“En el momento más álgido de cada burbuja especulativa, siempre existen los que se acogen persistentemente al cuento que le dio impulso a la burbuja en primer lugar”, escribió el asesor de inversiones John Hussman en su informe del 4 de enero.
El “cuento” en 2007 era que la burbuja de papel especulativo que envolvía a los préstamos hipotecarios sub-prime nunca explotaría. Hoy, el “cuento” ha sido que las acciones y los mercados en China, Brasil y otros “mercados emergentes” nomás iban a continuar creciendo.
Pero la contracción industrial progresiva y la crisis en las economías del “mercado emergente” indican que la fiesta se ha terminado. Los más afectados son los trabajadores y agricultores que enfrentan extenuantes condiciones de depresión.
Las compañías de carbón de todo Estados Unidos están recortando la producción. Ante una saturación del mercado mundial, los magnates del acero están cerrando fundiciones, cesanteando a miles de trabajadores.
La reacción en cadena causa que miles más, desde trabajadores en industrias secundarias hasta los meseros, sean afectados por cierres y pérdidas de empleos.
Un cuarto de millón de trabajadores del petróleo han perdido sus trabajos por todo el mundo debido al derrumbe de los precios causado por la sobreproducción. Hoy, “en los campos petroleros de Dakota del Norte el equipo yace inactivo”, informó KX4-TV el 4 de enero. “Los curtidos trabajadores despedidos, dejan botadas sus casas rodantes en la chatarrería de Tom Novak al dejar el pueblo”.
Los recortes en la producción de petróleo y de carbón y la depresión en los bienes manufacturados hacen que los patrones ferroviarios eliminen empleos y rutas.
La Union Pacific ha impuesto licencias sin pago a más de 2 700 obreros ferroviarios, alegando que el transporte de productos industriales y agrícolas, productos químicos, comercio en contenedores y de carbón se ha desplomado.
Además de la caída en el transporte ferroviario en Estados Unidos, el volumen de este transporte ha caído el 15 y 20 por ciento en Canadá y México, respectivamente.
Los trabajadores en el Reino Unido enfrentan presiones similares, debido a que “casi todo el sector de la manufactura sufrió un declive en la producción”, informó el Financial Times el 12 de enero.
Los patrones capitalistas y sus asesores a sueldo en el gobierno y los medios de comunicación no tienen respuestas. Años de medidas de estímulo gubernamentales han fracasado en poner en marcha inversiones en la producción y el empleo. Más bien, los inversores capitalistas continúan especulando en acciones, bonos basura y otras formas de papel comercial, tanto aquí como en el exterior.
La economía de China, vista por los capitalistas de todo el planeta durante los últimos años como un motor “milagroso” del crecimiento mundial, está quedándose sin aliento. La manufactura cayó por décimo mes consecutivo en diciembre.
Según datos gubernamentales, China, que anualmente había comprado más de 2 billones en bienes y servicios del resto del mundo para repostar su economía de exportación, ha tenido caídas en las importaciones cada mes desde octubre de 2014. Esto ha impactado directamente a sus socios en el sureste asiático, incluyendo a Japón, Corea del Sur y Australia; a los regímenes de los “mercados emergentes” desde Sudáfrica a Brasil; a Alemania, el principal poder económico de la zona euro que exporta grandes cantidades de maquinaria y equipo a China; y la minería y manufactura en Estados Unidos.
Están aumentando las huelgas y protestas de los trabajadores chinos —casi 2 800 el año pasado, el doble de 2014, según el Boletín Laboral de China— y la resistencia obrera ha resultado en aumentos salariales.
“Cualquiera que diga que la economía de Estados Unidos está en declive está difundiendo fantasías”, dijo el presidente Obama en su discurso del 12 de enero sobre el estado de la nación. Y, a la vista de los hechos, dijo Obama, ha habido un “impulso en la manufactura” la cual ha creado un millón de nuevos empleos. Pero millones de trabajadores todavía no pueden conseguir trabajo a tiempo completo. Incluidos los más de 6 millones que se han visto obligados a aceptar jornadas a tiempo parcial, un 20 por ciento por arriba de la cifra previa al comienzo de la recesión económica de 2008.
Los salarios reales para los trabajadores de la producción continúan al mismo nivel de 1970. Pero la producción por trabajador es más del doble, con más productos creados por menos trabajadores gracias al aumento en los ritmos de producción y el desdén por la seguridad en el trabajo de parte de los patrones.
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