El adiestrado por Washington dirigente de la oposición en Venezuela, Juan Guaidó, quien se proclamó presidente en enero, apeló al gobierno norteamericano el 25 de febrero que tomara medidas más agresivas para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Pero el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien se reunió con Guaidó y funcionarios gubernamentales de 11 países latinoamericanos en Bogotá, lo ignoró y dijo que Washington prefiere redoblar la presión económica.
Washington, Guaidó y los gobiernos de Colombia y Brasil intentaron de forma provocativa meter por la frontera un puñado de camiones con alimentos y medicinas el 23 de febrero. Centenares de manifestantes, organizados por la oposición, acompañaron a los camiones arrojando piedras y otros objetos tratando de escalar una confrontación. Aunque un pequeño número de soldados desertaron, las fuerzas armadas continúan respaldando a Maduro. Soldados y policías bloquearon los camiones. Junto con los llamados colectivos, grupos de civiles armados partidarios de Maduro, mataron al menos a cuatro manifestantes e hirieron a más de 300.
Los trabajadores y agricultores en Venezuela están enfrentando una profunda crisis social y económica. Ante la desnutrición y escasez de medicamentos generalizada y otros problemas sociales, tres millones de venezolanos, desmoralizados por la crisis y la falta de un liderazgo que señale un camino hacia adelante para los trabajadores, han huido del país. Pero Maduro alega que no hay crisis.
El 28 de enero, el gobierno de Estados Unidos congeló las cuentas bancarias del gobierno venezolano en Estados Unidos, incluidas las de la empresa petrolera estatal PDVSA y su filial Citgo. El 25 de febrero Washington impuso sanciones adicionales. El pueblo trabajador es el que paga el precio.
El Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos llama a los trabajadores a exigir ¡Washington manos fuera de Venezuela!
Revolución bolivariana de Chávez
Hugo Chávez fue electo presidente de Venezuela en 1998 — a raíz de un estallido popular ocurrido durante la década anterior. Chávez aumentó las expectativas entre el pueblo trabajador prometiendo poner fin a la corrupción y el “despilfarro” de la vasta riqueza petrolera. Entretanto, el pueblo trabajador buscó como impulsar sus demandas por tierra, empleos y trato digno, y empezó a adquirir confianza y experiencia en si mismos en la lucha.
Sin embrago, Chávez, un ex paracaidista, y otros oficiales a su alrededor, en vez de dirigir al pueblo trabajador en un curso revolucionario, utilizó los fondos petroleros para financiar programas de bienestar social que paulatinamente desmovilizaron a los trabajadores y agricultores y los desviaron de la tarea de tomar el poder de manos de la clase capitalista.
Esto es lo contrario de cómo Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio dirigieron a los trabajadores y agricultores cubanos a tomar el poder político, y utilizar su nuevo gobierno para impulsar sus intereses hacia la erradicación de la explotación y opresión capitalista.
Los intentos de los gobiernos de Chávez y Maduro de “administrar” el mercado capitalista estaban destinados a fracasar desde el principio. Cuando los precios del petróleo se desplomaron, los fondos para los programas de bienestar se contrajeron. La crisis fue agravada por políticas que enriquecieron a una capa de la clase capitalista y a muchos de los oficiales castrenses encargados de administrar la industria petrolera y otras, así como por la corrupción generalizada.
Al mismo tiempo, los gobernantes norteamericanos han odiado los vínculos entre Venezuela y el gobierno revolucionario de Cuba. Temen que los trabajadores en Venezuela y América vean a la Revolución Cubana como un ejemplo. Cuba envió decenas de miles de voluntarios para ayudar a establecer y atender clínicas médicas, enseñar en programas de alfabetización, promover deportes y como asesores militares.
Washington quiere aprovechar la crisis en Venezuela para manchar la imagen de la Revolución Cubana diciendo que lo que existe en Venezuela es el “socialismo”.
Defender la soberanía de Venezuela
Los que vinculan oposición a la injerencia de Washington en Venezuela con dar apoyo a las políticas del gobierno de Maduro debilitan la lucha para defender la soberanía de Venezuela.
El Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad como parte de su llamado a protestas para exigir ¡Manos Fuera de Venezuela! dice que bajo Maduro, Venezuela “funciona de forma normal a pesar de la histeria del caos”.
Entonces, ¿cómo explicar los estantes vacíos en las tiendas, las largas filas para necesidades subsidiadas, el resurgimiento de la malaria, la difteria y el sarampión, que comenzaron años antes de que el imperialismo estadounidense impusiera mayores sanciones?
Max Blumenthal, un comentarista liberal que ha escrito para The Nation, Huffington Post y Al Jazeera, publicó un video en YouTube el 21 de febrero sobre su visita al supermercado Gama en Caracas. Blumenthal intercala fotos de este supermercado bien surtido con reportajes de los principales medios de comunicación estadounidenses sobre estantes vacíos en tiendas por todo el país, sugiriendo que los reportajes son falsos.
Pero Blumenthal omite algunos datos claves. Gama es una de varias tiendas para la clase media alta y los capitalistas, no para los trabajadores. Se especializa en productos importados. Él tomó una botella de aceite de oliva y señaló que cuesta alrededor de 40 dólares, 3.5 veces más que el salario mínimo mensual.
Lo que muestra la visita de Blumenthal es que los capitalistas de Venezuela y la clase media alta están bien. Pero ese no es el caso de los trabajadores y agricultores. Para hacer frente a los desafíos actuales los trabajadores en Venezuela necesitan hacer lo que los trabajadores en Cuba hicieron en 1959: forjar su propia organización y dirección para tomar el poder. El pueblo trabajador en Estados Unidos puede brindar solidaridad exigiendo que Washington no interfiera.