Conferencia de PST aborda respuesta obrera a cambios en ‘orden’ mundial

Segunda parte

Por Terry Evans
y John Studer
23 de julio de 2018
Secretario nacional del PST Jack Barnes, en el pódium, dijo a conferencistas que los recientes pasos de Washington en Corea y el Medio Oriente, independientemente de sus objetivos, pueden ayudar a abrir espacio para que los trabajadores se organicen y adquieran experiencia de lucha contra sus propias clases capitalistas.
Militante/Arnold WeissbergSecretario nacional del PST Jack Barnes, en el pódium, dijo a conferencistas que los recientes pasos de Washington en Corea y el Medio Oriente, independientemente de sus objetivos, pueden ayudar a abrir espacio para que los trabajadores se organicen y adquieran experiencia de lucha contra sus propias clases capitalistas.

Este es el segundo de dos artículos sobre las discusiones y decisiones de la Conferencia de Trabajadores Activos auspiciada por el Partido Socialista de los Trabajadores, que se celebró del 14 al 16 de junio en Oberlin, Ohio, y de la reunión del Comité Nacional del partido que tuvo lugar después de la conferencia.

El artículo de la semana pasada describió cómo las huelgas y luchas de maestros en Virginia del Oeste y otros estados este año anunciaron una nueva etapa en la lucha de clases, que inspiró a trabajadores por todo el país. “Construir el movimiento obrero” será el eje del trabajo de las fracciones sindicales del partido, dijo el secretario nacional del PST Jack Barnes, junto con las campañas semanales tocando a las puertas de trabajadores con el Militante y los libros sobre la política de la clase trabajadora, así como la participación en las luchas sociales y políticas por los intereses de los trabajadores.

El artículo también revisó la evaluación de Barnes de los cambios en la política y la lucha de clases en todo el mundo, incluyendo las conversaciones entre el presidente Donald Trump y el jefe de estado de Corea del Norte Kim Jong Un y las guerras y conflictos de clase desde Israel y Palestina hasta Siria e Irán.

Independientemente de cuales sean los objetivos de los gobernantes, dijo Barnes, los pasos que Washington está dando en estas regiones pueden tener resultados positivos para el pueblo trabajador. Pueden ayudar a abrir espacio para que los trabajadores se organicen y obtengan experiencia combativa para luchar contra sus propias clases capitalistas; para fortalecer la solidaridad por encima de las divisiones nacionales y religiosas alimentadas por los imperialistas; y para dar pasos hacia la construcción de un nuevo liderazgo en la clase trabajadora.

Barnes abordó el tema del mito del llamado G-7, la “Unión” Europea y la OTAN, y su acelerada desintegración.

La reciente cumbre del G-7 en Quebec subrayó el lugar de Washington como el poder económico y militar imperialista dominante en el mundo. Aunque el poder de los gobernantes de Estados Unidos ha disminuido comparado al que tuvo durante su apogeo a mediados del siglo 20, los otros “miembros” del G-7, las familias gobernantes de Alemania, Francia, el Reino Unido, Japón, Italia y Canadá, están declinando más rápido.

Estos ritos anuales son exhibiciones lujosas que se realizan a expensas de los trabajadores y los agricultores en sus respectivos países y en todo el mundo. Se disipan uno o dos días después con algunos “comunicados conjuntos” vacíos, acordados antes de que comenzara la reunión.

“Trabajadores tienen más confianza para luchar por nuestras necesidades de clase, más abiertos a una vía revolucionaria . . .”

No esta vez. Donald Trump llegó tarde y se fue temprano. Se suponía que la cumbre de este año se iba a enfocar en declaraciones moralistas sobre el cambio climático y la “diversidad de género”. Pero el presidente norteamericano sorprendió a los participantes (con la excepción del nuevo primer ministro italiano) al proponer en su lugar la readmisión de Moscú, expulsado en 2014 después que el gobierno de Vladimir Putin invadió y anexó Crimea. “Te guste o no”, dijo Trump, las principales potencias capitalistas “necesitan [a Rusia] en la mesa de negociaciones”.

Luego dejó horrorizados a los jefes de estado de Alemania y Francia en particular al proponer que los siete miembros simplemente abolieran todos los aranceles entre ellos. Era dificil que esa iniciativa fuera bien recibida, ya que la “Unión” Europea, dominada por Berlín y, en menor grado, París, es un bloque proteccionista contra Washington, potencias imperialistas rivales y países semicoloniales.

