Después de 10 meses de sangrientos combates por el control de Bakhmut, actualmente la batalla más importante en la defensa de la independencia de Ucrania, las fuerzas de Moscú están empleando tácticas de tierra arrasada para reducir la ciudad a escombros, avanzando lentamente contra las tropas ucranianas atrincheradas en altos edificios en el oeste. Las fuerzas ucranianas, que incluyen un gran número de trabajadores voluntarios, están decididos a defender la soberanía de Ucrania.
Su firmeza contrasta marcadamente con la de las fuerzas de Moscú. El presidente Vladímir Putin está sacrificando a decenas de miles de soldados rusos en sucesivas olas de asaltos. La capacidad de combate de los mercenarios del grupo Wagner utilizado por el régimen ruso está casi agotado, lo que ha obligado a Moscú a poner más de sus fuerzas élite en la batalla.
Las muertes de soldados rusos han aumentado drásticamente en los últimos meses, dijo a la BBC desde Armenia el militar veterano Vitaly Votanovsky. Él huyó de Rusia después de recibir amenazas de muerte por dar a conocer el gran número de sepulturas de soldados rusos en Krasnodar, al sudoeste de Rusia.
Si el pueblo ruso “se enterara de las verdaderas pérdidas en el campo de batalla, se volvería loco”, dijo.
Para reemplazar sus desgastadas tropas, el Kremlin pretende reclutar a cientos de miles más. No ha anunciado una nueva movilización por la misma razón que oculta la verdad sobre las bajas: tratar de evitar protestas del pueblo trabajador.
Varios cientos de paracaidistas del Regimiento de Paracaidistas de la Guardia 331 en Kostroma han muerto. Las bajas en el regimiento tras 14 meses de invasión son mucho mayores que las de los nueve años de ocupación soviética de Afganistán, que terminó en 1989 y en la que 56 de sus soldados perdieron la vida.
Dos reclutas rusos, Yury Degtyarev y Alexei Selivanov, fueron sentenciados a tres años en una colonia penal por un tribunal militar de Kursk el 22 de diciembre, por rehusar a combatir. Más de 700 casos similares están en los tribunales militares, con la mitad ya condenados.
Desde la invasión, decenas de miles de niños ucranianos han sido arrebatados de sus familias por fuerzas rusas en las zonas ocupadas de Ucrania, bajo el pretexto de que están siendo “rescatados” de las zonas de guerra que Moscú creó.
Dasha Rakk, una niña de 13 años, dijo que ella y su hermana gemela habían salido de la ciudad de Jersón, ocupada por Moscú, para ir a un campamento de verano en Crimea durante una semanas el año pasado. Al llegar les dijeron que se quedarían más tiempo. Luego, los funcionarios “dijeron que íbamos a ser adoptadas, que se nos asignarían tutores”, señaló a Reuters. Ambas hermanas eran parte de un grupo de 30 niños que fueron reunidos con sus padres el 8 de abril.
Vitaly, otro niño de Jersón, dijo que le habían dicho que sus padres ya no lo querían. Tras la desaparición de su hijo Artem, Natalya Zhornyk y otras mujeres viajaron a la parte de Ucrania ocupada por Moscú en marzo para recogerlo, junto con otros 15 niños más.
En ambos rescates fueron ayudados por Salven a Ucrania, una organización fundada en 2014 para mover a niños y sus familias de las zonas de intensos combates, después que las tropas rusas al frente de separatistas pro Moscú ocuparan territorios en el este de Ucrania.
Los intentos de Moscú de rusificar los países que trata de subyugar tiene un largo historial. Actualmente, las fuerzas del Kremlin se han apoderado o cerrado de por lo menos 26 iglesias en las partes ocupadas por Moscú en Ucrania. Algunas de ellas han sido otorgadas a la religión ortodoxa rusa. Las fuerzas de Moscú han matado o detenido a por lo menos 29 líderes religiosos y 13 lugares de culto han sido profanados, saqueados o destruidos.
Dentro de Rusia, Putin ha aumentado las detenciones, los juicios y las largas sentencias contra los que se oponen a su guerra. A pesar de ello, algunos continúan elevando sus voces. El 6 de abril, Yelena Tarbayeva fue detenida fuera del tribunal de Yefremov y multada 600 dólares por llevar un cartel con un dibujo en el que se leía “Putin se come a los niños”. Había viajado las 600 millas desde San Petersburgo, para protestar el procesamiento de Alexei Moskalyov por protestar contra la guerra con su hija Maria.