Así lo veo

Colorado: Desastre del fuego es producto del capitalismo

Casas hechas para ganancias, no para seguridad

Por Karen Ray
17 de enero de 2022
Anthony D’Amario revisa escombros de su casa en Louisville, Colorado, 31 de dic. Más de mil casas fueron destruidas. Los residentes fueron abandonados a su suerte para escapar del fuego.
Reuters/Alyson McClaranAnthony D’Amario revisa escombros de su casa en Louisville, Colorado, 31 de dic. Más de mil casas fueron destruidas. Los residentes fueron abandonados a su suerte para escapar del fuego.

WESTMINSTER, Colorado — Para el fin del día 30 de diciembre, casi mil casas y negocios se habían incendiado en Superior y Louisville, Colorado, dejando a miles de personas sin hogar y dos suburbios de Denver en ruinas. Los pueblos aledaños, como aquí donde yo vivo, fueron amenazados, pero escaparon el desastre.

El incendio quemó 6,219 acres en menos de 12 horas, impulsado por vientos de 100 millas por hora. Más de 35 mil personas estaban bajo órdenes de evacuación de emergencia mientras el incendio saltaba de casa en casa, y a través de las carreteras, a velocidades increíbles. Dos personas están desaparecidas y se presume muertas. Este es el peor incendio forestal en la historia de Colorado, debido a la gran cantidad de casas y otras estructuras destruidas.

Kent Crawford, de 75 años, estaba trabajando desde su condominio cuando se desató el incendio. Huyó, llevándose nada más que los pantalones deportivos que llevaba y la chaqueta en la espalda. Manejó por la ciudad, tratando de encontrar un lugar seguro para aguantar las cosas, pero más bien vio cómo las llamas se tragaban un edificio tras otro, y hogar tras hogar. “Era como una zona de guerra bombardeada”, dijo Crawford. “El sol estaba oscurecido por el humo. El olor. Fue surreal”.

La miseria que enfrentan los trabajadores fue agravada por una tormenta de nieve y temperaturas congelantes.

Miles de personas cuyas casas no fueron arrasadas quedaron sin calefacción ni electricidad, y corrían peligro de que se reventaran las tuberías de agua. Unas 170 personas buscaron calor y lecho en un refugio que fue abierto apresuradamente y muchas más fueron alojadas por familiares, amigos y voluntarios que ofrecieron abrigo a los necesitados.

Si bien la causa del incendio aún está bajo investigación, los políticos y los medios de comunicación ya están buscando un chivo expiatorio. Hablan sobre un incendio reportado en un cobertizo en el complejo de viviendas de Las Doce Tribus, una secta religiosa cristiana. Están tratando de echarle la culpa a un pequeño grupo en lugar del brutal sistema capitalista que convierte la vivienda en una cuestión de hacer ganancias y no de llenar las necesidades del pueblo.

No había ningún plan del gobierno para ese tipo de desastre. Lo único que recibieron los residentes fue una orden de evacuación, sin lugar adonde ir. Las carreteras se atascaron, haciéndolas más peligrosas. Las personas fueron abandonadas a su propia suerte para evacuar y encontrar refugio y comida.

Algunos trabajadores tomaron iniciativa para tratar de llenar el vacío. Stacy Howard, una maestra de escuela, ofreció una habitación en su casa a través de Facebook, diciendo que su familia estaba bien, pero que su “comunidad estaba quebrantada”.

Mucha gente salió para tratar de ayudar a combatir los incendios y salvar hogares, con poco éxito.

Se destacaron ejemplos de solidaridad por parte de la clase trabajadora. Cuando terminó el incendio, trabajadores postales se ofrecieron como voluntarios para establecer formas para que las personas recibieran sus cartas, pedidos de recetas por correo y regalos de Navidad tardíos. Limpiaron el agua, las cenizas y el hollín en la oficina de correos de Louisville el domingo 2 de enero y construyeron 15 cajas provisionales, cada una con 70 espacios numerados para aquellos cuyas casas ya no existían. Otros se subieron en sus camiones y salieron a entregar el correo a las casas que aún estaban en pie.

“Lo mínimo que puedo hacer es garantizar que recibir el correo, y especialmente las cosas importantes que vengan, esté organizado y no sea una carga adicional para ellos”, dijo el cartero Wes Maynard al Colorado Sun.

Vivienda para ganancias, no personas

En esta área al noroeste de Denver hay escasez de vivienda, especialmente para los trabajadores. Durante la última década, la población de Louisville creció un 15.5 por ciento. Los constructores y propietarios ven que se puede sacar ganancias por esto.

Durante la última década, Colorado ha enfrentado severas condiciones de sequía. Los ríos en todo el estado se encuentran a niveles históricamente bajos, lo que lleva a recortes en el acceso al agua para la agricultura por el gobierno, dejando a muchos agricultores y ganaderos con consecuencias catastróficas.

Estas condiciones secas, combinadas con una tormenta de viento con fuerza de huracán, avivaron el fuego. Pero el impacto devastador fue evitable. Los expertos y políticos liberales culpan al “cambio climático”. Pero esta no es la razón por la que tantos miles hoy no tienen lugar donde vivir.

Esto se debe al funcionamiento del capitalismo.

Es posible que el incendio se haya extendido debido a las condiciones extremas de sequía, pero la devastadora destrucción fue producto de un sistema de ganancias que no prioriza la construcción de viviendas con materiales resistentes al fuego y proyectos de viviendas diseñados con suficiente espacio entre unidades para mitigar los peligros de vivir en áreas propensas a incendios.

Los materiales de construcción que se utilizan se basan en los costos, no en la seguridad y la vida de los trabajadores. La vivienda es simplemente una mercancía en las bolsas de valores capitalistas y se construye basándose en cómo maximizar las ganancias.

A los estudiantes de Colorado les enseñan que el centro de Denver fue arrasado en el Gran Incendio de 1863. Impulsado por fuertes vientos y una abundancia de edificios de madera, un pequeño incendio se convirtió rápidamente en una gran conflagración. En tres horas, casi todos los edificios del centro de la ciudad quedaron devastados.

Es posible construir viviendas que puedan hacer frente a los riesgos de incendio por vivir en el desierto de las llanuras altas. De hecho, inmediatamente después del Gran Incendio, Denver comenzó a reconstruirse, pero esta vez se ordenó que casi todos los edificios se construyeran con ladrillos, no con madera.

Mientras observaba y esperaba las órdenes de evacuación en mi pueblo, yo sabía que lo que estaba pasando a mi alrededor pudo haberse evitado. Hoy existen materiales de construcción ignífugos más efectivos. Pero usarlos reduciría las ganancias.

Esto fue aún más evidente el día después del incendio cuando lo único que quedó en pie fueron las chimeneas de piedra en algunas de las casas.