Por segunda semana consecutiva, cientos de miles de personas protestaron el 31 de enero contra el presidente ruso Vladimir Putin, desafiando la represión policial. Las protestas exigieron la excarcelación de Alexei Navalny, el principal opositor político burgués de Putin. Muchos desafiaron las temperaturas de 40° Fahrenheit bajo cero en Yakutsk (arriba). La policía arrestó a más de 5 mil personas durante las protestas en 86 ciudades del país.
“¡Abajo el zar!” corearon varios miles de personas en San Petersburgo, la segunda ciudad más grande de Rusia. El gobierno no “permite que la gente exprese sus opiniones”, dijo Masha Ulyanova al Washington Post en Moscú. “Tienen miedo de perder el poder y tener que vivir en este pobre país que ellos han robado”.
El encarcelamiento de Navalny se ha convertido en el enfoque de la ira por el deterioro del nivel de vida y de los servicios de salud, las intervenciones militares de Moscú en el exterior y sus ataques contra los derechos políticos en el país. Los salarios han disminuido un 10 por ciento en los últimos siete años.
Miles de personas que protestaron afuera de la cárcel donde se encuentra Navalny corearon “¡Putin, ladrón!” refiriéndose a un video publicado por Navalny que informaba sobre la construcción de un lujoso palacio en el Mar Negro para el presidente ruso. Putin niega ser dueño del complejo.
Navalny fue detenido cuando regresó a Rusia proveniente de Alemania, donde se estaba recuperando de un envenenamiento con una neurotoxina de grado militar. Navalny acusó a Putin de haber ordenado el atentado. Fue sentenciado a tres años y medio de prisión el 2 de febrero por violar las condiciones de libertad condicional de una previa condena en un caso amañado por “malversación”.