Fidel Castro: Cómo pueblo cubano hizo una revolución socialista

Por Seth Galinsky
20 de diciembre de 2021
Crowds welcome Fidel Castro and Rebel Army in Cienfuegos Jan. 6, 1959, after victory.
Caravana de la LibertadMultitud en Cienfuegos recibe a Fidel Castro, Ejército Rebelde tras el triunfo, 6 de enero 1959.

El imperialismo norteamericano nunca perdonará al pueblo trabajador de Cuba por derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista, la cual contaba con el respaldo de Washington, por reemplazar el gobierno capitalista con un gobierno de trabajadores y agricultores, nacionalizar las empresas norteamericanas y cubanas y poner en marcha la primera revolución socialista en las Américas.

Esa revolución fue producto de las operaciones del capitalismo, pero sin el liderazgo político de Fidel Castro no hubiera podido trazar un camino a la victoria. Los gobernantes capitalistas norteamericanos tenían la esperanza que cuando Fidel murió el 25 de noviembre de 2016, la revolución moriría con él. Pero cinco años después, sus ideas y su ejemplo siguen guiando a millones de personas en Cuba que continúan defendiendo sus conquistas.

Durante más de 62 años, los gobernantes norteamericanos han tratado de destruir la revolución socialista. Organizaron una invasión mercenaria en Playa Girón en 1961; planearon cientos de intentos de asesinar a Castro; y han mantenido un cruel embargo económico, financiero y comercial.

La lucha revolucionaria se inicio tras el golpe de estado de Batista, cuando una vanguardia de hombres y mujeres se unieron para luchar contra la dictadura. Liderados por Castro, asaltaron el Cuartel Moncada en Santiago el 26 de julio de 1953. El ataque fue derrotado y Castro fue juzgado.

Su discurso ante el tribunal fue sacado clandestinamente de la prisión y decenas de miles de copias fueron distribuidas por toda Cuba. Conocido como “La historia me absolverá”, se convirtió en el programa del Movimiento 26 de julio para una lucha revolucionaria por tierras para los campesinos, para acabar con el desempleo crónico y la explotación y defender los derechos democráticos.

Ante las demandas por una amnistía, Castro y otros combatientes del Moncada fueron liberados de la prisión en mayo de 1955. Se fue a México, y regresó a Cuba a bordo del yate Granma con 81 revolucionarios el 2 de diciembre de 1956. A pesar de haber sido atacados por sorpresa por las tropas de Batista tras tocar tierra, unos 15 de ellos lograron llegar a la Sierra Maestra donde iniciaron una guerra revolucionaria.

Che Guevara describió la transformación de los miembros del Ejército Rebelde en el curso de la lucha. “Hacía carne en nosotros la necesidad de una reforma agraria y de cambios profundos e integrales en el andamiaje social”, dijo.

En las zonas que liberaron, el Ejército Rebelde organizó a los trabajadores para que se hicieran cargo de la educación, la reforma agraria, la atención médica y la justicia. Ya en diciembre de 1958, habían derrotado al ejército de Batista.

Cuando Batista huyó del país el 1 de enero, algunos de sus generales planearon un golpe de estado para aferrarse al poder. Pero millones respondieron al llamado de Castro a una huelga general que paralizó la isla. Castro planeaba llegar rápidamente a La Habana.

Pero mientras su columna del Ejército Rebelde se dirigía hacia allí, “la gente me detuvo en las ciudades. No pude hacer otra cosa que hablar con la gente”, dijo Castro. Durante la semana siguiente, durante lo que se conoció como la Caravana de la Libertad, pronunció discursos en una ciudad tras otra.

“Por eso hoy todo el pueblo está aquí, porque el pueblo está muy interesado en los problemas de Cuba”, dijo Castro a los que lo recibieron en Santa Clara el 6 de enero. “Y está aquí porque sabe que está gobernando ahora, está aquí por que sabe que tiene que decir la última palabra sobre todas las cuestiones”.

