En las últimas semanas ha habido una escalada de violencia en las calles encabezada por antifa y dirigentes de Black Lives Matter, y de algunos vigilantes derechistas, desde Portland, Oregón, hasta Kenosha, Wisconsin. El saqueo, la intimidación, los incendios provocados, enfrentamientos callejeros y los tiroteos son una amenaza mortal para la clase trabajadora.
Durante meses, los grupos de antifa diariamente han realizado actos provocativos en Portland, que han incluido ataques a la policía, incendios y ventanas quebradas. Estos actos representan un peligro para los trabajadores que están buscando como resistir los esfuerzos de los patrones de imponer las consecuencias de la crisis capitalista sobre nuestros hombros. Atentan contra las luchas sindicales, y las luchas contra la brutalidad policial y por los derechos de los negros.
La noche del 29 de agosto, cientos de personas en una caravana de vehículos cruzaron el centro de Portland ondeando banderas a favor de Trump y de la policía. Fueron bombardeados con piedras, huevos y otros proyectiles por los grupos que han estado atacando los edificios federales. Algunos derechistas respondieron disparando bolas de pintura y spray de pimienta.
En medio de estos enfrentamientos, Aaron “Jay” Danielson, un partidario del grupo de derecha Patriot Prayer, fue muerto a tiros por el partidario de antifa Michael Reinoehl, según las autoridades. El 4 de septiembre, Reinoehl fue rodeado y muerto por agentes federales y policías locales.
Las publicaciones de Reinoehl en las redes sociales muestran cómo los partidarios de antifa glorifican la violencia. “Soy 100% ANTIFA totalmente”, escribió en Instagram en junio. “¡Estoy dispuesto a luchar por mis hermanos y hermanas! Aun cuando algunos sean demasiado ignorantes para darse cuenta de lo que realmente defiende antifa…. Será una guerra y, como todas las guerras, habrá bajas”.
El 29 de agosto, asistí a una protesta en Kenosha contra el ataque a disparos por la policía contra Jacob Blake el 23 de agosto. La protesta fue convocada por la familia Blake para condenar la brutalidad policial y llamar al cese de la violencia por parte de fuerzas anarco-radicales a principios de la semana. En una protesta del 25 de agosto, Kyle Rittenhouse, de 17 años, disparó contra tres partidarios de Black Lives Matter matando a dos de ellos.
Aunque la manifestación del 29 de agosto se denominó “Marcha por la paz”, uno de los oradores, que no fue identificado por su nombre, dijo: “Si matas a uno de nosotros, es hora de que matemos a uno de los tuyos”. Terminó su discurso con la consigna “La raza primero”. Varios individuos vestidos de negro, algunos portando armas abiertamente, participaron como grupo en la manifestación.
Los liberales en las juntas directivas del New York Times y los medios afines echan una mano, insistiendo en que no hay ningún problema. El columnista del New York Times Paul Krugman escribió el 3 de septiembre que los informes sobre “anarquistas invisibles” eran simplemente “fantasías espeluznantes”.
Cuando las protestas contra la brutalidad policial estallaron hace unos meses, el sentimiento de que las vidas de los negros importan se generalizó entre millones de trabajadores que se identificaron con esta lucha. Pero las acciones organizadas por dirigentes de Black Lives Matter cada vez más van dirigidas contra el pueblo trabajador. Esto incluye silenciar, avergonzar e intimidar a los transeúntes, en clara evidencia de que no tienen nada que ver con forjar un movimiento amplio de clase trabajadora.
Una marcha el 24 de agosto en Washington, en torno a los disparos de la policía a Blake degeneró cuando algunos participantes rodearon a comensales en los restaurantes, acusándolos de estar disfrutando los “privilegios de los blancos”. Un video muestra a decenas de personas coreando: “El silencio blanco es violencia” mientras se apiñaban alrededor de una comensal, Lauren Victor, y le lanzaban una lluvia de insultos cuando se negó a levantar su puño como exigían. De hecho, Victor había participado en las protestas contra la brutalidad policial.
