Trabajadores recurren cada vez más a sus sindicatos para luchar

Por Terry Evans
1 de noviembre de 2021
Trabajadores de la salud en línea de piquetes frente a Mercy Hospital en Buffalo, Nueva York, el 12 de octubre, tras 12 días de huelga contra reducción de personal y por mejores salarios.
Communications Workers of America District 1Trabajadores de la salud en línea de piquetes frente a Mercy Hospital en Buffalo, Nueva York, el 12 de octubre, tras 12 días de huelga contra reducción de personal y por mejores salarios.

Un mayor número de trabajadores se encuentran en las líneas de piquetes de huelgas y están utilizando sus sindicatos para rechazar los esfuerzos de los patrones para eliminar logros hechos por los trabajadores en luchas previas y hacerlos aceptar aún más concesiones en los salarios, horarios y condiciones laborales. El apoyo que cada una de estas luchas reciba influenciará de manera crucial su resultado así como la creación de un movimiento sindical unido y combativo.

Los patrones y sus partidos —Demócrata y Republicano— atraviesan una crisis mundial del sistema capitalista cada vez más profunda. La competencia encarnizada entre los patrones dentro del país y en el extranjero se está agudizando. Su respuesta es “reducir los costos”, es decir, hacer que la clase trabajadora pague por la crisis.

Los patrones de la Kellogg “simplemente no nos tratan como seres humanos”, dijo Trevor Bidelman, uno de los 1,400 miembros del sindicato BCTGM que se encuentran actualmente en huelga en las cuatro plantas de cereales de la empresa. Millones de trabajadores se enfrentan a ataques similares a la dignidad en el trabajo. Más trabajadores se están oponiendo a los ataques contra los sindicatos, a los horarios y turnos draconianos, contratos de dos y tres niveles con peores salarios y beneficios para los nuevos empleados, ataques a los salarios y al pago por horas extras, y otras demandas de los patrones por concesiones que dividen a los trabajadores.

La Oficina de Estadísticas Laborales, que recoge datos sobre huelgas de más de mil trabajadores informó que el descenso en la cantidad de trabajadores involucrados en grandes huelgas durante las últimas cuatro décadas comenzó a revertirse a partir de 2019.

A pesar de una marcada disminución en las huelgas al comienzo de la pandemia, más trabajadores en las industrias básicas ahora están respondiendo a los ataques de los patrones y están recurriendo a nuestras principales organizaciones defensivas, nuestros sindicatos, para hacerlo.

Junto a la lucha de los miembros del sindicato BCTGM en Kellogg, hay huelgas y luchas contra cierres patronales en fábricas, minas, refinerías de petróleo y otros centros laborales. Durante las negociaciones por un contrato, miembros de la Alianza Internacional de Empleados de Escenarios Teatrales, con 60 mil afiliados, autorizaron con un 98 por ciento de los votos a salir en una huelga nacional, la primera en la historia del sindicato.

Los medios de comunicación de los patrones están tomando nota. “Los trabajadores en Estados Unidos se están dando cuenta de que es el momento perfecto para salir en huelga”, dice un titular de la revista Time el 8 de octubre.

Crisis de empleo, salarios, precios

El gobierno dice que la taza de desempleo bajó el mes pasado del 5.2 por ciento al 4.8 por ciento. Pero esto no se debió a que los desempleados encontraran trabajo. Más trabajadores “abandonaron” la fuerza laboral, concluyendo que no vale la pena aceptar los trabajos que los patrones están ofreciendo con salarios tan bajos que es difícil sobrevivir y con condiciones miserables.

La prensa está llena de quejas de los patrones de que no pueden contratar suficientes trabajadores, a pesar de que hay 5 millones menos de trabajadores con empleo que antes de la pandemia. Dicen que esto está provocando que los salarios suban. Pero los salarios reales, cuando se tiene en cuenta el aumento de los precios, han disminuido desde mayo de 2020. Bajaron en cada uno de los primeros cinco meses de la presidencia de Joseph Biden.

El índice de gasto de consumo personal, que no incluye los precios de los alimentos y el alquiler, aumentó un 3.6 por ciento el mes pasado en comparación con el año anterior, alcanzando el nivel más alto desde 1991. El costo de las necesidades básicas, que constituyen una gran proporción de los gastos de los trabajadores, está aumentando más rápidamente. La carne, el pollo, el pescado y los huevos aumentaron un 5.9 por ciento con respecto al año pasado y un 15.7 por ciento desde agosto de 2019.

Los precios del combustible y la electricidad se están disparando a nivel mundial, ya que la producción de carbón, que genera el 40 por ciento de la electricidad mundial, permanece un 5 por ciento por debajo de los niveles previos a la pandemia y las líneas de suministro están en crisis. Los gobiernos aliados a la OPEC se niegan a incrementar la producción de crudo, manteniendo su precio en el nivel más alto en siete años.

Muchos miembros de la clase media meritocrática de Estados Unidos están ciegos a lo que enfrentan los trabajadores y agricultores y ven la inflación como algo positivo.

Temen a la clase trabajadora

Agencias gubernamentales, organizaciones “sin fines de lucro” y universidades están repletas de personas de esta capa social. Están convencidos de que su educación e “inteligencia” los capacitan para regular la vida de los trabajadores, quienes no saben qué es lo que más los beneficia. Inventan “teorías” que son devoradas por la prensa liberal para justificar por qué los trabajadores son “deplorables” y deben ser considerados peligrosos.

Su odio hacia el pueblo trabajador se refleja en el artículo de Farah Stockman, miembro de la junta editorial del New York Times, del 7 de octubre. “Lo que mató a la lucha obrera por la justicia social”. Teme que “el experimento norteamericano se esté desmoronando” debido a las actitudes de los trabajadores, que podrían volver a elegir a Donald Trump en 2024. Dice que los trabajadores que ella conoció, que perdieron sus trabajos en una fábrica de rodamientos en Indianápolis y terminaron en trabajos con peores salarios, son inalterablemente antiinmigrantes. Son una “mezcla tóxica de esperanza, rabia y desesperación”.

Estas capas meritocráticas, y la clase gobernante que defienden, temen cada vez más a la clase trabajadora.

Pero como lo demuestran las huelgas de hoy, lejos de ser incapaces de unirnos para defendernos, los trabajadores estamos descubriendo nuestro valor a medida que luchamos hombro a hombro. A medida que construimos sindicatos, encontramos formas de superar las divisiones que los patrones utilizan continuamente para tratar de debilitar a nuestra clase.