Miles de personas se congregaron en la Plaza del Cambio en Minsk y en otros lugares de Belarús el 15 de noviembre para condenar la muerte de Roman Bondarenko a manos de la policía. Bondarenko, profesor de arte para niños y ex soldado, fue muerto a golpes cuatro días antes cuando trató de prevenir que policías vestidos de civil removieran los emblemas rojo y blanco de las protestas antigubernamentales colocados en un parque infantil.
Cientos de miles han protestado contra el régimen del presidente Alexander Lukashenko desde las elecciones presidenciales amañadas del 9 de agosto.
“No olvidaremos. ¡No perdonaremos!” corearon los manifestantes. La policía antidisturbios utilizó gases lacrimógenos, balas de goma y granadas de concusión contra las multitudes que protestaban por la muerte. Más de 1 200 manifestantes fueron arrestados.
“Antes, trataron de presentar las muertes de los manifestantes como accidentes”, dijo al Militante Maryna Arabei, una estudiante de postgrado de Belarús, en una marcha de 80 personas el 14 de noviembre que terminó con una vigilia para Bondarenko frente al consulado de Belarús en Nueva York. “Esta vez todos lo vieron [en videos]. Fue indignante”.
Cuando se conoció la noticia de la muerte, miles de personas asistieron a vigilias en todo el país para honrar su memoria.
Los trabajadores salieron de varias plantas para unirse a un minuto de silencio por Bondarenko, entre ellos mineros y otros trabajadores del enorme complejo de potasa de Belaruskali.