Durante la misma protesta, los manifestantes corearon: “Fuego, fuego, gentrificador: aquí vivían negros”, como lo han hecho en otros lugares. Dichas exhortaciones no tienen nada que ver con resolver la crisis de la vivienda y todo con alimentar resentimientos violentos y venenosos.
Las casas de funcionarios públicos se han convertido en blancos de estas agrupaciones desde St. Louis hasta Chicago, Portland y Washington. En Oak Park, en las afueras de Chicago, más de 100 personas se congregaron frente a la casa del alcalde Anan Abu-Taleb mientras la junta directiva del pueblo se reunía en una teleconferencia el 25 de agosto. Golpearon las ventanas, destrozaron el patio y cometieron otros actos de vandalismo
A la vez que glorifican la violencia, las encarnizadas fuerzas de antifa, de composición de clase media, arremeten contra “la élite”, anteponen la acción de grupos pequeños a la lucha política y son ajenos a la clase trabajadora. Tienen mucho en común con los grupos fascistas a los que dicen oponerse. Otros han recorrido ese camino anteriormente, como el líder del Partido Socialista italiano Benito Mussolini, quien llegó a liderar las fuerzas fascistas al poder en 1922.
Muchos liberales elogian estos actos destructivos. La National Public Radio publicó una entrevista con Vicky Osterweil, autora del libro In Defense of Looting (En defensa del saqueo). Osterweil afirma que el saqueo es “jovial y liberador” porque significa que la gente no tiene que “depender de un empleo o un salario”.
Líderes de Black Lives Matter tienen la misma línea. En una pequeña acción organizada por el grupo en Chicago, los participantes portaron una pancarta que decía: “Nos han saqueado nuestro futuro … Nos toca saquear a nosotros”.
Lo que menos ronda en la mente de estas personas es movilizar al pueblo trabajador para luchar por lo que más necesitamos: trabajos, ayuda para desempleados, mejores salarios y condiciones laborales. Su meta no es acabar con el capitalismo, sino obtener más de sus beneficios y puestos para los que ellos consideran que se lo merecen: ellos mismos y sus similares entre meritócratas “con conciencia” de todos los colores de piel.
La clase capitalista y sus sirvientes en el gobierno, ya sean republicanos o demócratas, en cierto momento usarán la fuerza para detener brutalmente el caos que están fomentando estos grupos. Ya han desplegado fuerzas federales en Portland. La Guardia Nacional ya está en Kenosha. Las fuerzas de “la ley y el orden” de los patrones no están ahí para proteger al pueblo trabajador sino para defender a los gobernantes, y sobre todo de las luchas del pueblo trabajador.
Los actos violentos de antifa y Black Lives Matter es lo opuesto de las movilizaciones amplias e integradoras que se organizaron a fines de mayo, en gran parte por jóvenes en miles de ciudades grandes y pequeñas de todo el país en respuesta a la brutalidad policial.
Las familias que han perdido a seres queridos a causa de la violencia policial no han dejado de exigir que se enjuicie a los policías responsables. Hay sindicalistas que se están enfrentando a los incesantes ataques de los patrones contra los salarios y los empleos, como los huelguistas de las tiendas Dominion en Newfoundland, Canadá. Estas luchas merecen la solidaridad y señalan el camino para construir el movimiento obrero combativo que necesitamos.
En el curso de estas luchas y luchas más amplias en los años venideros los trabajadores aprenderemos a defendernos de manera disciplinada de los ataques de los patrones y los policías que sirven su régimen. Y veremos más claramente el carácter de clase media y el peligroso curso antiobrero de antifa y del liderazgo de Black Lives Matter.
Al hacerlo, ganaremos confianza en nuestra propia fuerza y tendremos la oportunidad de construir un movimiento capaz de poner fin al dominio capitalista y remplazarlo con nuestro propio gobierno.