Crisis política de capitalistas marca Foro en Davos

Por Terry Evans
18 de febrero de 2019
Protesta de los chalecos amarillos en París el 26 de enero, una de muchas por todo el país contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron. Patrones en Davos expresaron temor de que este tipo de acciones por trabajadores sean anticipo de futura inestabilidad.
Serge D’IgnazioProtesta de los chalecos amarillos en París el 26 de enero, una de muchas por todo el país contra el gobierno del presidente Emmanuel Macron. Patrones en Davos expresaron temor de que este tipo de acciones por trabajadores sean anticipo de futura inestabilidad.

La reunión anual de alrededor de 3 mil patrones, banqueros y especuladores, jefes de estado y sus séquitos meritocráticos en el Foro Económico Mundial tuvo lugar en Davos, Suiza, del 22 al 25 de enero. El encuentro estuvo marcado por la agudización de la crisis política de muchos de los gobiernos representados allí.

El presidente Donald Trump, optó por quedarse en casa en medio de un cierre gubernamental provocado por diferencias en torno al ritmo de la inmigración. Tampoco asistió el presidente francés, Emmanuel Macron, uno de los “globalistas” más fervientes del continente, quedándose para lidiar con las protestas de los chalecos amarillos por parte del pueblo trabajador por todo el país. Y la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, se quedó en Londres a medida que se acerca la fecha límite de marzo para la separación de la Unión Europea. Estos sucesos reflejan la marca de la clase obrera en la política actual.

Establecido en 1971, el Foro Económico Mundial se ha convertido en uno de los vehículos del “orden mundial” establecido después de la Segunda Guerra Mundial, a través del cual los gobernantes capitalistas de distintas naciones buscan ventajas frente a sus rivales. Y donde las personalidades liberales se reúnen para inflar sus esquemas y temas antiobreros que están resueltos a imponernos.

A menos que sea un presidente u otro funcionario gubernamental, para asistir al evento de este año, llamado “Globalización 4.0”, uno debe ser invitado y pagar 20 mil dólares. Una vez dentro, un hot dog cuesta 43 dólares.

Hoy día, organizaciones como el Foro Económico Mundial, la Unión Europea y la Organización Mundial del Comercio se están resquebrajando por la creciente competencia entre los capitalistas, la cual es consecuencia de la disminución de sus tasas de ganancias durante las últimas cuatro décadas.

En los últimos años el foro ha estado marcado por la disminución de la influencia de los capitalistas norteamericanos, la disminución mucho más grande de la fortuna de las otras potencias capitalistas que estaban del lado de Washington en la segunda guerra mundial imperialista, y la creciente influencia de Beijing. Pero no hay ninguna potencia en ascenso que pueda igualar por ahora la influencia económica y militar del imperialismo norteamericano.

Para el presidente Trump, eventos como el foro son cada vez menos importantes. Su gobierno busca impulsar los intereses de los capitalistas de EE.UU. entablando conversaciones directas con los líderes de otros gobiernos, eludiendo todos los organismos mundiales “globalistas”. La administración Trump impone aranceles proteccionistas y sanciones por un lado y promesas de ayuda y relaciones rentables por el otro en sus “negociaciones” con los rivales de Washington.

“Estas rupturas son un suceso positivo”, dijo el secretario de estado Mike Pompeo en un mensaje de video transmitido a la reunión. Estaba respondiendo a la canciller alemana, Angela Merkel, y a una larga lista de otros oradores que atacaron las políticas comerciales unilaterales de Washington. El antiguo ministro de comercio de India, Kamal Nath, dijo que Trump estaba “liderando al mundo para hacer colapsar el orden comercial global”.

Para los capitalistas de EE.UU., el “orden comercial global” significa, como lo expresa Trump, “Estados Unidos primero”.

“Las familias dominantes estadounidenses y sus rivales en Europa y el Pacífico hacen intentos incesantes para maximizar sus propias ganancias a nivel mundial”, explica Steve Clark en la introducción a El historial antiobrero de los Clinton; por qué Washington le teme al pueblo trabajador. “Y es el pueblo trabajador en todo el mundo que carga con el mayor peso de esa creciente calamidad social”.

Consejo de un multimillonario

En una carta a la reunión, el inversionista multimillonario norteamericano Seth Klarman, cuyo asesoramiento anual del foro es buscado por muchos inversionistas capitalistas de todo el mundo, advirtió que la creciente deuda gubernamental podría desencadenar “la próxima crisis financiera”. Y advirtió, “No puede ser todo como de costumbre en medio de constantes protestas, revueltas, paros y el aumento de las tensiones sociales”.

La fragmentación de la Unión Europea estaba a la vista de todos. Las autoridades de la Unión Europea habían amenazado con medidas disciplinarias contra el gobierno italiano por su deuda de 2.8 billones de dólares, que dicen rompe las “reglas de la Unión Europea”. Pero luego lo ignoraron cuando el gobierno de Italia prometió controlar algunos de sus planes de gasto social.

Formada para dar a los capitalistas de Europa una influencia mayor en conflictos con los capitalistas norteamericanos, la UE es utilizada por los gobernantes capitalistas en Alemania y, en menor grado, en Francia, para aumentar sus ganancias a expensas de sus rivales más débiles en Grecia, España e Italia, azotando más fuerte al pueblo trabajador de esos países.

El 17 de enero el parlamento de la UE adoptó medidas que permiten que la Comisión Europea retenga fondos a cualquier estado miembro, facilitando que los burócratas de la UE puedan castigar a gobiernos como el de Italia o Grecia con los que se encuentren en conflicto.

Los funcionarios de la UE están ansiosos de mantener al Reino Unido vinculado a la “Unión” Europea a pesar de la votación del referéndum de 2016, donde una mayoría, en gran medida obrera, votó a favor de que Gran Bretaña saliera del bloque comercial proteccionista. La primera ministra May, quien, como la mayoría de los gobernantes capitalistas británicos, quiere quedarse en la UE, está buscando apoyo parlamentario a sus planes para desafiar el voto y mantener lo más posible la integración del Reino Unido a la UE .

La indiferencia gubernamental a las condiciones de depresión que acechan a millones de trabajadores ha estimulado un creciente apoyo electoral para los partidos que se oponen a la UE y un descontento más amplio en gran parte de Europa. El jefe de los fondos de pensiones federales canadienses, Michael Sabia, hizo eco del temor de muchos gobernantes capitalistas cuando le dijo a la multitud de Davos que las protestas de los chalecos amarillos que se extienden por gran parte de Francia son un anticipo de la “inestabilidad futura”.