‘Un libro para forjar una vanguardia obrera compuesta de todas las nacionalidades, creencias religiosas, colores de piel y de ambos sexos’

4 de julio de 2022

A continuación publicamos las palabras de Mary-Alice Waters en una presentación de El trabajo, la naturaleza y la evolución de la humanidad, de Federico Engels, Carlos Marx, George Novack y Waters. El libro fue publicado recientemente por la editorial Pathfinder en inglés, español y francés. El evento se celebró el 24 de abril en Habana Vieja, en el Palacio del Segundo Cabo, en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana.

Waters es miembro del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores y presidenta de la editorial Pathfinder. Copyright © 2022, reproducido con autorización.

POR MARY-ALICE WATERS

Como indica el título, el libro que estamos presentando hoy trata sobre la larga marcha de la humanidad, de cómo llegamos hasta donde estamos hoy, a través de un proceso milenario lleno de contradicciones, saltos dialécticos, combinaciones imprevistas y disparidades inevitables.

In class society, steps to expand world commerce and revolutionize means of production have simultaneously transformed such progress “into means of destruction of land and labor,” says Waters. Above, deforestation in colonial Brazil, early 1800s.
En la sociedad de clases, los pasos para expandir el comercio mundial y revolucionar los medios de producción, han simultáneamente transformado este progreso “en medios de destrucción de la tierra y del trabajo” dice Waters. Arriba, deforestación en Brasil colonial en el siglo 18.

Con todo esto, no es principalmente un libro acerca del pasado.

Es un libro que contiene y cita extensamente algunas de las obras más profundas y clarificadoras de Carlos Marx, Federico Engels y otros dirigentes comunistas, obras fundamentadas en la dialéctica materialista.

Thousands demonstrate August 1960 in Havana, backing revolutionary government’s nationalization of U.S. and other imperialist-owned companies. Coffins bearing names of imperialist companies were tossed into sea. Cuba’s socialist revolution shows that working people can take state power out of hands of capitalist class and build a new state created by the working class.
Consejo de Estado de CubaMiles marchan en La Habana, agosto de 1960, en apoyo a la nacionalización por el gobierno revolucionario de empresas norteamericanas y de otros imperialistas. Ataúdes con nombres de empresas imperialistas fueron lanzados al mar. La revolución socialista cubana muestra que el pueblo trabajador puede tomar el poder de manos de la clase capitalista y crear un nuevo estado.

Sin embargo, no es un libro producido por filósofos o para filósofos. La “filosofía” fue algo que Marx y Engels dejaron atrás hace casi dos siglos cuando publicaron el Manifiesto Comunista, el programa del primer partido obrero revolucionario del mundo. Como escribieron ellos mismos, el comunismo no es una idea o doctrina “inventada o descubierta por tal o cual reformador universal”. En la medida que es una teoría, “es la expresión general del conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se desarrolla ante nuestros ojos”.

Entonces, ¿De qué trata este libro? Trata ante todo de la lucha de clases hoy día. Es un libro para trabajadores que buscan un camino político para avanzar, y para jóvenes atraídos a las batallas de la clase trabajadora y sus aliados.

Tiene que ver con comprender la historia, comprender que vivimos y trabajamos como parte de la naturaleza, vivimos y trabajamos como seres biológicos, vivimos y trabajamos dentro de la historia. En las palabras del profesor y antropólogo Peter Wood, que nuestro moderador acaba de leernos, es un libro que nos explica lo que es “una visión auténticamente radical del pasado humano, y por qué la evolución biológica así como la evolución social reclaman mucho nuestra atención”. [Ver artículo.]

Sin ese conocimiento, quedamos presos del presente. Quedamos incapaces de ver más allá de las relaciones de explotación y opresión capitalista que deforman cada aspecto de nuestras vidas, relaciones sociales, valores personales . . . y maneras de “teorizar”.

Sin ese conocimiento, fácilmente caemos víctimas de la pseudociencia y la pseudohistoria. Nunca podremos trazar un camino hacia las normas éticas más elevadas —es decir, proletarias— que Fidel [Castro], Che [Guevara], Armando Hart y otros líderes históricos de la Revolución Cubana condujeron a las masas trabajadoras de Cuba a hacer suyas. Y que ofrecieron a los revolucionarios de todo el mundo para hacerlas nuestras.

