La filtración de secretos máximos de la CIA y del Estado Mayor Conjunto ha puesto de relieve las vastas operaciones de espionaje de Washington dirigidas tanto a países aliados y antagonistas por igual.
Las operaciones de espionaje de los gobernantes norteamericanos son una parte integral de la defensa de sus intereses de clase. En medio de la guerra de Moscú contra Ucrania y la creciente fricción con el régimen expansionista de Beijing, Washington ve grietas en el “orden mundial” que ha dominado desde que emergió como el vencedor de la segunda guerra mundial imperialista.
Los archivos, aparentemente filtrados por un videojugador de 21 años, detallan el espionaje de Washington al presidente ucraniano Volodimir Zelensky. Muestran las vulnerabilidades de las defensas aéreas ucranianas y los límites que Washington ha puesto en el suministro de armamentos.
“La inteligencia de Estados Unidos parece haber penetrado casi todos los cuerpos militares rusos, inclusive el estado mayor, el ministerio de defensa y la agencia militar GRU, así como el grupo armado de mercenarios Wagner”, informó el Moscow Times en línea.
También se revelaron operaciones de espionaje contra los gobiernos aliados en Egipto e Israel.
La supuesta fuente de las filtraciones, Jack Teixeira, miembro del ala de inteligencia de la Guardia Nacional Aérea de Massachusetts, fue detenido en su casa en Massachusetts por agentes del FBI fuertemente armados y con equipo de combate completo el 13 de abril. Fue acusado bajo la Ley de Espionaje de retención y transmisión no autorizada de registros de defensa nacional y retención deliberada de documentos clasificados. Enfrenta hasta 15 años de prisión.
Su unidad ha sido despojada de toda su autoridad de inteligencia y está bajo investigación.
Se alega que Teixeira reveló los documentos secretos para impresionar a otros jóvenes en un chat en línea.
Después de décadas de revelaciones de espionaje político y disrupciones contra los trabajadores y las luchas sociales, el FBI desea renovar su reputación. Se jactó de que el arresto de Teixeira “ejemplifica” su papel contra “aquellos que traicionan la confianza de nuestro país”.
El material filtrado no muestra nada nuevo sobre las artimañas de los capitalistas en Estados Unidos y su gobierno.
Bajo el capitalismo nunca ha habido un momento en el que las familias de la clase dominante no hayan espiado a todos para salirse con la suya, ya sea torciendo el brazo o empleando todo su poderío militar.
Sus intrigas internacionales son una extensión de décadas de vigilancia encubierta y ataques contra la clase trabajadora en EE.UU. y su vanguardia, a quien los gobernantes reconocen como la amenaza más importante a su sistema de explotación y opresión.
Las revelaciones recientes muestran la creciente inestabilidad y la agudización de los conflictos mundiales que los capitalistas norteamericanos enfrentan hoy. Los regímenes capitalistas competidores se ven impulsados a buscar nuevas alianzas mientras intensifican los movimientos para fortalecer sus fuerzas armadas en preparación para los inevitables conflictos y guerras en el horizonte.
Ante los crecientes desafíos, Washington mantiene unas 750 bases militares fuera de sus fronteras para defender las ganancias y prerrogativas de las familias capitalistas, y están construyendo más.
En contraste, con todas sus intenciones expansionistas, Beijing solo cuenta con cinco, todas, excepto una en Yibuti, Africa, en islas que Beijing construyó en el Mar de la China Meridional.
Los documentos también muestran la preocupación de Washington por la creciente influencia de los gobernantes rusos hacia algunos aliados de los gobernantes norteamericanos. En uno de los archivos, espías norteamericanos dicen haber descubierto planes para que una compañía de defensa rusa construya un centro de servicio en los Emiratos Árabes Unidos para misiles comprados de Moscú. Funcionarios de los EAU lo negaron.
Las operaciones de espionaje mantenidas por el imperialismo norteamericano en todo el mundo son comparables al amplio alcance del FBI aquí dentro de EE.UU. Hoy son parte de un creciente asalto contra las libertades constitucionales impulsado por la administración Biden y los demócratas mientras tratan de mantener el control de la Casa Blanca. El objetivo real de esta operación de espionaje y disrupción es la clase trabajadora.