Este mes estallaron conflictos volátiles dentro del régimen capitalista dirigido por clérigos en Irán, después de que el Consejo de Guardianes prohibiera que candidatos de las fuerzas reformistas del presidente Hassan Rouhani se postularan para las elecciones presidenciales del 18 de junio. Desde las últimas elecciones en 2017, las autoridades se han enfrentado a oleadas de protestas del pueblo trabajador impulsadas por una creciente oposición a las consecuencias mortales de su política exterior expansionista y la crisis económica resultante.
Solo siete de los más de 590 candidatos presidenciales que se registraron están permitidos a postularse. Rouhani ha estado en el cargo desde 2013 y por ley no puede postularse para un tercer mandato. El Consejo de Guardianes está dirigido por el líder supremo ayatola Ali Khamenei.
Entre los excluidos se encuentran figuras prominentes del régimen, incluido Eshaq Jahangiri, primer vicepresidente de Rouhani; Ali Larjani, ex presidente del parlamento; así como el ex presidente Mahmoud Ahmadinejad, un crítico frecuente del gobierno.
Esta decisión asegura que un candidato conservador estrechamente alineado con Khamenei y sus aliados en el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica gane las elecciones. Ebrahim Raisi es el favorito. Respaldado tanto por Khamenei como por la Guardia Revolucionaria, se postuló en las elecciones de 2017, pero fue derrotado de manera abrumadora por Rouhani. Khamenei condenó a los grupos capitalistas de la oposición que llamaron a un boicot de las elecciones.
La toma de decisiones sobre cuestiones importantes, incluida la política exterior, sigue en manos del líder supremo Khamenei, no del presidente.
Además de ser una fuerza militar y represiva, la Guardia Revolucionaria dirige muchas de las industrias más grandes y rentables del país.
Todas las alas del régimen, incluidos los candidatos presidenciales descalificados, respaldan los ataques de los gobernantes iraníes contra el pueblo trabajador del país y su política exterior intervencionista en el extranjero. Teherán busca exportar sus políticas contrarrevolucionarias a toda la región. Ese curso los ha llevado a un conflicto más agudo con los trabajadores en Iraq, Líbano y Siria, así como en Israel. Además, el costo humano y financiero de estos conflictos recae principalmente en los trabajadores y agricultores iraníes y ha erosionado cualquier legitimidad moral reclamada por los gobernantes de Irán y su estado.
Los gobernantes iraníes han intervenido en conflictos en todo el Medio Oriente, desplegando milicias y armas para extender su poder. Esto ha incluido ayudar a Hamás en la Franja de Gaza en los miles de ataques recientes con cohetes lanzados contra Israel.
La revolución iraní de 1979
Los trabajadores y agricultores de Irán llevaron a cabo una revolución popular que derrocó el gobierno dictatorial del sha, el cual contaba con el respaldo de Washington. Establecieron consejos de trabajadores en fábricas y refinerías de petróleo por todo el país, se lograron avances en la lucha por los derechos nacionales de los kurdos y otros pueblos oprimidos, y en la lucha por la emancipación de la mujer.
El curso expansionista de los gobernantes iraníes fue parte de sus maniobras para impulsar una contrarrevolución de gran alcance contra estos avances. Los políticos capitalistas de todo tipo en Estados Unidos presentan a la contrarrevolución del régimen de Teherán como si fuera la revolución misma.
En 2019, hasta 1,500 personas murieron a tiros de las fuerzas de seguridad y escuadrones paramilitares iraníes durante las protestas contra el régimen que tuvieron lugar en todo el país. Manifestaciones amplias habían comenzado en 2017 cuando los trabajadores se aprovecharon de las crecientes divisiones dentro del régimen. Por razones faccionales, Rouhani había dado a conocer algunos de los hechos sobre el enorme gasto de las autoridades de la Guardia Revolucionaria y otras fuerzas militares, con la esperanza de desviar la ira provocada por los recortes a los subsidios para necesidades básicas que impuso su administración, de los que dependen millones de personas.
Las elecciones de este año se llevan a cabo después de que años de sanciones impuestas por Washington han exacerbado drásticamente el impacto de la crisis económica que afecta a los trabajadores en Irán, ampliando las desigualdades de clase. El 23 de mayo, la agencia gubernamental semioficial de noticias ISNA informó que los precios de seis alimentos básicos habían aumentado un 70% desde fines de marzo.
La administración del presidente Joseph Biden y los gobernantes de Irán han iniciado conversaciones destinadas a revivir el acuerdo nuclear de que Washington alcanzó con Teherán en 2015, a cambio de reducciones en las sanciones.
Como parte de su táctica de negociación, Teherán anunció el mes pasado que estaba enriqueciendo uranio a niveles muy por encima de los acordados en el acuerdo de 2015. Desde que se firmó ese pacto, Teherán también ha expandido su despliegue de misiles de precisión, cohetes y drones a sus aliados en toda la región.