Tras dos semanas de sangrientos combates que han desplazado a miles de civiles, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, anunció el 17 de noviembre una ofensiva “final” contra el Frente de Liberación Popular de Tigray, que gobierna en el estado de Tigray al norte del país. El conflicto podría provocar una guerra civil más amplia que aumentaría la inestabilidad en Etiopía y en otros países del Cuerno de África, que tiene una importancia estratégica en la desembocadura del Mar Rojo.
La guerra se desató después de dos años de tensiones entre el FLPT, basado en una pequeña minoría del pueblo etíope, pero dominante durante mucho tiempo en la política del país, y los esfuerzos del gobierno de Abiy para unificar a Etiopía y explotar la economía capitalista de este empobrecido país.
El ejército etíope lanzó ataques aéreos y una ofensiva terrestre después que Abiy afirmara que el FLPT había “cruzado la última línea roja” al atacar una base militar y apoderarse de armas pesadas el 4 de noviembre. Las fuerzas federales afirman haber realizado avances significativos en Tigray.
El ejército etíope dijo haber realizado “operaciones aéreas quirúrgicas” el 17 de noviembre en objetivos militares fuera de Mekele, la capital de Tigray. El FLPT dijo que fueron atacadas una presa y una planta azucarera y que hubo víctimas civiles. La televisión de Tigray mostró daños en áreas residenciales de la ciudad.
Los gobernantes de Tigray declararon un estado de emergencia y respondieron con cohetes, que alcanzaron al otro lado de la frontera, incluyendo el aeropuerto de Asmara, la capital de Eritrea.
El FLPT afirma que tanques y soldados eritreos han cruzado la frontera, la cual atraviesa territorio en disputa. Abiy ganó el Premio Nobel de la Paz el año pasado por negociar el fin de décadas de enfrentamientos y tensiones entre Etiopía y Eritrea, en gran parte a lo largo de la frontera entre Tigray y Eritrea.
Cientos de combatientes han muerto en los combates recientes. Ambos cuestionan el número de bajas civiles, pero más de 30 mil refugiados ya han huido al vecino Sudán. “Decenas, probablemente cientos” de jornaleros residentes en el suroeste de Tigray, principalmente de etnia amhara, fueron “apuñalados o asesinados a machetazos” el 12 de noviembre, informó Amnistía Internacional. Abiy afirmó que las fuerzas del FLPT realizaron la masacre, lo cual negaron los gobernantes de Tigray.
El gobierno etíope dice que el FLPT está “poniendo en peligro la existencia del país” y nombró a un nuevo jefe de la región de Tigray el 13 de noviembre.
Intervención colonial en la región
Etiopía fue uno de los dos únicos países africanos que resistieron con éxito la colonización de los británicos, franceses, italianos y otras potencias europeas cuando dividieron el continente. Es uno de los países más diversos de África, con numerosas divisiones tribales y más de 100 lenguas.
El FLPT lideró una coalición insurgente de frentes de liberación basados en grupos étnicos que tomó el poder en 1991. El frente amplio derrocó al régimen militar que había gobernado Etiopía desde el derrocamiento del emperador Haile Selassie en 1974. Selassie era respaldado por Washington.
Alarmado por el derrocamiento revolucionario de Selassie y el impacto en el creciente dominio del imperialismo norteamericano sobre la región, Washington presionó al vecino régimen somalí para que invadiera la región de Ogaden en Etiopía en 1977-78. Esperaban derrocar el nuevo régimen, el cual recibió ayuda de Cuba revolucionaria. Con esta ayuda, Etiopía derrotó la invasión.
Como parte de la coalición que derrocó el régimen militar en 1991, el Frente de Liberación del Pueblo de Eritrea logró la independencia eritrea de Etiopía.
A lo largo del tiempo, los terratenientes y capitalistas de Etiopía utilizaron las divisiones étnicas para asegurarse apoyo mientras se beneficiaban de la explotación de los campesinos y trabajadores. El estado federado de Etiopía se basa en nueve territorios étnicos autónomos que reflejan estas divisiones.
A pesar de que Tigray solo cuenta con unos 5 millones de los 116 millones de habitantes del país, el liderazgo del FLPT dominó la coalición, así como el gobierno y ejército, durante casi tres décadas.
En 2018 una revuelta popular que duró varios meses contra el dominio del FLPT forzó la dimisión del gobierno. Abiy, de los oromo, el grupo étnico más grande del país, prometió la unidad y el desarrollo del país. Lideró la nueva coalición gobernante.
Liberó a los presos políticos, levantó la prohibición contra los partidos políticos de oposición y puso fin al estado de emergencia.
Abiy busca centralizar el poder
Después de haber purgado a muchos funcionarios de Tigray, Abiy disolvió la coalición gobernante el año pasado. Su meta era una fusión jerárquica de un solo partido nacional no étnico, el Partido de la Prosperidad, al que el FLPT se negó a unirse. Ha tomado medidas cada vez más enérgicas contra los derechos políticos.
Si bien Etiopía sigue siendo uno de los países más pobres de África con un ingreso anual per cápita de 850 dólares, es uno de los de más rápido crecimiento. Abiy trató de acelerar este desarrollo abriéndose a la inversión capitalista extranjera. Miles de millones de dólares en financiación de puertos, ferrocarriles, aeropuertos, agricultura y educación llegaron de los estados del Golfo, Arabia Saudita, China, Turquía y Estados Unidos.
En particular, se han descubierto importantes recursos de gas natural en Ogaden, y tanto Beijing como Ankara han invertido mucho en su desarrollo.
La inversión y los préstamos de Beijing en Etiopía han llegado a más del doble de los de los gobernantes norteamericanos, en un país que había sido uno de los principales aliados de Washington en la región. Estas rivalidades juegan un papel en las divisiones políticas del país.
La posibilidad de una guerra total ha alarmado a toda la región. Las ofertas de “mediación” de varias potencias imperialistas y otras potencias africanas han sido resistidas por ambas partes.