Nuevas luchas abren puertas para forjar sindicatos

Editorial
23 de julio de 2018

Las recientes huelgas y protestas de maestros en Virginia del Oeste, Oklahoma, Kentucky, Arizona, Colorado y Carolina del Norte esta primavera fueron un soplo de aire fresco que señalaron el camino a seguir para revitalizar el movimiento obrero y ganar nuevos miembros para los sindicatos.

“Hemos visto un aumento del 13 por ciento en la afiliación al sindicato debido a la huelga”, dijo Ed Allen, presidente de la Federación de Maestros de Oklahoma City. De manera similar en otros estados, los trabajadores escolares están encontrando nuevas formas de usar el poder sindical y se están afiliando.

Varios de los estados donde los maestros sacudieron el tapete son los llamados “estados con derecho al trabajo”, donde no se permite la deducción obligatoria de cuotas sindicales y se les niega a los maestros el derecho de negociación colectiva, poniendo en manos de la legislatura los niveles salariales y las condiciones laborales. Pero nada de esto impidió que las filas libraran estas luchas, fortaleciendo sus sindicatos y logrando avances reales.

La cúpula sindical, los meritócratas al frente de las organizaciones no gubernamentales “progresistas” y los medios liberales están pintando un cuadro muy diferente, prediciendo la catastrofe y penumbre tras el fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos el 27 de junio en el caso Janus. En una votación de cinco a cuatro, los árbitros de la “justicia” de la clase gobernante sostuvieron que no se puede seguir obligando a los trabajadores públicos a pagar cuotas u “honorarios de agencia” a los sindicatos que los representan.

El fallo del tribunal se propone “destruir los sindicatos del sector público”, escribieron los directores del New York Times. “‘Preparándose para lo peor’: los sindicatos se ajustan a pérdida de afiliados”, leía un titular del Washington Post.

La verdad es que los sindicatos han estado perdiendo terreno durante décadas, y no se debe a las leyes antisindicales ni fallos judiciales. Se debe a que la cúpula sindical han atado nuestros sindicatos al voto a favor de políticos sobre todo del Partido Demócrata, en vez de organizar a los no sindicalizados y forjar un movimiento sindical combativo que sea parte de un amplio movimiento social que defienda e inspire a todos los trabajadores, a los desempleados y los oprimidos.

Esto es aún más cierto para los funcionarios de los sindicatos de trabajadores públicos, que nos dicen que estamos votando no solo por un supuesto “amigo de los trabajadores”, sino que por quien va a ser nuestro patrón.

Para estos funcionarios, el sistema garantiza su base de cuotas, aún cuando no hacen nada para organizar y movilizar a los trabajadores para defender sus intereses de clase.

De este modo la membresía sindical en las fábricas, minas, transporte y comercio minorista en el sector privado disminuyó del 35 por ciento en la década de 1950 al 6.5 por ciento en la actualidad. El nivel de sindicalización entre los empleados públicos se ha mantenido más alta, pero también ha disminuido. Y, como resultado del fallo, sin duda disminuirá más.

Al forjar un sindicato de lucha de clases en Minneapolis y el centro norte del país en la década de 1930, el Local 574 del sindicato de choferes Teamsters, dirigido por miembros del Partido Socialista de los Trabajadores y otros sindicalistas, ofrece un ejemplo de gran valor de cómo abordar esta cuestión hoy. En su libro Poder Teamster, el antiguo dirigente de los Teamsters y del PST Farrell Dobbs describió perfectamente el “criterio burocrático” que “concibe el taller cerrado como instrumento liberador —pero para los burócratas, no para los trabajadores”— porque permitió a los funcionarios “que más o menos libremente desoigan o actúen en contra de los deseos de las filas. Por mucho descontento que esto pueda crear entre los trabajadores, aún tendrán que pagar la cuota, y los burócratas siguen teniendo las arcas del sindicato a su disposición”.

Los militantes de los Teamsters recaudaban sus cuotas visitando a los trabajadores y discutiendo qué se debía hacer para fortalecer al sindicato.

“Cuando los trabajadores se sienten inspirados por el sindicato”, dice Dobbs, “desarrollan un sano resentimiento contra los gorrones en el centro de trabajo y buscan formas de obligarlos a que al menos contribuyan financieramente a la causa. Eso los lleva a apoyar el que se incluya en el convenio con un patrón una cláusula que haga obligatorio el pago de la cuota sindical”.

Lejos de que los sindicatos estén condenados, las luchas de los maestros demostraron el camino a seguir para fomentar la capacidad de lucha de nuestros sindicatos hoy día.