Washington perdió la Guerra Fría

Los gobernantes estadounidenses surgieron como los vencedores de la segunda guerra imperialista, dijo Barnes. A fines de la década de 1940 y en la de 1950, inventaron una serie de instituciones globales y “alianzas” para ratificar su dominio sobre los mercados mundiales y su influencia política y militar. Estos incluyeron las Naciones Unidas, la OTAN y otros, que se convirtieron en la estructura con la cual presidieron sobre el orden capitalista mundial durante décadas.

Los gobernantes capitalistas más débiles en Europa se unieron en lo que hoy se llama la Unión Europea. Supuestamente una “comunidad”, se ha convertido de hecho en una bomba para enriquecer a los gobernantes capitalistas económicamente más fuertes en Alemania con la expropiación de la plusvalía producida por los trabajadores y agricultores de países con clases dominantes más débiles en el sur de Europa. Aún así, muchos en capas medias liberales más acomodadas en todo el continente se han aferrado por mucho tiempo a la ilusión de que la Unión Europea podría evolucionar para convertirse en los “Estados Unidos de Europa”, un estado único altamente competitivo en el escenario mundial.

Washington lanzó la llamada Guerra Fría a fines de la década de 1940 no para derrocar a los regímenes estalinistas en la Unión Soviética y sus satélites en Europa oriental y central. Para los gobernantes de Estados Unidos, se trataba de evitar la inevitable agudización de la lucha de clases en ambos lados de lo que llamaron la “Cortina de Hierro”. Intentaron convencer a los trabajadores del “Este” y el “Oeste” de que eran enemigos, no trabajadores con intereses de clase comunes, para dividirlos y debilitarlos.

Los regímenes estalinistas colapsaron entre 1989 y 1991, eviscerados por los privilegios burocráticos y la opresión contra la clase trabajadora. En medio del desastre los gobernantes estadounidenses rellenaron sus arcas, usando académicos “expertos en privatización” de Harvard y en otros lugares. A medida que las clases explotadoras emergentes restauraron el capitalismo en esos países, los imperialistas estadounidenses y sus portavoces gritaron que habían “ganado la Guerra Fría”.

Lo que está sucediendo hoy, sin embargo, es que la OTAN, el G-7 y otros pilares de lo que iba a ser el “siglo americano” se están quebrando. Lo mismo le está pasando a la Unión Europea, como lo demuestran, entre otras cosas, Brexit en el Reino Unido, el saqueo de Grecia liderado por Berlín y los recientes resultados electorales en Italia.

Las perspectivas de una “unión cada vez mayor”, una imposibilidad desde el principio, dijo Barnes, se están desmoronando bajo las tensiones de la crisis económica, social y moral capitalista mundial. Durante décadas, los gobernantes de las naciones dominantes en Europa han pretendido actuar como potencias mundiales, sin mantener el poder militar necesario para respaldarlo. Hoy los gobernantes alemanes tienen un puñado de aviones de combate listos para combatir y ni un solo submarino en condiciones de navegar. Y el poder aéreo y naval del imperialismo británico, considerable en el pasado, incluso a pesar de su declive posterior a la Segunda Guerra Mundial, enfrenta hoy una decadencia acelerada.

Rusia ha surgido hoy como una potencia capitalista regional, defendiendo sus fronteras con movimientos militares en el este de Ucrania y otras ex repúblicas soviéticas. Está extendiendo su alcance en el Medio Oriente, especialmente con sus bases aéreas y navales y el acceso al Mediterráneo en Siria. Allí Moscú es la principal fuerza que compite con Washington, mientras que los “aliados” de Washington de la OTAN en Londres y París tienen solo un papel marginal.

Los gobernantes de Estados Unidos están buscando iniciar discusiones con Moscú, señaló Barnes. Poco después de que finalizara la conferencia del PST, se anunció la reunión entre Trump y Putin para el 16 de julio en Helsinki, Finlandia. La agenda estará dominada por el Medio Oriente. El gobierno capitalista de Rusia ayudó a sentar las bases para las conversaciones con los acuerdos hechos con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que le permiten a Tel Aviv atacar tropas iraníes en Siria y del Hezbollah que amenacen a Israel. A cambio, el gobierno israelí acordó no desafiar los intereses rusos en Siria o al régimen tiránico de su presidente, Bashar al-Assad.

