Hace 69 años, el 26 de julio, Fidel Castro y otros 160 revolucionarios realizaron ataques armados contra los cuarteles Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, dando inicio a la guerra que derrocó en 1959 a la dictadura de Fulgencio Batista que contaba con el apoyo de Washington y abrió la puerta para que los trabajadores y campesinos de Cuba hicieran la primera revolución socialista en las Américas.
Los trabajadores cubanos demostraron que las clases explotadas son capaces de luchar para reemplazar el dominio capitalista con algo mejor: nuestro propio gobierno. Su ejemplo es un poderoso faro para el pueblo trabajador hoy, que enfrenta ataques contra nuestros empleos, condiciones de vida y trabajo, así como guerras como la invasión de Ucrania por Moscú que amenaza las vidas de millones.
El ataque a las guarniciones fue derrotado. Cincuenta y seis combatientes capturados fueron asesinados por el régimen y Castro fue juzgado y encarcelado. Su discurso en la sala del tribunal, La historia me absolverá, fue sacado clandestinamente de la prisión y distribuido ampliamente para explicar los objetivos de la revolución y reclutar a otros.
“Cuando hablamos de pueblo no entendemos por tal a los sectores acomodados”, dijo Castro, sino a los desempleados, campesinos, obreros industriales, pequeños agricultores y demás explotados, que conocen de angustia y por eso están dispuesto “a darlo todo”. A esta gente “no le íbamos a decir ‘Te vamos a dar’, sino: ‘Aquí tienes, lucha ahora con toda tus fuerzas’”.
Una campaña masiva por la amnistía ganó la excarcelación de Castro.
Castro organizó la siguiente etapa de la lucha revolucionaria, formó lo que se convertiría en el Ejército Rebelde que se enfrentaría a las fuerzas de Batista. A medida que se ganaron el apoyo de los campesinos explotados y liberaron territorios, comenzaron a poner en práctica el programa que Castro había trazado en La historia me absolverá, organizando a los trabajadores a hacerse cargo del cuidado de la salud, la educación, los tribunales revolucionarios, la construcción y una extensa reforma agraria.
Para gran horror de Washington, el gobierno revolucionario que llegó al poder en 1959 sí llevó ese programa hasta el final. Castro y el Movimiento 26 de Julio mobilizó a los trabajadores y agricultores a reemplazar todas las instituciones del dominio capitalista, a tomar el poder en sus propias manos y a utilizar su gobierno en contra de la explotación capitalista y las relaciones de propiedad y afirmar el carácter socialista de sus logros. Los trabajadores acogieron el carácter marxista de su dirección.
Cientos de miles se ofrecieron como voluntarios para las brigadas de alfabetización, se integraron a la recién formada Federación de Mujeres Cubanas, para las fuerzas militares de defensa y en otras formas para ampliar y defender su revolución. Una profunda transformación en la conciencia y la confianza del pueblo trabajador tuvo lugar.
Los trabajadores y campesinos de Cuba se ganaron el odio implacable de la clase capitalista norteamericana. Desde entonces, tanto las administraciones demócratas como las republicanas han tratado de aplastar la revolución socialista de Cuba y su ejemplo. Únase a la lucha para poner fin a la brutal guerra económica de Washington contra el pueblo cubano y, aún más importante, para construir un partido de la clase trabajadora que guíe a los millones de explotados y oprimidos en Estados Unidos a emular su ejemplo.