Luchar por el control obrero de la producción

Casa Blanca ataca trabajadores utilizando poderes ejecutivos

Por Terry Evans
8 de febrero de 2021
Protest in Camacari, Brazil, Jan. 12 against Ford’s decision to close its auto factories in Brazil.
Protesta en Camacari, Brasil, el 12 de enero, contra cierre de fábricas de autos de la Ford.

El presidente Joe Biden pasó sus primeros días en el cargo emitiendo órdenes ejecutivas, evitando el debate y la votación en el congreso. Pretende sellar a las agencias gubernamentales y mucho más con lo “políticamente correcto”. Estas medidas son un peligro para la clase trabajadora.

Al mismo tiempo, nada ha cambiado con respecto al desastroso desempleo que aqueja a los trabajadores. Su administración, como la de Trump, gobierna sobre una crisis que los patrones están descargando sobre las espaldas de los trabajadores.

Los cierres de producción y comercio bajo el pretexto de combatir la COVID-19 están aumentando los recortes de empleos, especialmente entre los trabajadores de restaurantes, tiendas minoristas, líneas aéreas y hoteles. La proporción empleada de la población (el porcentaje de personas en edad de trabajar que realmente tienen un trabajo) bajó del 61 por ciento registrado el año anterior al 57.4 por ciento en diciembre. Y esto no incluye al número creciente de millones de personas obligadas a trabajar a tiempo parcial. Alrededor del 29 por ciento de los negocios pequeños cerraron permanentemente el año pasado.

Muchos patrones dicen que los trabajadores tendrán que “escoger” entre recortes de empleo o recortes salariales. Muchos imponen ambos.

“Los trabajadores y nuestros sindicatos deben luchar por una semana laboral más corta sin recortes en el salario neto”, dijo Joanne Kuniansky, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para gobernadora de Nueva Jersey, en un evento el 23 de enero en la sede de la campaña en Union City. “Y luchar por un programa de obras públicas financiado por el gobierno para que millones de personas puedan trabajar con salarios a escala sindical, construyendo escuelas, hospitales, guarderías y otras cosas que los trabajadores necesitan”.

Kuniansky, una trabajadora de Walmart, visitó la línea de piquetes de los trabajadores en huelga del mercado de frutas y vegetales de Hunts Point y ha utilizado su campaña para ganar apoyo a esta lucha.

“Solo un curso de lucha de los trabajadores como clase contra los gobernantes capitalistas ofrece un camino para avanzar”, dijo. “Los trabajadores necesitan organizar su propio partido, un partido obrero. La campaña del PST es un ejemplo de lo que podría hacer un partido obrero para llevar a millones a derrocar el gobierno capitalista y establecer un gobierno de trabajadores y agricultores”.

Los “deplorables”, blanco de liberales

Miles de efectivos de la Guardia Nacional y de las fuerzas armadas fueron movilizadas para la inauguración de Biden el 20 de enero y en los capitolios estatales, por las supuestas “amenazas” de ataques por parte de aspirantes a paramilitares y partidarios de teorías de conspiración.

Estas medidas de seguridad pretendían potenciar su campaña a favor de un juicio político contra Trump por supuestamente “incitar una insurrección” el 6 de enero. Los demócratas, y algunos republicanos tipo “Nunca Trump”, están decididos a condenarlo en un juicio del senado, y aprobar una moción para prevenir que Trump —o alguien como él— se vuelva a postular para presidente en 2024.

Su problema es que el gobierno de Biden, como los de Obama y Clinton, continuará generando resentimiento entre los trabajadores y sentará las bases para que un candidato vuelva a desafiar el “pantano” de Washington.

El verdadero blanco de estos esfuerzos no es el ex presidente, sino los millones que no pudieron someterse a votar por la candidatura de Biden y Harris. De hecho, unos 80 millones de las personas elegibles a votar no lo hicieron en 2020, muchos asqueados tanto por los candidatos demócratas como los republicanos.

Desde el momento en que Trump fue electo en 2016, los medios de comunicación y políticos liberales hicieron campaña para derribarlo. Su histeria e insultos engendraron ataques violentos.

Los liberales recurrieron al FBI —la policía política de Washington— para montar un caso amañado contra Trump lo cual condujo a su primer juicio político. Pero no lograron presentar pruebas de sus acusaciones de que Trump conspiró con Moscú para ganar las elecciones.

Ahora están usando indagaciones del FBI sobre “terroristas domésticos”, que supuestamente estaban detrás de la irrupción en el capitolio, para socavar los derechos del los trabajadores. El New York Times publicó una columna de opinión el 21 de enero en la que insistía en que el derecho constitucional a la libertad de expresión y asamblea es hoy un “obstáculo” que dificulta “las investigaciones del FBI”.

“Estos derechos —que necesitaron una revolución para lograrlos— son fundamentales para los trabajadores y para nuestra capacidad de luchar para defendernos”, dijo Kuniansky. “El PST postuló sus propios candidatos presidenciales en 2020 —Alyson Kennedy y Malcolm Jarrett— y explicamos que el juego bipartidista es un gigantesco obstáculo para los trabajadores. Tenemos que organizarnos”.