Estados Unidos como potencia dominante del mundo y promover sus propios intereses económicos y políticos frente a sus rivales en la región.
Los acontecimientos que se están produciendo en Israel y en general en el Medio Oriente desde que Hamás, respaldado por Teherán, organizó el pogromo asesino contra judíos el 7 de octubre han afectado profundamente a la política mundial. Se necesitan acciones para luchar contra el odio a los judíos y por el derecho de Israel a defenderse por parte de los trabajadores y los sindicatos de todo el mundo.
“Aquellos que dicen que bajo ninguna circunstancia debemos entrar en Rafah, básicamente están diciendo que perdamos la guerra”, declaró el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a ABC News el 11 de febrero.
Los medios liberales en Estados Unidos están llenos de artículos que describen el sufrimiento del pueblo de Gaza. Pero no ofrecen ninguna explicación sobre las causas de las terribles condiciones que existen allí: las acciones de Hamás, no las de Israel.
Hamás violó el alto el fuego existente con Israel el 7 de octubre, masacrando a 1,200 personas, hiriendo a más de 5 mil y tomando más de 240 rehenes, la mayor masacre de judíos desde el Holocausto nazi.
Casi tres cuartas partes de los asesinados en Israel eran civiles. Los escuadrones de la muerte entrenados y financiados por Teherán violaron y mutilaron a mujeres, torturaron a muchas de sus víctimas y mataron a familias enteras. También mataron al menos a 24 árabes, 39 trabajadores agrícolas tailandeses y 10 nepaleses, y a cuatro trabajadores de cuidados a domicilio filipinos, así como a africanos y camboyanos, por el “crimen” de tener relaciones amistosas con judíos.
Hamás aún mantiene a más de 100 rehenes. Sus aliados, Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen y fuerzas en Iraq y Siria, lanzan misiles contra Israel y llevan a cabo ataques en otros lugares a diario.
Hamás crea ‘mártires’ civiles
La ofensiva israelí ha descubierto la enorme telaraña de túneles de Hamás por toda Gaza y ha proporcionado pruebas irrefutables de cómo el grupo de odio antijudío pone deliberadamente a civiles en peligro para crear “mártires” y tratar de ganarse simpatía en el extranjero.
A diferencia de Hamás, que deliberadamente ataca a civiles, los líderes israelíes son reacios a lanzar operaciones que podrían causar importantes bajas civiles. Por eso Hamás coloca sus centros de mando y almacenes de armas debajo de casas, escuelas, mezquitas y hospitales, para utilizar a los civiles palestinos como escudos humanos.
Hamás podría poner fin inmediatamente a la guerra en Gaza liberando a todos los rehenes restantes, evacuando todos los túneles y entregando a los organizadores del pogromo del 7 de octubre.
Pero Hamás no tiene ningún interés en la paz con Israel. Dice repetidamente que su objetivo es llevar a cabo ataques como los del 7 de octubre “una y otra vez”.
Oficiales del ejército israelí llevaron a periodistas a un recorrido por una operación de alta tecnología de Hamás directamente debajo de la sede de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de Naciones Unidas (UNRWA) en el exclusivo barrio de Rimal en la ciudad de Gaza. La entrada al túnel que conduce al centro subterráneo estaba situada debajo de una escuela de la UNRWA.
En el interior había seis filas de gabinetes para servidores con estantes de computadoras. Aunque las líneas hasta los paneles eléctricos de la entrada procedían directamente de la sede de la ONU, los funcionarios de la ONU fingen que no sabían que los túneles estaban allí.
La ONU ha sido cómplice de Hamás por mucho tiempo. Las escuelas que la agencia dirige en Gaza adoctrinan a los niños para que luchen por expulsar a los judíos y conquistar Israel. Muchos de los empleados de la agencia son agentes de Hamás.