Los demócratas siguen al frente de frenéticos ataques contra derechos políticos y constitucionales fundamentales tras la acusación sin pruebas hecha por Christine Blasey en la audiencia del Comité Judicial del senado el 27 de septiembre de haber sido agredida sexualmente por Brett Kavanaugh.
Durante la audiencia sobre la nominación de Kavanaugh a la Corte Suprema los senadores liberales atacaron particularmente la presunción de inocencia, un derecho por el que lucharon los trabajadores y que necesitamos cuando nos organizamos para responder a los ataques de los patrones y sus partidarios, tanto en el partido Republicano como en el Demócrata.
Tras la audiencia, el presidente Donald Trump aceptó la solicitud de que la policía política de Washington, el FBI, interrogara a algunas personas sobre los cargos.
Los demócratas pretendían derrotar la nominación de Kavanaugh con el fin de impulsar sus esfuerzos para sacar a Trump de la presidencia y prevenir que una vez más la Corte Suprema tenga una mayoría de jueces con reputación conservadora.
Como todas las nominaciones a la Corte Suprema, la Casa Blanca nominó a Kavanaugh para impulsar los intereses de la clase dominante en contra de los trabajadores. Kavanaugh fue parte de los fallidos esfuerzos de Kenneth Starr para destituir al ex presidente William Clinton. Fue secretario de personal del ex presidente George W. Bush, y fue parte de los esfuerzos de esa administración para impulsar la “guerra contra el terror” de los gobernantes imperialistas, incluida la expansión de las operaciones de espionaje doméstico y el abuso de prisioneros en la Bahía de Guantánamo.
Ford dijo en la audiencia que estaba segura que Kavanaugh la había agredido sexualmente hace 36 años en un día y lugar que no recuerda. Inicialmente hizo la denuncia de manera anónima, con la esperanza de que fuera investigada en privado. Pero una vez que su nombre fue filtrado a la prensa, los demócratas se apoderaron de su acusación para tratar de posponer las deliberaciones de nominación hasta después de las elecciones en noviembre. La otra persona que Ford dice que estuvo presente cuando ocurrió el ataque dice que no tiene ninguna memoria de que esto haya ocurrido.
No se presentaron cargos penales contra Kavanaugh por las acusaciones de Ford, ni por otras dos alegaciones aún menos comprobables. Kavanaugh describió las alegaciones como “calumnias de último minuto”.
Las audiencias del Senado no tienen el poder de enjuiciar a nadie y Kavanaugh no enfrenta una sentencia. Pero la audiencia y la campaña de acusaciones amañadas en el New York Times, el Washington Post y otros órganos liberales, se está convirtiendo en un juicio público, pero uno donde la presunción de inocencia, la duda razonable y el debido proceso no cuentan. Todo se vale.
Los demócratas, la prensa liberal y la izquierda de clase media han intensificado su histeria, haciendo eco de la campaña por Internet #MeToo que dice que “se debe creer” a los sobrevivientes de agresiones sexuales. Lo único que se necesita, dicen, es la acusación de una mujer para saber que es verdad.
Pero esta afirmación está lejos de ser una expresión de los derechos de la mujer, es un ataque contra los derechos. Socava la lucha por la emancipación de la mujer, que solo puede ser realizada por el pueblo trabajador en su lucha para tomar y ejercer el poder político, una lucha que requiere defender, y no ceder, las protecciones constitucionales.
La presunción de inocencia
Todo esto debilita los derechos que han costado mucho ganar que establecen que la carga de la prueba recae en el acusador, no en el acusado, quien debe ser considerado inocente y tratado como tal, a menos que se demuestre su culpabilidad en un juicio más allá de cualquier duda razonable.
