Los avances de las fuerzas ucranianas, apoyadas por la población local, contra la invasión de Moscú han frenado los intentos del presidente ruso Vladímir Putin de aplastar la independencia del país. Debilitados por los recientes reveses sufridos en el campo de batalla, el régimen de Putin también enfrenta mayores presiones de sus oponentes dentro del país y de gobiernos aliados en China e India que quieren ver un fin a la guerra.
El Kremlin tuvo que admitir que perdió más territorio en el noreste de Ucrania en una semana del que había ganado en cinco meses de su asesino ataque contra la soberanía de Ucrania.
Putin respondió a estas pérdidas con un discurso belicoso transmitido el 21 de septiembre en el que anuncia una escalada de su guerra de conquista. Reiterando sus mentiras de que el gobierno de Ucrania es neoNazi y que está siendo usado por “el occidente” como “cabeza de playa contra Rusia”, Putin anunció que había ordenado la movilización de reservistas del ejército —la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial— para suplementar a sus tropas actualmente desplegadas en Ucrania.
Putin dijo que realizaría referendos en las áreas ocupadas por Moscú en Donetsk, Luhansk, Jersón, y Zaporiyia del 23 al 27 de septiembre para anexarlas a Rusia. Dijo que eran “tierras históricas de Novorossiya” y no de Ucrania. Amenazó con responder a cualquier esfuerzo de Ucrania para liberar estas áreas como si fuera un ataque al suelo ruso.
Putin terminó su discurso con una amenaza de ataque nuclear. Si se amenaza la integridad territorial de nuestro país”, dijo, “sin duda utilizaremos todos los sistemas de armamentos a nuestra disposición. Esto no es una fanfarronada”.
Después de su discurso, el ministro de defensa ruso Sergei Shoigu dijo a la prensa que se llamaría a filas hasta 300 mil reservistas, inmediatamente. Extendió indefinidamente los contratos de los soldados rusos que ya se encuentran en Ucrania.
La guerra de Putin —la más grande en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial, y a la que no se le ve final— ha sacudido el “orden mundial” imperialista causando cambios en la forma en que los gobernantes capitalistas tratan de defender sus intereses nacionales. Esto está llevando a nuevas alianzas y al rearme masivo.
La desmoralización entre las tropas rusas es amplia. Protestas contra la guerra y la movilización ocurrieron por toda Rusia poco después del discurso de Putin. La mayoría fueron modestas, y fueron reprimidas por la policía. Empezaron en Siberia y en el Extremo Oriente, con manifestaciones en Irkutsk, Ulan-Ude, Yakutsk, Khabarovsk, Tomsk, Novosibirsk y otras ciudades.
Incluso antes del discurso, ya habían aumentado las protestas en Rusia. El Grupo de Protección de Derechos Humanos de Járkiv publica una lista semanal de estas protestas. La última ocupa 19 páginas. Incluye un cartel publicitario colocado en Angarsk en Siberia que dice, “40 mil muertos, 100 mil heridos. ¿Para qué? ¡NO A LA GUERRA! 150 días de la operación “especial” han costado un billón de dólares”.
“El Partido Socialista de los Trabajadores saluda la resistencia del pueblo trabajador ucraniano y llama a la derrota de las fuerzas invasoras de Putin”, dijo Alyson Kennedy, candidata del PST para gobernadora de Texas, el 21 de septiembre. “Nos unimos a los trabajadores rusos que protestan contra la guerra de Moscú. La defensa de la independencia de Ucrania está en los intereses del pueblo trabajador de todo el mundo”.
“La afirmación de Putin de que su invasión asesina es una medida defensiva contra la agresión ucraniana y los gobiernos de la OTAN es totalmente falsa. Una Ucrania independiente y soberana no presenta ningún riesgo para Rusia”, dijo Kennedy.
A la misma vez, dijo la candidata, “El PST se opone a las sanciones impuestas contra Rusia por Washington y otras clases gobernantes y exige que sean eliminadas de inmediato. Estas medidas recaen abrumadoramente sobre los trabajadores y son un obstáculo para forjar la fraternización y lazos entre el pueblo trabajador en Ucrania, Rusia y el mundo que puede ayudar a forzar el fin de la guerra de Putin”.