Declaración del PST

Abolir la pena de muerte, un arma de opresión capitalista

8 de febrero de 2021

Declaración de Joanne Kuniansky, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para gobernadora de Nueva Jersey emitida el 20 de enero.

“Es una maquinaria enorme para moler hombres”, así es como el revolucionario cubano Ramón Labañino describe al sistema de “justicia” capitalista. Labañino fue uno de los Cinco Cubanos, falsamente acusados y encarcelados en Estados Unidos por hasta 16 años por defender su revolución.

Donde mejor se pudo ver esto fue en las 13 ejecuciones realizadas por el gobierno federal en los últimos siete meses, tras una pausa de 17 años. Las dos más recientes fueron consagradas por la mayoría de los “magistrados” de bata negra de la Corte Suprema de Estados Unidos.

La ejecución el 13 de enero de Lisa Montgomery, una mujer diagnosticada de trastornos mentales graves y que fue mantenida bajo confinamiento solitario desde 2007, es solo un ejemplo de la crueldad de los gobernantes capitalistas.

La pena de muerte es un arma que la clase gobernante utiliza para aterrorizar y romper el espíritu de los trabajadores y agricultores. La han utilizado contra militantes obreros que se han opuesto a los patrones en décadas pasadas, como los mártires de Haymarket y el militante de los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW) Joe Hill. La utilizarán de nuevo en el futuro cuando los trabajadores y agricultores nos defendamos y nos rebelemos contra los ataques de los patrones y su gobierno.

Miles más son condenados a muerte por la aceleración del ritmo de trabajo y otras condiciones laborales peligrosas que imponen los patrones en su afán por ganancias en las fábricas, almacenes, obras de construcción y ferrocarriles por todo el país. Todos los trabajadores tenemos algo en juego en la lucha por el control obrero de la producción y la seguridad en el trabajo. Y en participar en protestas para exigir el fin inmediato del uso de la pena de muerte por parte de los gobernantes.

Junto a las ejecuciones y la violencia mortal aplicada por la policía, el porcentaje de presos per cápita mantenido por los gobernantes norteamericanos es mayor que en cualquier otro país del mundo, y son principalmente de la clase trabajadora y desproporcionadamente trabajadores negros. Las cárceles, plagadas de abusos de los derechos de los reclusos, son instrumentos de castigo de la clase dominante. Las familias capitalistas —una pequeña minoría de la población— utilizan un sistema judicial amañado contra los trabajadores para mantener su dominio.

Fianzas onerosas aseguran que miles de personas languidecen en la cárcel durante meses e incluso años antes de su juicio. Los fiscales usan amenazas de largas condenas para obligar a los trabajadores a aceptar un acuerdo de culpabilidad y solo una pequeña fracción de los acusados de un “delito” van ante un juez. Esto atenta contra el derecho a la presunción de inocencia hasta que se demuestre culpabilidad.

Las injusticias y brutalidades inherentes al régimen capitalista pueden ser controladas por un tiempo como resultado de luchas de los trabajadores. Pero para establecer las bases para la eliminación de esta brutalidad es necesario que organicemos a millones para luchar para reemplazar la dictadura del capital con un gobierno de trabajadores y agricultores, como lo hizo el pueblo trabajador en Cuba revolucionaria.

Un gobierno de trabajadores y agricultores es la herramienta más poderosa que tiene nuestra clase para profundizar las luchas para acabar con todo tipo de explotación y opresión.

El Partido Socialista de los Trabajadores exige: ¡Poner fin a la pena de muerte!