Voy a citar solo un ejemplo de las observaciones tan “contemporáneas” que van a encontrar en el libro. Es un breve fragmento de la conocida polémica Anti-Dühring de Engels, que escribió en 1877:

Es muy fácil arremeter contra la esclavitud y cosas semejantes en términos generales, y desatar una gran indignación moral ante esas infamias . . . Lamentablemente, esto solo expresa lo que todo el mundo ya sabe, es decir, que estas instituciones de la antigüedad ya no corresponden a nuestras actuales condiciones y a nuestros sentimientos, que están determinados por estas condiciones. Pero eso no nos dice ni una palabra de cómo surgieron estas instituciones, por que existieron y que papel ocuparon en la historia…

“Al despreciar la civilización griega porque se basaba en la esclavitud, el señor Dühring podría reprochar con la misma justicia a los griegos por no haber tenido máquinas de vapor ni telégrafos eléctricos”.

Son palabras que podrían haber sido escritas ayer u hoy. Palabras que nos arman frente a los señores Dühring de hoy.

‘Redes sociales’, arma de clase dominante

Como sabemos todos y hemos estado conversando esta tarde, uno de los desafíos que la vanguardia obrera ahora enfrenta tiene que ver con los avances tecnológicos introducidos por la Internet y sus extensiones.

A través de la historia, todos los grandes descubrimientos científicos y avances técnicos que han aumentado la productividad del trabajo —desde que se inventaron la rueda y la palanca— han sido acompañados de consecuencias contradictorias para las masas trabajadoras. No solo se reparte de manera desigual la mayor riqueza material que se crea, sino que se intensifica de manera brutal la tasa de explotación del pueblo trabajador. En el capitalismo, la introducción de nuevos medios de producción los transforma simultáneamente en medios de destrucción de la tierra y del trabajo.

Si la Internet y sus tecnologías afines se hubieran desarrollado bajo el control de la clase trabajadora, el futuro sería más brillante para todos nosotros. Pero en manos de la clase capitalista, han nacido como arma nefasta para promover sus intereses de clase contra los trabajadores y agricultores.

No solo ha prolongado, hasta extremos antes impensables, la jornada en la cual se explota nuestro trabajo. Es un arma que se usa para penetrar cada aspecto de nuestras vidas desde la infancia, cada minuto de nuestro día. Pretende romper toda resistencia a las relaciones sociales pequeñoburguesas que promueve.

Lejos de ser “redes sociales” como dice ser, nos atomiza y nos divide. Celebra la máxima expresión de autopromoción e interés propio pequeñoburgués. Bajo la bandera de promover la “libertad individual”, sus amos son enemigos conscientes de la solidaridad social de la clase trabajadora y nuestros aliados. Estos sirvientes del capital hacen todo lo posible para socavar y destruir esa solidaridad.

En resumen, en manos de la clase capitalista, es una nueva y venenosa fuerza contrarrevolucionaria.

Sin embargo, con los conocimientos y la perspectiva política que nos dan las obras contenidas en este libro, una vanguardia obrera compuesta de todas las nacionalidades, creencias religiosas, colores de piel y de ambos sexos —participando en luchas junto a millones de otros trabajadores— podrá superar estos obstáculos.

Podrá desarrollar la experiencia, capacidad de lucha y confianza política para trazar un camino revolucionario. Es decir, un camino por el cual podrá conducir al pueblo trabajador a quitarles el poder estatal a las clases dominantes propietarias y forjar instituciones gobernantes y un nuevo estado creados por la clase trabajadora.

Esa fue la lección de la Comuna de París, de la revolución bolchevique bajo la dirección de Lenin. Es la lección que nos ha dado el pueblo trabajador de Cuba dirigido por Fidel.

Una visión larga de la historia

Quiero decir unas palabras sobre cómo nació este libro. Al observar su hermosa portada, cuando veo mi nombre con letras del mismo tamaño que los nombres de los fundadores históricos del movimiento obrero moderno, y de un dirigente veterano del Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos del cual aprendí por primera vez sobre el socialismo científico, reconozco que me siento incómoda. Se siente pretencioso.

Los dos artículos de George Novack incluidos en el libro —“Como ascendió la humanidad hasta la civilización” y “El curso fundamental de la historia norteamericana”— fueron escritos hace casi 70 años, en forma de clases que él impartió a miembros y nuevos reclutas jóvenes del Partido Socialista de los Trabajadores. Igual que ahora, los jóvenes atraídos al movimiento comunista no sabían nada sobre los fundamentos científicos del marxismo.