Recuadro, dirigente del PST Mary-Alice Waters durante sesión de preguntas, arriba, sobre su charla, “Propiedad privada y la opresión de la mujer: El camino proletario hacia la emancipación”. Las manos se alzaron durante el animado debate, que incluyó un intercambio sobre la explicación de Waters de que las exposiciones #MeToo de actores de Hollywood no representan algo positivo para la lucha por la emancipación de la mujer.
Fotos del Militante por Betsey StoneRecuadro, dirigente del PST Mary-Alice Waters durante sesión de preguntas, arriba, sobre su charla, “Propiedad privada y la opresión de la mujer: El camino proletario hacia la emancipación”. Las manos se alzaron durante el animado debate, que incluyó un intercambio sobre la explicación de Waters de que las exposiciones #MeToo de actores de Hollywood no representan algo positivo para la lucha por la emancipación de la mujer.
Donald Trump encara a jefes de estado durante cumbre del G-7 en Quebec, el 9 de junio. La reunión subrayó el hecho de que Washington sigue siendo el poder imperialista dominante.
Jesco Denzel/German Federal GovernmentDonald Trump encara a jefes de estado durante cumbre del G-7 en Quebec, el 9 de junio. La reunión subrayó el hecho de que Washington sigue siendo el poder imperialista dominante.

Luchas por salarios, seguridad

En Estados Unidos, dijo Barnes, hay un aumento en la contratación y la producción, tras décadas de estancamiento de los salarios y ataques patronales. Los trabajadores tienen más confianza para luchar por nuestras necesidades de clase, comenzando con aumentos salariales y condiciones de trabajo más seguras. Al mismo tiempo, en la actualidad, un porcentaje menor que nunca de la clase trabajadora está empleada o tiene trabajo a tiempo completo.

Los agricultores también buscarán maneras de resistir el impacto de las crecientes tasas de interés y los bajos precios para sus productos, que los ponen en peligro de perder sus tierras. La mayoría además de trabajar la tierra tienen un empleo para tener suficientes recursos para mantener sus granjas y poner comida en la mesa.

Hace un año, el PST acababa de comenzar a reconstruir sus fracciones industriales. Hoy la mayoría de los miembros del partido están organizados en fracciones sindicales, listos para unirse a sus compañeros de trabajo y participar en las luchas en el trabajo, contra la brutalidad policial, por la amnistía para los trabajadores inmigrantes y otras cuestiones sociales. Estamos listos, dijo Barnes, para “construir el movimiento obrero”, como dice la pancarta de la conferencia, y, al hacerlo, para construir el Partido Socialista de los Trabajadores.

Liberales atacan derechos obreros

La política exterior de Donald Trump está ganando un apoyo más amplio de las familias gobernantes de Estados Unidos y, por razones muy diferentes, de muchos trabajadores. Son abrumadoramente los hijos, hijas y otros parientes de trabajadores y agricultores los que resultan muertos, mutilados o afectados para toda la vida por las guerras de Washington. Después de 16 años de aventuras militares bajo George Bush y Barack Obama, los trabajadores esperan que el futuro traiga menos combate y matanza.

No obstante, la prensa liberal y los comentaristas, junto con la izquierda de clase media, siguen consumidos con la “resistencia” histérica al resultado de las elecciones de 2016, dijo Barnes. Su perspectiva, y su verdadero objetivo, los trabajadores, se presentaron gráficamente en una columna de opinión titulada “Un traidor y sus habilitadores” por Paul Krugman en el New York Times.

El propio Trump es “de hecho un agente extranjero” de Moscú, dice Krugman. El columnista del Timesy economista ganador del Premio Nobel luego se concentra en “la gente que está permitiendo [esta] traición a Estados Unidos”. ¿Quiénes son? Su “base”, dice Krugman. Con eso quiere decir los trabajadores que votaron por Trump y no por Hillary Clinton. La “base”, dice Krugman, ama a Trump por “la crueldad performativa que exhibe hacia las minorías raciales y la forma en que les muestra el dedo a las ‘élites’” (de las que Krugman y sus colegas liberales se considera parte).

Esta descripción despectiva de los trabajadores, y no solo de los que votaron por Trump, sino de decenas de millones de todos nosotros, en los ojos de estas voces burguesas y de clase media, nos lleva a la última frase de Krugman. Si otras elecciones resultan como la de 2016, dice, “Estados Unidos tal como lo conocemos está acabada”. Krugman y las cómodas capas por las que habla están decididos a restringir los derechos constitucionales de los trabajadores, dijo Barnes, incluyendo el derecho al voto y su capacidad de poner a alguien como Trump en vez de un demócrata en el puesto.