El anuncio de la investigación del FBI deleitó al ex jefe de esta agencia James Comey. Es un héroe de la izquierda porque intentó cambiar las elecciones de 2016 a favor de Hillary Clinton y ha estado a la delantera de los esfuerzos para desacreditar a Trump. Los que impulsan esta cruzada sirven para fortalecer la credibilidad de la policía política de los capitalistas, la cual tiene un historial de espiar y actuar contra el movimiento obrero y las luchas sociales.
En un artículo de opinión publicado en el Times el 30 de septiembre, Comey instó a los agentes del FBI a ser “implacables” al interrogar a los testigos. Comey dice que cualquiera que se niegue a hablar con el FBI, un derecho protegido por la Quinta Enmienda a la Constitución, “es su propio tipo de declaración”, insinuando que quienes se aferran al derecho de no incriminarse tienen algo que ocultar. Sin ninguna prueba, Comey acusó a Kavanaugh de que “obviamente” mintió en las audiencias del comité.
La clase trabajadora no tiene ningún interés en que si Kavanaugh es confirmado o no a la Corte Suprema. Tanto los demócratas como los republicanos veneran al tribunal y a sus jueces como guardianes del sistema de “justicia” capitalista. Independientemente de que se designe a un juez de la izquierda o de la derecha de la política burguesa al tribunal, esto no cambia el hecho de que tomará decisiones que sirvan los intereses de la clase explotadora como lo ha hecho durante cientos de años.
Pero la presunción de inocencia sí importa. Es un derecho que los trabajadores han tenido que defender en innumerables batallas sindicales y de lucha de clases, durante las movilizaciones de masas dirigidas por los negros que derrocaron la segregación racial Jim Crow y en luchas contra las guerras de los gobernantes. La noción de que todo lo que se necesita saber es la acusación de una mujer para establecer la culpabilidad de una persona es una burla de las lecciones aprendidas de estas luchas. Falsas acusaciones de abuso sexual y violación se han usado para atacar a africano americanos como los Scottsboro Boys (los jóvenes de Scottsboro) y a luchadores obreros.
Nueve adolescentes africano americanos fueron enjuiciados en un caso amañado y ocho de ellos condenados a muerte después de acusaciones falsas de violación hechas por dos mujeres caucásicas en Scottsboro, Alabama, en 1931. Una de las acusadoras, Ruby Bates, luego retractó su testimonio y fue testigo de la defensa, durante un nuevo juicio. La Corte Suprema anuló dos veces los veredictos de culpabilidad en este caso.
El caso amañado y el linchamiento de Emmett Till y muchos otros acusados falsamente de agresión sexual ayudaron a impulsar el movimiento por los derechos civiles.
Más recientemente el sindicalista y miembro del Partido Socialista de los Trabajadores, Mark Curtis, fue golpeado por la policía y acusado falsamente de intento de violación y robo en Des Moines, Iowa, en 1988. El caso amañado se produjo cuando Curtis participaba en una lucha contra el arresto de 17 trabajadores inmigrantes en la planta empacadora de carne donde trabajaba. Susan Mnumzana, entonces secretaria de asuntos de la mujer en la misión de observador ante Naciones Unidas del Congreso Nacional Africano; Edna Griffin, dirigente prominente de la lucha por los derechos de los negros en Des Moines; y miles de otros se sumaron en su apoyo. Una campaña de defensa internacional ganó su libertad condicional siete años después de haber sido condenado en el caso amañado.
Dichos casos amañados no son los últimos que los trabajadores tendrán que enfrentar bajo el dominio capitalista, ya que los patrones se ven impulsados a castigar a quienes encabezan la oposición a sus esfuerzos para hacer pagar a los trabajadores por su crisis. Según ellos, todos los trabajadores, especialmente los que defienden la dignidad, la solidaridad y se organizan independientemente de los partidos de los patrones y su estado, se presumen culpables.
El derecho a un juicio, a cuestionar a tu acusador y a no ser presumido culpable como resultado de insultos en la prensa o por parte de opositores políticos, es crucial para la clase trabajadora y para todos los que luchan contra los ataques de los gobernantes capitalistas.