La batalla de los trabajadores ucranianos para repeler la sangrienta invasión de Moscú y defender su independencia nacional que ya lleva varios meses se ha concentrado en las regiones orientales y del sur del país.
Moscú ha agrupado sus fuerzas terrestres y ha obtenido logros con un alto costo en el Donbás ucraniano, utilizando bombardeos de artillería para reducir estas áreas a escombros. La gran mayoría de los trabajadores han tenido que abandonar sus hogares.
Tras múltiples ataques contra las principales ciudades de Kyiv y Járkiv en los que las fuerzas rusas sufrieron graves pérdidas a pesar de la superioridad de su armamento, dañando la ya debilitada moral de sus tropas, Moscú decidió replegarlas y dirigió su ataque hacia el este. Ahí tiene la ventaja de estar más cerca a las líneas de suministro rusas y de combatir en un terreno más llano.
Las divisiones entre las naciones miembros de la OTAN se han venido ampliando a medida que las principales potencias imperialistas en el continente europeo buscan como forzar a los valientes combatientes ucranianos a que desistan y hagan concesiones. Para estos gobiernos capitalistas, lo esencial es detener los efectos desestabilizadores de la guerra en sus mercados y ganancias. Al igual que las familias gobernantes imperialistas en Washington, cada gobierno europeo atiende los intereses de sus propias clases gobernantes capitalistas, ante todo y siempre.
Aunque profesan respaldar la soberanía ucraniana, muchos en Washington y en las capitales europeas evalúan las realidades del campo de batalla para presionar a Kyiv a que haga concesiones a Moscú. Gran parte de los medios capitalistas han reducido los reportajes sobre la invasión y la resistencia ucraniana, alegando que los lectores están perdiendo interés.
El presidente ruso Vladimir Putin afirma que los rusoparlantes en el este de Ucrania —quienes son la gran mayoría de los trabajadores en esa región— respaldan la ocupación de Moscú. Pero la realidad es que la embestida rusa ha forzado a decenas de miles a huir por cualquier medio disponible, abrumadoramente más hacia el interior de Ucrania, para escapar de sus “liberadores”. En áreas ya ocupadas por las tropas de Moscú, como en el sur de Jersón, ha continuado las protestas y el rechazo a colaborar con sus ocupantes.
Después de que un bombardeo ruso destruyera un bloque de apartamentos en Slovyansk, en la región de Donetsk, matando a un pariente anciano, Elena Valentivna dijo al Washington Post el 18 de junio: “Soy rusa, pero estoy a favor de Ucrania”.
Resistencia ucraniana continúa
Los trabajadores por toda Ucrania se han lanzado a defender su país, a pesar de los obstáculos —como la nuevas leyes antiobreras y las restricciones a los derechos políticos— que el gobierno capitalista de Ucrania ha puesto en su camino.
En San Petersburgo, el 17 de junio, Putin denunció las severas sanciones impuestas por Washington y otras potencias occidentales como una “guerra económica relámpago contra Rusia”. Insistió en que estas medidas eran “más dañinas” para los gobernantes capitalistas que las impusieron, señalando al aumento de la inflación y la crisis económica a nivel internacional. Su régimen apuesta al decreciente apoyo a Kyiv en las capitales occidentales por “el cansancio de la guerra”.
La capital del territorio controlado por Ucrania en la región de Luhansk, Severodonetsk, y su ciudad gemela al otro lado del río, Lysychansk, han estado sitiadas por las tropas rusas durante semanas.
Cientos de civiles permanecen en Severodonetsk, que ha sido en gran parte destruida. Están escondidos junto con las fuerzas ucranianas en búnkeres debajo de la planta química Azot en lo que fue el área industrial de la ciudad. Como sucedió en el cerco de Mariúpol, donde los civiles y las fuerzas ucranianas se replegaron a los sótanos reforzados de la acería de Azovstal, continúan rechazado los llamados a la rendición.
El ex presidente ruso Dmitry Medvedev se jactó el 15 de junio, de que “puede que Ucrania no exista en absoluto” dentro de un par de años.
Los interesados estados de ánimo por el “cansancio de la guerra” que inundan a los gobernantes capitalistas en Washington y Europa amenazan facilitarle el camino a Putin.
Los líderes de los estados más grandes de la Unión Europea —Alemania, Francia e Italia— finalmente visitaron la capital de Ucrania el 16 de junio. Aparte de la oferta de París de seis obuses adicionales, no ofrecieron nueva asistencia a Kyiv. Junto con el presidente de Rumania, hicieron alarde de respaldar, con condiciones, a los intentos de Kyiv de convertirse en miembro de la UE en un futuro lejano.
Las reservas de municiones de la era soviética de Kyiv se están agotando. Los bombardeos y ataques con misiles rusos a líneas ferroviarias y otra infraestructura han reducido el flujo de armas desde el occidente del que depende cada vez más el ejército ucraniano.
Washington es el que ha prometido la mayor cantidad de armas a Ucrania, seguido por Varsovia y Londres, pero solo ha entregado una fracción de estas. Tras la solicitud de Kyiv de 300 lanzacohetes múltiples, Biden hizo alarde de su acuerdo, pero aprobó solo un total de cuatro, ninguno de los cuales ha llegado hasta el momento. Y descartó la entrega de misiles de largo alcance que pudieran “provocar” a Moscú.
Letonia, con una población de 1.8 millones y una economía del tamaño de Vermont, ha entregado más armas a Ucrania que Alemania, Francia o Italia.
El presidente francés, Emmanuel Macron, dice que Putin no debe ser “humillado”, con la esperanza de asegurar la posibilidad de tener negociaciones en un futuro cercano sobre el destino de los trabajadores y agricultores ucranianos, pláticas en las que él busca participar para defender los intereses del imperialismo francés. Roma también ha presentado un plan de “paz”.
En los últimos meses han habido disturbios y resistencia continuos por parte de los trabajadores en áreas que han caído bajo la bota de Moscú. Su voluntad de luchar está lejos de ser quebrantada.
Y hay oposición a Putin y su guerra dentro de Rusia y del territorio ucraniano ocupado. El 15 de junio, hubo una protesta en la llamada República Popular de Donetsk organizada por las esposas de soldados reclutados allí por Moscú al inicio de la guerra. Una mujer dijo que sus esposos debían haber regresado el 6 de junio, pero no han sabido nada de ellos.
Natalya Poklonskaya, quien fue nombrada por Putin fiscal general de Crimea, anexada por Moscú en 2014, fue despedida de su cargo el 13 de junio después de pronunciarse en contra de la invasión de Ucrania.
El Partido Socialista de los Trabajadores demanda que las “¡tropas de Moscú salgan de Ucrania, de toda Ucrania!” dijo Chris Hoeppner, candidato del PST para el Congreso de Estados Unidos en Pensilvania, el 21 de junio, mientras se unía a los obreros ferroviarios de Canadian National que se encuentran en huelga en Montreal.
“Y nos oponemos a las sanciones económicas punitivas impuestas por Washington y otros gobiernos imperialistas que, independientemente de a quién apunten, afectan más duramente al pueblo trabajador ruso. Estas son un obstáculo para forjar la solidaridad de la clase trabajadora que es crucial para movilizar las fuerzas de clase capaces de expulsar a Moscú de Ucrania”.