Otra columna del Timesdel 25 de junio de Bryan Van Norden, hizo más explícita esta meta antiobrera. Bajo el titular “El ignorante no tiene derecho a un público”, ataca el uso de la Primera Enmienda por parte de los trabajadores. Una “opinión estúpida” no debería tener la misma circulación que una “inteligente”, dice Van Norden. Él cree que los meritócratas como él deberían tener poder de veto sobre los derechos de nuestra clase. (¡Qué ejemplo de apologista para las relaciones de propiedad capitalistas y el dominio político! Barnes examina las justificaciones de estos en su libro, ¿Son ricos porque son inteligentes? Clase, privilegio y aprendizaje en el capitalismo.)

Esta ofensiva reaccionaria es mortalmente peligrosa para los trabajadores, quienes necesitan aún más hoy en día los derechos logrados en batallas sangrientas, a medida que se abre un nuevo período de lucha de clases.

Tenemos un recurso insustituible en las lecciones brindadas por comunistas pioneros que nos precedieron, Barnes dijo a los participantes de la conferencia. Podemos estudiar y aprender de lo que escribieron e hicieron desde Marx y Engels a Vladimir Lenin y Fidel Castro, los dirigentes centrales de las dos grandes revoluciones socialistas del siglo 20.

Es por eso que el arsenal de libros del partido es tan importante: libros de dirigentes de luchas revolucionarias como Thomas Sankara en Burkina Faso en África occidental y Maurice Bishop en la isla caribeña de Granada; por miembros del partido y otros combatientes de las huelgas de los Teamsters y la organización de las campañas de la década de 1930; por Malcolm X; por James P. Cannon, un dirigente fundador del comunismo estadounidense; y muchos otros.

“Quiero aprender más sobre lo que hacen los comunistas, incluso como sindicalistas. No se puede aprender eso en lo abstracto”, dijo Samantha Hamlin al Militantedespués de la charla de Barnes. Hamlin, que asistía a su primera conferencia, se unió recientemente al PST y espera formar parte de una de sus fracciones sindicales. Hamlin participó en la 13 Brigada Internacional Primero de Mayo en Cuba esta primavera y ha hecho campaña de puerta en puerta con miembros del PST en Kentucky y en las protestas de maestros en Carolina del Norte.

Derechos de la mujer y clase obrera

“Pocas cuestiones son más importantes que colocar la emancipación de la mujer en una base científica”, dijo Mary-Alice Waters en una de las otras dos charlas de la conferencia: “Propiedad privada y la opresión de la mujer: El camino proletario hacia la emancipación”. No puede haber una revolución socialista, dijo, “sin luchar para acabar con todas las formas de degradación de las mujeres”.

La subyugación de la mujer “no es inherente a la naturaleza humana”, dijo Waters. No se origina en conflictos entre hombres y mujeres, sino que está “entrelazada con la manera en que se desintegraron las estructuras comunales de la sociedad pre-clasista. En ese proceso la mayoría de las mujeres ylos hombres que trabajaban fueron subyugados” por la clase emergente que se apropió de la creciente acumulación de producción excedente y riqueza, una clase que, por razones históricas, llegó a ser dominada por hombres.

“El comienzo de la propiedad privada y los orígenes de la opresión de la mujer fueron los mismos”, dijo Waters. Ese ha sido el caso por milenios. Sin embargo, con la propagación mundial de las luchas contra las relaciones sociales capitalistas desde el siglo 19 se hizo posible algo diferente, dijo Waters. Se abrió la lucha para restaurar la posición de igualdad de la mujer.

“Pocas cuestiones son más importantes que colocar la emancipación de la mujer en una base científica . . .”

Hay muchos libros maravillosos para leer sobre esto, dijo Waters1. Pero la mayoría de los profesores universitarios liberales hoy niegan que exista una base científica para la opresión de la mujer y cómo se puede terminar. En su lugar, dicen que las mujeres y los hombres, a lo largo de siglos y continentes, han vivido en una “diversidad de culturas” sin evolución histórica o características comunes. Este enfoque ahistórico oculta cómo el estatus de segunda clase de las mujeres nació con la aparición sangrienta de la sociedad dividida en clases, en sus formas variadas y concretas.