El libro arroja luz sobre la Segunda Revolución Norteamericana y el carácter popular de gobiernos dirigidos mayormente por negros durante la Reconstrucción Radical tras la Guerra Civil. Arriba, General Ulysses S. Grant (frente a árbol) en Virginia, a menos de un año de derrota de la rebelión de esclavistas en abril de 1865. Abajo, mitin electoral en ex estado esclavista, 1868. Gobiernos de Reconstrucción prohibieron la discriminación racial; establecieron escuelas públicas y voto universal masculino; expandieron derechos de la mujer y acceso a la salud.
Arriba, Biblioteca del Congreso; Abajo, Harpers WeeklyEl libro arroja luz sobre la Segunda Revolución Norteamericana y el carácter popular de gobiernos dirigidos mayormente por negros durante la Reconstrucción Radical tras la Guerra Civil. Arriba, General Ulysses S. Grant (frente a árbol) en Virginia, a menos de un año de derrota de la rebelión de esclavistas en abril de 1865. Abajo, mitin electoral en ex estado esclavista, 1868. Gobiernos de Reconstrucción prohibieron la discriminación racial; establecieron escuelas públicas y voto universal masculino; expandieron derechos de la mujer y acceso a la salud.

Las clases de Novack, a las que le dio el nombre “La visión larga de la historia”, iban dirigidas a las “mentes recién despertadas”. Tenían como objetivo ofrecer “una presentación popularizada del curso principal de la evolución desde el pez hasta el ser humano”, y después, desde el inicio de la sociedad humana “hasta el capitalismo contemporáneo en Estados Unidos”. Como insistió Novack, esas clases presentaban “un esbozo muy simplificado de la inmensa y compleja gama” de ese proceso.

Esos artículos primero se imprimieron en mimeógrafo —la tecnología avanzada de esa época— como boletín educativo interno para los miembros del Partido Socialista de los Trabajadores. Después fueron publicados como folleto en 1960, como herramienta para captar a nuevos miembros para el PST y la Alianza de la Juventud Socialista. En esa época, el reclutamiento de una nueva generación se aceleraba ante el impacto de la victoriosa revolución socialista cubana y la creciente lucha de masas con dirección proletaria contra la segregación racial al estilo del apartheid en Estados Unidos. Desde entonces, Pathfinder y sus antecesores han mantenido impresas las clases de Novack, educando a generaciones de trabajadores y estudiantes.

Pero no teníamos el folleto en español. Hace un par de años, nuestra amiga y compañera de muchos años, Esther Pérez —que pensaba acompañarnos hoy pero no pudo por razones de salud—, nos dijo que disponía de tiempo y quería traducir algo. Así nació esta excelente traducción al español de “La visión larga de la historia”.

Participants visit book table after panel discussion on Labor, Nature, and the Evolution of Humanity. During Havana book fair it was one of Pathfinder’s best-selling titles.
Militante/Samir HazbounParticipantes visitan mesa de literatura después del panel sobre El trabajo, la naturaleza y la evolución de la humanidad. El libro fue uno de los más vendidos en el stand de Pathfinder en la feria.

Nuestro plan era sacar rápidamente una nueva edición en inglés y en español, para la cual yo haría un breve prefacio. Pero como sucede a menudo cuando comenzamos a trabajar un libro, igual que todas las cosas en la naturaleza y la sociedad, éste evolucionó. Pronto nos dimos cuenta que había pasado demasiado en la lucha de clases en los últimos 70 años para simplemente reproducir el original sin actualizar, ampliar y reforzar algunos de los materiales en los artículos de Novack.

Cuando fuimos a la imprenta, ya habíamos agregado el artículo de Engels, “El papel del trabajo en el tránsito del simio al hombre” y la primera parte del Manifiesto Comunista, “La época de la burguesía y la creación de sus sepultureros”. Así como fragmentos de los escritos de Jack Barnes, veterano dirigente del PST, sobre el papel de vanguardia de los trabajadores negros en la lucha de clases en Estados Unidos.

Agregamos muchas ilustraciones y lo que llamamos “recuadros de texto”. Algunos se enfocan en la Segunda Revolución Norteamericana, conocida aquí en Cuba como la Guerra de la Secesión, nombre que le dio la esclavocracia a una de las guerras más sangrientas de la historia. Otros se enfocan en el carácter de clase revolucionaria de los gobiernos, encabezados mayormente por negros, en los antiguos estados esclavistas durante la década después de la Guerra Civil. También incorporamos en estas páginas la Revolución Cubana. E integramos escritos de Evelyn Reed sobre la importancia del trabajo productivo de la mujer en la creación de los primeros lazos sociales de la humanidad.

En este proceso, también se transformó el “breve prefacio” mío. Con trabajo colectivo, la introducción evolucionó y llegó a ser un artículo más sustancial, “Sin dialéctica materialista, no puede haber revolución obrera”, que pone estas lecciones de la historia en el contexto de la lucha de clases hoy día.