Después de la conquista del poder, Castro lideró un proceso de discusión y debate que culminó con la fusión de su Movimiento 26 de julio, el Directorio Revolucionario de base estudiantil y el Partido Socialista Popular pro-Moscú. Se convirtió en el Partido Comunista de Cuba en 1965.

El extracto que publicamos a continuación, de un discurso que Castro pronunció el 26 de marzo de 1964, describe el impacto que tuvo en él la Caravana de la Libertad, la profunda transformación en la conciencia y la confianza de los trabajadores y campesinos y la construcción de un nuevo liderazgo comunista en Cuba.

Es esa transformación, y el ejemplo que brinda a los trabajadores en Estados Unidos y en todo el mundo, lo que Washington teme. El discurso está incluido en La Revolución Cubana, publicado por Ediciones Era.

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POR FIDEL CASTRO

Yo también pertenecí a una organización. Pero las glorias de esa organización son las glorias de Cuba, son las glorias del pueblo, son las glorias de todos. Y yo un día dejé de pertenecer a aquella organización. ¿Qué día fue? El día que nosotros habíamos hecho una revolución más grande que nuestra organización; el día que nosotros teníamos un pueblo, un movimiento mucho más grande que nuestra organización; hacia el final de la guerra, cuando teníamos ya un ejército victorioso que habría de ser el ejército de la revolución y de todo el pueblo; al triunfo, cuando el pueblo entero se sumó y mostró su apoyo, su simpatía, su fuerza.

Y al marchar a través de pueblos y ciudades, vi muchos hombres y muchas mujeres; cientos, miles de hombres y mujeres tenían sus uniformes rojo y negro del Movimiento 26 de Julio; pero más y más miles tenían uniformes que no eran rojos ni negros, sino camisas de trabajadores y de campesinos y de hombres humildes del pueblo. Y desde aquel día, sinceramente, en lo más profundo de mi corazón me pasé, de aquel movimiento al que queríamos, bajo cuyas banderas lucharon los compañeros, me pasé al pueblo, a la revolución, porque realmente habíamos hecho algo superior a nosotros mismos.

En dos palabras, señores: hemos hecho una revolución más grande que nosotros mismos y tenemos que estar a la altura de la revolución que hemos hecho. Y estas glorias pertenecen al pueblo. Todas. Y los mártires pertenecen al pueblo. Y ese movimiento es mucho más grande de lo que fue cualquiera de nosotros, y juntos hemos hecho cosas más grandes que las que hicimos en nuestras respectivas organizaciones de donde procedíamos; juntos combatimos al enemigo imperialista; juntos estamos haciendo la revolución socialista; derrotamos a los invasores en Girón; juntos han caído en las mismas trincheras y en las mismas filas todos los tipos de hombres; y juntos un día, con serenidad, con firmeza, con honor, con valor inmortal estuvimos dispuestos a morir todos en la crisis de octubre….

Hay muchos, sobre todo nuestros soldados anónimos de la revolución, muchos combatientes anónimos de la revolución, que llegaron cuando el triunfo de la revolución analfabetos.

¡Cuántos jóvenes del Ejército Rebelde que no sabían leer ni escribir y que ya están en secundaria básica, que ya se han graduado de secundaria básica, que mandan batallones, que mandan divisiones, que mandan ejércitos, que mandan brigadas de artillería, de tanques! ¡Cómo se han superado, como han crecido, mientras otros se han quedado estancados! …

¡Son fuerza, columna dorsal de la revolución! ¡Puño, brazo, músculo del pueblo revolucionario, de la clase obrera, de los campesinos, de los trabajadores! …

Estamos haciendo una revolución mucho más grande y, por supuesto, mucho más importante que nosotros; estamos haciendo algo que resistirá la prueba del tiempo, resistirá todos los embates, resistirá todo, que es perdurable y eterna en el tiempo; que no somos nosotros, que somos nada sin el pueblo, que no tenemos otra fuerza que la fuerza del pueblo.