El presidente Joseph Biden dijo que por el momento no hará cambios substantivos a las medidas tomadas por la administración anterior que impiden la inmigraciones a gran escala por la frontera con México. Tiene temor a incitar una ola de Centroamérica.
Esto dio paso a que el 17 de enero soldados y policías guatemaltecos atacaran violentamente y con gases lacrimógenos una caravana de 7,500 hondureños que iban rumbo a la frontera con Estados Unidos. Por lo menos un tercio de ellos han sido regresados a Honduras.
El 2 de febrero un vocero de la administración dijo a la prensa que Biden le pedirá al departamento de inmigración “revisar” la política de Donald Trump de “Permanecer en México”. Esta requiere que los solicitantes de asilo deben esperar fuera de Estados Unidos hasta recibir una audiencia. “Tenga paciencia” fue el mensaje de Roberta Jacobson, la asistente de Biden, el 29 de enero, mientras miles esperan en México por una cita.
La clase capitalista norteamericana depende de la contratación de trabajadores inmigrantes para reducir el salario de todos los trabajadores y debilitar los sindicatos. Su meta no es cerrar la frontera, sino controlar el ingreso de trabajadores inmigrantes según las necesidades de la producción.
Crisis de trabajadores hondureños
A pesar de ser un centro importante de producción industrial y agrícola, Honduras es uno de los países más pobres de América Latina.
Más de 300 empresas extranjeras en las zonas francas en Honduras emplean a 185 mil trabajadores. Entre las principales corporaciones se encuentran la Ford, Fruit of the Loom, Cargill, Lear Corporation y GM. Chiquita Brands International y Dole Company dominan la producción de bananas, el segundo producto agrícola de exportación después del café.
Pero el ingreso de capital extranjero no ha mejorado las condiciones de los trabajadores y agricultores. El salario mínimo en las fábricas más grandes es de 2 dólares por hora y muchos trabajadores agrícolas ganan menos de 177 dólares al mes.
Además de estas condiciones, el pueblo trabajador fue abandonado a su suerte tras dos huracanes en noviembre. Unas 35 mil casas fueron destruidas por las tormentas.
“Las casas aún están llenas de lodo”, dijo Any Ortega, una de las caravanistas rumbo a Estados Unidos, al Los Angeles Times, “No ha llegado ayuda del gobierno, solo de otras personas”. Su familia sigue acampada debajo de un puente.
Muchos trabajadores están huyendo de la violencia de pandillas. Grupos paramilitares también han matado a decenas de campesinos que luchan por el acceso a la tierra.
Además de las ganancias que extraen directamente por la explotación de los trabajadores en las fábricas y el campo, la clase capitalista de Estados Unidos y otras potencias imperialistas se enriquecen también con los pagos de interés por los préstamos al gobierno hondureño. En los últimos años la deuda externa del país ha crecido a 10.8 mil millones de dólares. La promesa de Biden de enviar 4 mil millones de dólares de ayuda a América Central resultara en un aumento de esta deuda.
Hasta que el pueblo trabajador encuentre el camino para resistir estas condiciones, más buscaran la forma de escapar el impacto de la crisis viajando hacia el norte.
“Mientras los gobernantes imperialistas en Washington sigan drenando las riquezas del mundo semicolonial”, dijo al Militante Róger Calero, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para alcalde de Nueva York, “Los trabajadores y campesinos de Honduras y otros países sufrirán las consecuencias”.
Amnistía para los indocumentados
El PST exige la amnistía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos, dijo Calero, para fortalecer la unidad obrera. Y el partido exige la cancelación de la deuda externa de Honduras y otros países semicoloniales.
“Los trabajadores en Honduras —al igual que los trabajadores en Estados Unidos— necesitan construir un movimiento sindical combativo y necesitan su propio partido, un partido obrero, que pueda dirigir a millones para luchar para reemplazar el dominio capitalista con un gobierno de trabajadores y agricultores”, dijo Calero. “Un movimiento obrero disciplinado y combativo en Honduras que se enfrente a los patrones, su gobierno, y a Washington, inspiraría a muchos trabajadores para unirse a la lucha para la toma del poder político en sus propias manos”.