Pensamos que el libro que estamos abordando esta tarde —fruto de este extenso proceso— es un arma más poderosa.

Política anticientífica, antiobrera

En los minutos que me quedan, quisiera enfocarme en solo una de las decenas de cuestiones abordadas en este libro. Es una de las razones por las que decidimos ampliar esta colección e incluir lo que Peter Wood llama el refrescante “franco materialismo de la izquierda marxista al viejo estilo”.

Él tiene razón. La perspectiva planteada en estas páginas es la única respuesta posible a la “política de identidad” y la “cultura de cancelación”, tan venenosas, antiobreras, anticientíficas y con su race-baiting, el uso de acusaciones de racismo para impedir un debate objetivo. En Estados Unidos esa política impregna más y más a las capas privilegiadas de clase media en las universidades, los medios, las artes, las ONG, el mundo tecnológico, las profesiones jurídica, médica y otras, ni hablar de toda la “izquierda”. Y predomina más y más en la dirección del Partido Demócrata.

Para esta meritocracia, que se ve a sí misma como una élite intelectual, la gran mayoría de la clase trabajadora es, según espetó Hillary Clinton durante su candidatura presidencial en 2016, “una bola de deplorables”, un enemigo “racista, sexista y homofóbico, xenofóbico” e “irredimible”.

En los últimos años se ha publicado muchos artículos que dicen “reexaminar” la historia de Estados Unidos para mostrar que la esclavitud y el racismo antinegro —y no el capitalismo, como explica tan claramente Novack, basándose en Marx y Engels— han sido la fuerza motriz de la historia de Estados Unidos. Esta “nueva historia del origen” enseña que cualquier persona que nazca con piel clara padece la incurable “enfermedad de blanquitud”. Y que la “supremacía blanca” es la base de toda la civilización occidental, cuya historia y aportes a la cultura acumulada de la humanidad deben ser borradas de las escuelas, las universidades, las artes y las bibliotecas a nivel mundial.

Los administradores de las escuelas primarias y secundarias han intentado —frente a una resistencia cada vez más fuerte de los padres— introducir libros de texto para niños, a veces desde el jardín de infantes, que les enseñan que ellos quizás no son ni niño ni niña, que no existen dos sexos biológicos. Más bien, que existe un número casi infinito de géneros —sin fundamento biológico— entre los cuales pueden escoger.

Cualquier persona —como J.K. Rowling, la famosa autora de la popular serie de libros juveniles de Harry Potter— que se atreva a afirmar simplemente los hechos científicos, se ve acusada de “transfóbica” y se convierte en objeto de ataques por una moderna turba linchadora orquestada a través de las redes sociales. Se rompen contratos editoriales, se cancelan invitaciones a dar conferencias, se anuncian despidos y se destrozan vidas.

Lo más importante que esperamos que ustedes saquen de este evento es que la clase trabajadora, de todos los colores de piel, odia y resiste la ofensiva política de esta capa privilegiada de clase media. Esta polarización de clases subyace toda la política en Estados Unidos. Es más, esta polarización se ha acelerado por las consecuencias de la pandemia y sus repercusiones económicas, incluyendo una inflación que ahora está por las nubes y cosas mucho peores por venir.

Tres breves ejemplos captan el carácter reaccionario de los quemalibros y los cazabrujas del siglo 21.

La universidad Howard, la universidad negra más antigua y prestigiosa en Estados Unidos, anunció hace un año que eliminará su departamento de clásicos. Uno de los más destacados intelectuales en Estados Unidos que es negro, Cornel West, entonces profesor en la Facultad de Divinidad de la universidad Harvard, escribió una columna de opinión fulminante en el diario Washington Post en que denunció esa decisión por su “profunda estrechez intelectual”, una señal del declive moral que “está haciendo estragos en la cultura norteamericana”.

Él les recordó a los lectores que el famoso abolicionista y ex esclavo Frederick Douglass comenzó su “gran travesía emancipadora” desafiando las leyes de los esclavistas que le prohibían aprender a leer y escribir, y que arriesgó la vida para obtener y leer obras de Sócrates, Catón y Cicerón. Que Martin Luther King alude a Sócrates tres veces en su famosa “Carta desde una prisión en Birmingham” de 1963.

