NUEVA YORK — La muerte de Jordan Neely el 1 de mayo en el metro de esta ciudad y la subsecuente acusación de homicidio involuntario en segundo grado de Daniel Penny por el fiscal de distrito generaron un amplio debate sobre lo que sucedió y por qué.
Neely, era un africano americano de 30 años, indigente por más de una década. Según familiares y reportes policiales su estado de enfermedad mental fue agravado por el abuso de drogas, y se profundizó durante ese período, especialmente después de que su padrastro asesinara a su madre en 2007. Para 2023, Neely había sido acusado de agredir físicamente a varias personas y tenía un historial de 42 arrestos, incluso uno por golpear a una mujer de 67 años.
Poco se sabe sobre Penny aparte de una entrevista con el New York Post el 20 de mayo. Penny, con 24 años de edad, es un veterano de los marines de Estados Unidos.
El 1 de mayo Neely se subió al tren F. Testigos dicen que comenzó a comportarse de manera agresiva, gritándole a otros pasajeros, diciendo que estaba harto y exigiendo comida y agua. Dijeron que gritó que no le importaba ir a la cárcel o morir. Juan Alberto Vásquez, otro pasajero, dijo a los medios que en un momento Neely arrojó su abrigo al suelo de una manera que le hizo pensar que era un preludio a la violencia.
En cuestión de segundos, dijo Vásquez, Penny había sujetado a Neely por detrás y los dos cayeron al suelo. Otro hombre se unió a Penny para sujetar a Neely y un tercero trató de ayudar. Según los informes, Penny les dijo a otros pasajeros que llamaran a la policía.
Pasaron siete minutos antes de que llegaran las autoridades mientras los pasajeros mantuvieron el tren detenido en la siguiente estación.
El metro se ha convertido en un punto donde convergen las crisis de personas desamparadas, las que sufren de problemas de salud mental y de abuso de drogas que azotan la ciudad. Las consecuencias para los trabajadores son a veces devastadoras. Millones de trabajadores van y vienen del trabajo en el metro todos los días, las 24 horas del día, con sus 472 estaciones y cientos de millas de vías.
Según algunos cálculos, hay más de 70 mil personas desamparadas en la ciudad. Unos 13 mil de ellos padecen enfermedades mentales graves, como esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión. En una ciudad que es la capital financiera del mundo capitalista, la carencia de albergues seguros y atención médica es una realidad diaria para miles de personas y un síntoma de la profunda crisis que enfrenta el pueblo trabajador.
En 2021 murieron 2,668 personas en Nueva York por sobredosis de drogas, un alza del 78% desde 2019. El fentanilo y otros opioides, entre otras drogas frecuentemente mortales, circulan libremente por las calles. Ahora están apareciendo en tropel las tiendas que venden marihuana que compiten por ganancias de las ventas de esta droga, que fue recientemente legalizada por el estado. Esto ocurre justo cuando los estudios médicos muestran que el consumo de cannabis ha estado vinculado con el 30 por ciento de los casos de esquizofrenia en adolescentes.
La tasa de delitos graves en el sistema del metro fue el doble en 2022 que en 2019. Diez personas fueron asesinadas en 2022, incluida Michelle Go, una mujer de 40 años que fue empujada frente a un tren que se aproximaba en Times Square. Diez personas resultaron heridas cuando Frank R. James disparó un arma de fuego en un tren N en Brooklyn.
El 28 de mayo de 2023 un hombre atacó a una mujer en una estación del metro en Manhattan, empujando su cabeza contra un tren en movimiento causándole heridas graves. Solo este año, pasajeros del metro han denunciado 450 incidentes de acoso y agresión. Muchos más no fueron reportados.
La congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, el contralor de la ciudad Brad Lander, el reverendo Al Sharpton y otros se apresuraron a calificar a Penny de asesino y de justiciero, sin una pizca de evidencia. Algunos calificaron la muerte de Neely como un ejemplo de “supremacía blanca” en auge y de ser un “linchamiento”. Estas afirmaciones hacen eco del discurso que pronunció el presidente Joseph Biden el 13 de mayo en la Universidad de Howard, donde afirmó que el “veneno de la supremacía blanca” es la “amenaza terrorista más peligrosa para nuestra patria”.
En la entrevista del Post, Penny dijo: “Esto no tiene nada que ver con la raza. Juzgo a una persona en función de su carácter. No soy un supremacista blanco”. Dijo que tenía todo que ver con un sistema roto “que nos falló tan desesperadamente”.
“La difamación contra Penny por parte de los demócratas, la izquierda de clase media y los medios capitalistas liberales es particularmente perniciosa”, dijo al Militante Róger Calero, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para el Concejo Municipal de Nueva York por el Distrito 48. “En el fondo se encuentra su desdén por los hechos, el desprecio por el pueblo trabajador, incluyendo nuestros actos cotidianos de solidaridad y humanidad que nos hacen seguir adelante y nos ayudan a evitar daños.
“La brutalidad y la crudeza de la vida, las crisis de salud mental, drogas y personas sin hogar”, dijo Calero, “plantean si simplemente nos convertimos en personas adormecidas, insensibles o cínicas sobre lo que sucede a nuestro alrededor y a nosotros. O lo enfrentamos actuando en base a nuestro valor propio, protegiéndonos de la desmoralización y ruina de nuestra clase, y trazando un camino obrero que defienda la vida y el futuro.
“Los partidos capitalistas, tanto el Demócrata como el Republicano, que gobiernan esta ciudad y este país son los responsables”.
“Es una mentira que el racismo y la supremacía blanca están aumentando”, dijo Calero. “Después de décadas de lucha, incluyendo la poderosa batalla que derribó la segregación racial de Jim Crow, hoy existe un mayor potencial para unir al pueblo trabajador, independientemente del color de la piel, en una lucha para proteger nuestros intereses como clase, la clase trabajadora”.
Calero dijo que es particularmente importante insistir en que se protejan los derechos constitucionales de Penny. “Se debe presumir su inocencia, y la responsabilidad recae en el fiscal de distrito Alvin Bragg para demostrar más allá de toda duda razonable que Penny es culpable de un crimen.
“No existe tal cosa como un juicio justo bajo el sistema de justicia capitalista. La denegación por Bragg de los derechos constitucionales en un intento de acabar con el ex presidente Donald Trump es prueba de ello”.