Los gobernantes capitalistas estadounidenses enfrentan una crisis política. El bajo apoyo al presidente Joseph Biden en las encuestas; la histeria anti Trump de los liberales, la izquierda de clase media y los Nunca Trump republicanos; así como las crecientes divisiones que están desgarrando al Partido Demócrata y al Republicano, son algunos de los síntomas.
El juego de triles bipartidista ha servido bien a los gobernantes capitalistas durante décadas, pero hoy se está desmoronando a medida que los trabajadores comienzan a resistir el impulso de los patrones para poner la crisis económica y social del sistema capitalista sobre nuestras espaldas.
Sin logros para presentar en las elecciones de noviembre, y la caída del apoyo a Biden, los demócratas están intensificando sus “audiencias” en el Congreso para poner en la picota al ex presidente Donald Trump por los disturbios en el Capitolio el 6 de enero de 2021. Afirman que como mínimo fue un fallido intento de insurrección que se agrega a los intentos de destituir a Trump por más de seis años acusándolo falazmente de ser un agente de Rusia.
Los demócratas quieren que Trump sea el tema principal en 2022, y los republicanos del Nunca Trump quieren evitar que tenga influencia en el partido y se postule en 2024.
Las audiencias no tienen ninguna pretensión de ser objetivas. Los testimonios son escogidos selectivamente por el comité seleccionado a dedo por los demócratas, donde se acepta la evidencia basada en rumores y no se permite el contrainterrogatorio de los testigos.
Este comité ha interrogado a más de mil testigos, eligiendo selectivamente a quienes tienen “los mejores hechos para contar una historia limpia y unilateral”, dijo un ex miembro del grupo de trabajo especial del Departamento de Justicia al New York Times el 25 de julio.
El que se atreve a negarse a hablar ante el comité sufre la ira de los liberales. El ex asesor de Trump, Steve Bannon, quien se negó a comparecer el otoño pasado, fue acusado y declarado culpable de desacato criminal al Congreso el 22 de julio y ahora enfrenta penas de cárcel y multas.
Las últimas personas encarceladas por desacato al Congreso fueron los 10 de Hollywood: escritores, directores y productores de cine que se negaron a “dar nombres” cuando fueron citados por el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes en 1947.
Atropello de los derechos
Este atropello de los derechos constitucionales es un peligro para la clase trabajadora, que es el verdadero blanco de los gobernantes capitalistas.
La atmósfera de histeria incitada por los organizadores de las audiencias, quienes afirman que “nuestra forma de vida” está en peligro, está teniendo repercusiones peligrosas. El 21 de julio, David Jakubonis atacó al congresista Lee Zeldin, partidario de Trump y candidato republicano a gobernador, durante un evento de campaña cerca de Rochester, Nueva York. Jakubonis gritó: “¡Ya has terminado!”. Zeldin pudo detener el ataque. La Oficina del Sheriff del Condado de Monroe procesó a Jakubonis por un delito grave con consecuencias penales, ¡pero luego lo soltó bajo su propia responsabilidad! Más tarde fue encarcelado con cargos federales.
El imperialismo norteamericano enfrenta una crisis multifacética. Enfrenta los desafíos de las potencias rivales, incluida la invasión de Ucrania por parte de Moscú, la creciente influencia económica y militar de Beijing y los esfuerzos de los gobernantes iraníes para desarrollar armas nucleares. A pesar de su relativo declive, no hay reemplazo para los gobernantes estadounidenses al frente del orden mundial imperialista. Los patrones estadounidenses también enfrentan una crisis dentro de Estados Unidos.
Más trabajadores viven de cheque a cheque; más agricultores enfrentan la bancarrota y la pérdida de sus fincas; más trabajadores jóvenes no pueden mudarse de la casa de sus padres; la tasa de natalidad está cayendo; las muertes por sobredosis de drogas están en un nivel récord; y el crimen violento está aumentando. El número de trabajadores en la fuerza laboral permanece por debajo de los niveles previos a la pandemia y es aún más bajo para las mujeres, con muchas de ellas obligadas a regresar al hogar por la falta de cuidado infantil asequible.
Ningún ala de los partidos Demócrata o Republicano —desde Trump hasta los socialdemócratas a la izquierda de los Demócratas— tiene una salida a esta crisis capitalista. Todos ellos presentan lo que intentarían hacer por usted o, más probablemente, a usted.
El 14 de julio, el senador demócrata Sheldon Whitehouse exigió que la Casa Blanca ignorara la Constitución y declarara una “emergencia nacional” para justificar una serie de órdenes ejecutivas que evada el debate y el voto en el Congreso. La concentración de poder en manos del ejecutivo es un peligro para el movimiento obrero. Facilita que los gobernantes lancen guerras y persigan los derechos de los trabajadores, entre otras consecuencias.
La presidencia de Biden también ha recibido denuncias estridentes de Alexandria Ocasio-Cortez, quien dijo que solo estaba presentando “¡¡listas de por qué no podemos!!”
Algunos demócratas quieren deshacerse de Biden y darlo por terminado. “¡Desiste, Joe, desiste!” fue el titular de un artículo de opinión en el Washington Post el 24 de julio por Steven Isenberg, operador del partido desde hace mucho tiempo.
En el Partido Republicano, la brecha entre Trump y los Nunca Trump se hace más amplia y más irreconciliable.
Lo único en que coinciden todas las alas de la política capitalista es que los “deplorables” —como los llamó Hillary Clinton en 2016— son el verdadero problema.
Los gobernantes capitalistas y las capas meritocráticas de clase media tienen un desprecio profundamente arraigado, así como un creciente temor, hacia la clase trabajadora.
Necesitamos un partido obrero
Los trabajadores que se sintieron atraídos por Trump estaban indignados de ser carne de cañón en las guerras de los gobernantes en Irak y Afganistán, por el deterioro de las condiciones laborales y de vida y el hecho de que ninguno de los políticos en Washington se preocupa por sus problemas o sus vidas. Trump se presentó demagógicamente como alguien nuevo a la política que iba a drenar el pantano en Washington y traer de vuelta puestos de trabajo.
Los trabajadores están buscando una alternativa a la crisis impuesta por el capitalismo en decadencia. Sólo el Partido Socialista de los Trabajadores y sus candidatos ofrecen un camino hacia la acción política independiente de la clase obrera. Su punto de partida es la capacidad del pueblo trabajador a unirse en defensa de sus propios intereses. El PST explica que los trabajadores debemos organizarnos y usar nuestros sindicatos para luchar hoy y formar nuestro propio partido, un partido obrero, que pueda hablar por todos los explotados y oprimidos y liderar a millones en la lucha revolucionaria para tomar el poder político en nuestras propias manos.