A pesar de la creciente presión sobre Israel de que ponga fin a su guerra sin desmantelar a Hamás en Gaza, por parte de funcionarios capitalistas de todo el mundo —desde la Casa Blanca a la Unión Europea y Naciones Unidas— las fuerzas israelíes siguen asestando golpes al grupo de odio antijudío apoyado por Teherán.
Israel necesita seguir luchando contra el objetivo declarado de Hamás de destruir a Israel y matar o expulsar a todos los judíos que viven allí. El grupo ha prometido repetir los pogromos antijudíos “una y otra vez”, como lo hizo el 7 de octubre matando a 1,200 personas, hiriendo unas 5 mil más y violando y mutilando a mujeres. Aún tiene cautivos 100 rehenes en condiciones barbáricas.
Degradar decisivamente la capacidad de Hamás de lanzar más horrendos pogromos abrirá espacio para las luchas de trabajadores de todas las religiones y nacionalidades por sus intereses comunes de clase contra las clases gobernantes capitalistas a través de la región.
El 24 de mayo el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU ordenó que Israel “detenga inmediatamente la ofensiva militar” en Rafah, afirmando falsamente que estaba causando un genocidio.
En su respuesta al fallo del tribunal, la Casa Blanca dijo que la posición de la administración de Joseph Biden ha sido “clara y consistente”. Durante meses Biden ha estado presionando al gobierno israelí a que pare la ofensiva en Gaza.
Histérica propaganda antiisraelí
El presidente francés Emmanuel Macron, la canciller canadiense Melanie Joly, el jefe diplomático de la Unión Europea Joseph Borrell, la prensa liberal burguesa y los apologistas de Hamás usaron la muerte de civiles en un campo para personas desplazadas en el occidente de Rafah el 26 de mayo para aumentar su campaña para culpar a Israel de la muerte y destrucción en Gaza, repitiendo la afirmación de Hamás de que las muertes fueron el resultado de una bomba israelí.
Funcionarios de Hamás afirman que Israel atacó deliberadamente el campamento y que 45 personas murieron a causa de la metralla y el incendio resultante, pero aún no hay una verificación independiente. Funcionaros del ejército israelí dicen que el ataque aéreo tuvo lugar a unos 200 metros del campamento. Dicen que hay evidencia de que la metralla pudo haber impactado un almacén de armas de Hamás, provocando explosiones y el incendio.
Pero para los medios liberales y los gobiernos burgueses de todo el mundo los hechos no importan. El Washington Post, por ejemplo, apenas menciona la explicación de las Fuerzas de Defensa de Israel, pero destaca las acusaciones del Ministerio de Salud de Hamás de que las muertes fueron asesinatos deliberados.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que Israel investigará el incidente pero no detendrá sus operaciones en Rafah hasta lograr sus objetivos: desmantelar a Hamás, liberar a los rehenes y obligar a Hezbolá en el Líbano a cesar sus ataques diarios con misiles y drones que han obligado la evacuación de decenas de miles de personas en el norte de Israel.
Washington vela por sus intereses
Si bien la administración de Biden dice “estar al lado de Israel”, en realidad su única preocupación es promover los intereses económicos y políticos del imperialismo norteamericano en el Medio Oriente. Para la Casa Blanca, la guerra para derrotar a Hamás es un creciente obstáculo para alcanzar esos objetivos.
El Financial Times informó que Washington está cerca de llegar a un acuerdo con los gobernantes de Arabia Saudita, después de varios años de tensas relaciones. Como parte del mejoramiento de las relaciones —que Washington desea desarrollar como contrapeso contra Moscú y Beijing— Biden levantaría la prohibición de la venta de armas ofensivas norteamericanas a Arabia Saudita, aumentaría el comercio de petróleo y proporcionaría ayuda para el programa nuclear saudita. El acuerdo incluiría que el gobierno saudita tome medidas para establecer relaciones diplomáticas con Israel.
“Los funcionarios norteamericanos han dejado claro”, informa el Financial Times, “que cualquier acuerdo también depende de asegurar una pausa en los combates en Gaza” y un “camino fiable” hacia un estado palestino independiente. Pero actualmente, eso significaría que Hamás o sus apologistas estarían a cargo de ese estado, lo cual sería una amenaza permanente para los judíos y todos los demás en Israel, y para el pueblo trabajador en todo el Medio Oriente.
¿Una bomba nuclear iraní?
Como parte de su objetivo de destruir a Israel, el régimen clerical burgués de Irán ha estado enriqueciendo uranio hasta un 60% de pureza, cerca del 90% necesario para fabricar varias armas nucleares. Netanyahu ha dicho que la fabricación de una bomba nuclear por parte de Teherán es una amenaza existencial para Israel.
Washington quiere un nuevo acuerdo con los gobernantes iraníes. Se opone a una propuesta de Londres, París y Berlín para que la Agencia Internacional de Energía Atómica apruebe una resolución que exige que Teherán coopere con una investigación sobre los avances del régimen hacia la construcción de armas nucleares.
Los gobernantes iraníes aprovecharon el funeral del presidente Ebrahim Raisi, quien murió en un accidente de helicóptero el 19 de mayo, para apuntalar sus esfuerzos para expandir su influencia reaccionaria en la región y sus amenazas de destruir a Israel. Ismail Haniyeh, jefe del buró político de Hamás, fue uno de los oradores destacados en el funeral. “Afirmamos que Gaza continuará la resistencia hasta la liberación de todo el territorio”, dijo Haniyeh, destacando el apoyo de los dirigentes del régimen iraní contra “la entidad sionista”.
Pero ese apoyo no es compartido por los trabajadores de Irán. Cuando funcionarios iraníes intentaron mobilizar apoyo para Hamás y el “eje de resistencia” liderado por Teherán en los partidos de fútbol, fueron abucheados.
Raisi era odiado por muchos por su papel clave en el comité del régimen contrarrevolucionario que condenó a muerte a miles de prisioneros políticos al final de la guerra entre Irán e Iraq en 1988, sin siquiera la pretensión de juicios.
El año después de la elección de Raisi como presidente, el régimen reprimió las protestas masivas por la muerte de Zhina Amini, una mujer kurda que había sido arrestada por la odiada policía de la “moralidad” por no seguir el reaccionario código de vestimenta. Unos 500 manifestantes fueron muertos y más de 22 mil arrestados.
Si bien el régimen organizó a decenas de miles de personas para que asistieran al funeral de Raisi, algunos medios de prensa en Irán señalaron que la asistencia fue menor y menos entusiasta que en los funerales de otros funcionarios de alto rango.
Apenas una semana antes de su muerte, camioneros se congregaron frente a la Feria Internacional del Libro de Teherán el 11 de mayo para protestar contra el aumento del costo de las piezas de repuesto, la escasez de combustible y la inflación de los artículos de primera necesidad.
No ha habido pausa en las luchas obreras. Los jubilados continúan sus protestas semanales a través del país. El Consejo Organizador de los Trabajadores Contractuales del Petróleo informó que más de 2 mil trabajadores habían estado en huelga en el sur de Irán desde el 18 de mayo. El sindicato dijo que “contratistas codiciosos” querían congelar los salarios, a pesar de la decisión de marzo del Consejo Supremo del Trabajo de un aumento del 35% para compensar por los efectos de la inflación.