Luchas en los últimos siglos por mejorar el estatus de las mujeres son producto, dijo Waters, de su creciente integración en la fuerza laboral, junto con los hombres, bajo el capitalismo; avances científicos que facilitan el trabajo doméstico y permiten el control de la natalidad; y los logros de las arduas luchas del movimiento obrero, los negros y las mujeres. Solo este año, dijo, podemos señalar la victoria en la lucha por el derecho al aborto en Irlanda y el liderazgo que jugaron las mujeres en la ola de batallas de los maestros.

“Toda mujer es oprimida como mujer”, dijo Waters. “Pero cómo luchar efectivamente contra esta opresión y ganar es una cuestión de clase”.

“El llamado ‘movimiento’ #MeToo (#YoTambién) no es ejemplo”, explicó Waters. El planteamiento de “avergonzar a los hombres” como meta es lo opuesto de lo que se necesita y es posible hacer para convencer a compañeros de trabajo y otros, hombres y mujeres, para comprender cómo los gobernantes usan la opresión de la mujer para dividir y debilitar a los trabajadores y los sindicatos.

Hubo una animada discusión en una sesión de preguntas y respuestas dirigida por Waters y Katherina Timpton después de la charla. Algunos conferencistas no estaban de acuerdo con el rechazo de Waters de las exposiciones de artistas ricos y prominentes de Hollywood a través de #MeToo como un paso positivo en la lucha por la emancipación de la mujer.

Otros participantes respondieron describiendo sus propias experiencias en la industria y los sindicatos. Describieron cómo lograron abordar prejuicios contra la mujer en el trabajo y el acoso sexual, ya sea por parte de los patrones o de trabajadores, acudiendo a compañeros de trabajo, hombres y mujeres, y al sindicato. Describieron cómo se puede forjar la solidaridad obrera y la unidad de la clase trabajadora en la lucha contra los ataques de los patrones contra los trabajadores y nuestra dignidad humana. Este era el camino para avanzar, dijeron, no pidiéndole a los patrones que disciplinaran o despidieran a las personas.

Como dijo Malcolm X sobre los africano-americanos en Estados Unidos, insistió Waters, “Las mujeres tampoco necesitan que se les despierte para que descubramos nuestra opresión, sino nuestro valor. Despertarse a un curso político para luchar juntos para derrocar la dominación de clase y la opresión en todas sus formas”.

Clase obrera, portadora de la cultura

“La crisis del capitalismo es, sobre todo, una crisis cultural y moral”, dijo Dave Prince, miembro del Comité Nacional del PST, en su presentación sobre “La revolución proletaria y la cultura”.

Lo que se denomina “cultura” a través de la historia, es una expresión de la clase dominante y sus relaciones de propiedad, dijo. “Bajo el capitalismo, las grandes conquistas de la humanidad se usan para incrementar la explotación de los trabajadores y para justificar el dominio de las clases propietarias. Los avances científicos y tecnológicos se usan para la guerra”.

Pero nuestra clase puede contrarrestar la moralidad capitalista del devorarse los unos a los otros, organizándonos para trascender las divisiones que nos imponen los capitalistas. Los trabajadores que son comunistas se expresan y actúan como tribuna para todos los oprimidos.

Con la conquista del poder político y el derrocamiento del dominio capitalista, dijo Prince, podemos deshacernos de las relaciones de propiedad que crean antagonismos de clase. Podemos transformar las condiciones sociales y en el proceso transformarnos a nosotros mismos construyendo una sociedad nueva en la que —como lo expresan Marx y Engels en el Manifiesto Comunista— “el libre desarrollo de cada uno es la condición para el desarrollo libre de todos”.

Extrayendo lecciones de Lenin y Trotsky durante la victoriosa Revolución Bolchevique en Rusia, Prince dijo que los trabajadores de vanguardia no pueden caer en la trampa introspectiva de intentar crear, o peor aún, de imponer su propia “cultura proletaria”. Los intereses de la clase trabajadora se afianzan con la defensa de los grandes logros de todas las sociedades de clase anteriores. Esta continuidad revolucionaria, dijo Prince, ha sido enriquecida —en palabras y en actos— por el liderazgo de la Revolución Cubana.

La promoción de la alfabetización y la cultura es crucial para el pueblo trabajador, dijo Prince. “Sin hacerlo, no podemos tomar las riendas del poder en nuestras manos y forjar los instrumentos necesarios para transformar la sociedad en beneficio de todos”.