Y debemos agregar a Malcolm X, quien comenzó su autotransformación leyendo no solo cada palabra del diccionario que encontró en la biblioteca de la cárcel, sino todo libro que cayera en sus manos. Desde W.E.B. Du Bois y Carter G. Woodson hasta Homero, Shakespeare, Spinoza, Kant y otros “de los viejos filósofos, tanto occidentales como orientales”, según lo expresó Malcolm en su autobiografía.

Un segundo ejemplo. El Ballet de la Universidad Princeton, un club estudiantil de ballet, hace poco redactó un documento —circulado por el Decano de Estudiantes y su Oficina de Diversidad e Inclusión— que denunciaba la “perfecta norma blanca” del ballet y lo proclamaba “una forma artística imperialista, colonialista y supremacista blanca”.

El autor del artículo que llevó a la luz pública esta información escandalosa comentó, “Caramba, mejor no hablarles a estos imbéciles woke acerca de Alicia Alonso, la prima ballerina cubana, fundadora del Ballet Nacional de Cuba y ferviente fidelista”.

Tercero. Una activista climática de izquierda hace poco se apareció en una reunión de la Coalición en Washington de Solidaridad con la Revolución Cubana, donde se planificaba un evento público al que habían invitado a la embajadora cubana Lianys Torres Rivera a que hablara. Era la primera vez que esta persona asistía a una reunión de la coalición. Ella inmediatamente exigió que se cancelara la invitación porque dijo tener información de que el abuelo de la embajadora había sido dueño de esclavos.

Nada de esto tiene que ver con enseñar la verdadera historia de Estados Unidos o del mundo. El Partido Socialista de los Trabajadores y la editorial Pathfinder lo han estado haciendo durante décadas. Pero no existe una historia “negra” propia, o una historia “femenina” o incluso una historia obrera propia. Nuestras historias, nuestras relaciones sociales están entretejidas de manera dialéctica e inseparable.

Por supuesto, el racismo sí es sistémico en Estados Unidos. Lo ha sido desde que llegaron los primeros colonos europeos. Pero el sistema social contradictorio de producción y reproducción que ha evolucionado desde entonces no es la “supremacía blanca”. Es el capitalismo. Igual que el sistema social responsable de la condición de segunda clase de la mujer no es el sexismo ni el patriarcado, mucho menos “la familia”. Es la propiedad privada, sobre la cual se edifica toda la sociedad de clases.

Solo una clase trabajadora fuerte, con más y más conciencia de clase, probada en batalla, unida más allá de raza, sexo, nacionalidad, religión e idioma, podrá cambiar estas relaciones de explotación y opresión.

Ese conocimiento es lo que nos junta aquí.

*  *  *

Voy a concluir con un punto final.

Se puede decir con certeza que, para todos nosotros, la guerra que está devastando a Ucrania nunca está muy lejos de nuestras mentes, aun cuando estamos hablando sobre otros temas candentes como lo estamos haciendo hoy. Indudablemente, en esta sala representamos una gama de posiciones diferentes sobre las causas del asalto militar de Moscú, que no venimos hoy a discutir.

Whatever views participants at the book presentation might have on Moscow’s military assault on Ukraine, Waters said, “We all sense that the first large land war on the European continent in more than 75 years signals a new stage in the unraveling of the imperialist world order.” Above, March 21 protest in Kherson, Ukraine, against Moscow’s occupation.
Ukrainian SouthIndependientemente de las opiniones de los panelistas sobre el asalto militar de Moscú contra Ucrania, dijo Waters, “todos sentimos que la primera guerra terrestre en gran escala en el continente europeo en más de 75 años señala una nueva etapa en la desintegración del orden mundial imperialista”. Arriba, protesta contra ocupación rusa, Jersón, Ucrania, marzo 21.

Pero todos sabemos, o por lo menos sentimos, que la primera guerra terrestre en gran escala en el continente europeo en más de 75 años señala una nueva etapa en la desintegración del orden mundial imperialista establecido por los vencedores en la Segunda Guerra Mundial.

Ninguno de nosotros podrá ignorar las consecuencias, que apenas han comenzado a desarrollarse.

La política que estamos abordando aquí es totalmente pertinente a nuestra capacidad de trazar una perspectiva obrera en este futuro desconocido.

Por eso la oportunidad de tener este tipo de intercambio en la Feria Internacional del Libro de La Habana con compañeros de lucha es tan vital para los que sentimos el peso de nuestras responsabilidades en la lucha de clases al otro lado del Estrecho de Florida: el bastión del imperialismo, donde en última instancia se decidirá el futuro de la humanidad.

Por eso les agradecemos a todos ustedes, y especialmente a los miembros de nuestro panel, por esta oportunidad.

Muchas gracias.