Prince habló sobre la obra de teatro “Sankara”, que fue presentada este año en el Cockpit Theater de Londres (y programada para otra temporada este otoño). Muestra los esfuerzos de Sankara durante la Revolución de Burkina Faso de 1983 a 1987 para dirigir al pueblo trabajador, explicó Prince, “para librarse de las mentiras imperialistas que los menosprecian y dominan sus vidas, abriendo las condiciones para poderse transformar”. Muchos que asistieron a la obra buscando entretenimiento, salieron deseosos de aprender más sobre el liderazgo comunista de Sankara y la Revolución Burquinabé.

Las clases de la conferencia incluyeron: “Lucha de clases, comunismo y la cuestión judía: de Palestina e Israel a Irán”, “El legado político de la Revolución de Granada y el liderazgo revolucionario”, “La liberación de los negros y el movimiento obrero” y “¡Corea es Una! ¡Tropas de EE.UU. Fuera Ya!2

Oportunidades para comunistas

La conferencia se clausuró con presentaciones sobre las aperturas políticas que existen para el movimiento comunista. Estas iban desde unirse a las huelgas y otras batallas obreras y sindicales, a actividades en apoyo del pueblo trabajador de Puerto Rico en su lucha contra la devastación del gobierno colonial de Washington; desde hacer campaña en barrios obreros con el Militante y libros por dirigentes revolucionarios, a la participación en ferias del libro en la región kurda de Iraq, las Filipinas y Cuba, y mucho más, tal como se describe cada semana en este periódico obrero.

Holly Harkness, una partidaria del PST que organiza el centro de distribución de la editorial Pathfinder en Atlanta, informó a los participantes de la conferencia que los voluntarios responsables de mantener el inventario de los libros utilizados por el partido, han tomado medidas para acelerar la reimpresión de estos. Esto ayuda al PST a responder de manera oportuna a los cambios en la política y la lucha de clases, dijo ella.

El día siguiente, se reunieron los partidarios del PST para discutir cómo avanzar su trabajo. Los partidarios ayudan a diseñar, hacer el formato y corregir las pruebas de los libros de Pathfinder; organizan su impresión, promueven su venta en librerías, bibliotecas y grandes distribuidores como Amazon; los embalan y envían a las diferentes ramas del partido; suben cada edición del Militante a su (¡recién mejorado!) sitio web y organizan las contribuciones financieras mensuales para el trabajo político del PST.

En el evento de clausura, Samir Hazboun describió cómo se integró recientemente al partido. Hazboun había convencido a otras personas de la región de Tennessee donde él vivía a participar en brigadas a Cuba para aprender más sobre esa revolución de trabajadores y campesinos. Tanto en Cuba como a su regreso, ha trabajado con miembros del PST no solo para explicar y defender la revolución socialista de Cuba sino, sobre todo, para emular su ejemplo, organizándose para hacer una revolución en Estados Unidos.

El incremento en las luchas obreras hoy ayuda a reclutar a trabajadores y jóvenes al Partido Socialista de los Trabajadores, dijo Hazboun.

La conferencia cerró con una colecta de 33 800 dólares para una campaña de fondos de verano.


1 Entre ellos se encuentran El origen de la familia, la propiedad privada y el estado de Federico Engels; Is Biology Woman’s Destiny? [¿Es la biología el destino de la mujer?] y otros títulos de Evelyn Reed; Los cosméticos, las modas y la explotación de la mujer por Reed y Joseph Hansen, con una introducción de Waters; Las mujeres en Cuba: Haciendo una revolución dentro de la revolución por Vilma Espín y otros; La emancipación de la mujer y la lucha africana por la libertad por Thomas Sankara; un folleto difícil de encontrar de Lenin, The Emancipation of Women [La emancipación de la Mujer]; y Women and the Family [Mujeres y la familia] por Leon Trotsky.

2 La lectura para estas clases, enviada a los participantes antes de la conferencia, incluyó la declaración del PST “Por el reconocimiento de un estado palestino y de Israel”; “Revolución, contrarrevolución y guerra en Irán”; y “¡Estados Unidos fuera de Corea! Una historia desconocida”, todos disponibles en el sitio web del Militante, así como los libros Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, de Jack Barnes; Maurice Bishop Speaks [Habla Maurice Bishop]; y El segundo asesinato de Maurice Bishop por Steve Clark.