El Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York (NYPD) anunció el 18 de julio el nombramiento de Rebecca Weiner, una graduada de Harvard y ex agente del departamento de inteligencia, como comisionada adjunta de la notoria unidad de inteligencia y contraterrorismo de la ciudad, mejor conocida como el Escuadrón Rojo. La agencia de espionaje de 1,500 policías es más grande que la de muchos países.
Es la primera mujer en ocupar dicho cargo. Este paso, junto con las afirmaciones de Weiner de que esta unidad desempeñará un papel completamente nuevo, más “woke” y abierto, tiene como objetivo renovar la imagen de la policía. El objetivo es hacer posible que la policía pueda incrementar con menos interferencia sus operaciones de espionaje e infiltraciones contra los trabajadores.
Weiner hizo un llamado a todos los neoyorquinos para que ayuden. “Documenten todo lo que vean y envíenoslo”, dijo en junio.
Esto va mano a mano con los esfuerzos de la administración de Joseph Biden para encubrir la verdadera función del FBI, la principal policía política nacional de los gobernantes capitalistas, y presentarlo como un aliado liberal del Partido Demócrata. Esto incluye su campaña para presentar a los partidarios del ex presidente Donald Trump como “neofascistas” y “supremacistas blancos”, e impedir a toda costa que se postule para presidente en 2024.
Bajo varios nombres, el Escuadrón Rojo ha utilizado informantes, vigilancia y acoso contra organizaciones políticas, sindicatos y luchas del pueblo trabajador durante más de un siglo.
Weiner dice que los directivos de las unidades de inteligencia “tienen una visión amplia de nuestra jurisdicción”. Sus agentes operan en Nueva York y en 14 ciudades del mundo.
Una entrevista que concedió a Christopher Costa, el director ejecutivo del Museo del Espionaje en Washington, da una idea del menosprecio de Weiner hacia los derechos constitucionales.
“La distribución de pegatinas o volantes de un día podrían ser el verdadero crimen de otro día”, dijo Weiner a Costa. Ella dice que hay un “aumento enorme en la desinformación”, un término ampliamente utilizado por los liberales como justificación para silenciar las opiniones políticas de sus oponentes. “La desinformación es tan paralizante”, se queja Weiner, porque agrava “la desconfianza generalizada hacia nuestras instituciones y nuestro gobierno”.
Weiner insiste en que su agencia es esencial para combatir la “desinformación rusa”, la artimaña que utilizó el FBI para espiar contra la campaña de Trump en 2016. Ella dice que los espías del NYPD están súper concentrados en enfrentar un “aumento de la supremacía blanca”.
La amenaza es diferente a la del pasado, dice Weiner. Hoy proviene del extremismo de derecha. La policía de Nueva York necesita saber “qué teorías de conspiración estás consumiendo y quién más podría estar consumiéndolas”.
Espionaje del Escuadrón Rojo
Los esfuerzos de Weiner para transformar la imagen de la agencia de espionaje, junto con la del FBI, son cruciales para los gobernantes capitalistas de hoy. Durante los últimos 50 años han salido a la luz el verdadero alcance del espionaje y acoso del FBI y la policía de Nueva York contra sindicalistas, oponentes de las guerras de Washington, luchadores por los derechos de los negros, el Partido Socialista de los Trabajadores y otros oponentes de las operaciones antiobreras de los gobernantes norteamericanos.
EL NYPD ha dispuesto de un equipo de espías desde 1904. Durante gran parte de su existencia ha sido conocido como el Escuadrón Rojo por atacar a comunistas y militantes sindicales.
Los agentes de inteligencia del NYPD han tenido que admitir sus operaciones dirigidas a los manifestantes de Occupy Wall Street y la vigilancia masiva de manifestantes durante la Convención Nacional Republicana en 2004.
Se aprovecharon del asalto contra el World Trade Center en 2001 para colocar informantes en las asociaciones de estudiantes musulmanes en las universidades de la ciudad. En colaboración con la CIA, operaron programas secretos para espiar a los musulmanes donde comían, compraban y rezaban.
En 2019 el gobierno municipal de Nueva York publicó videos que el Escuadrón Rojo tomó en secreto entre 1960 y 1980. Entre los objetivos filmados se encontraban el Partido Socialista de los Trabajadores, Malcolm X, el Partido Comunista, partidarios de la independencia de Puerto Rico, opositores de la guerra norteamericana en Vietnam, partidarios de los republicanos irlandeses y varios sindicatos.
Un fallo judicial en 1986 conocido como la decisión Handschu le permitió al Escuadrón Rojo quedarse con estos videos, junto con los archivos de espionaje de más de un millón de personas y organizaciones. Ese fallo fue emitido en ocasión de una demanda colectiva presentada en 1971 por víctimas del espionaje del NYPD.
El acuerdo de la demanda, respaldado por la Unión de Libertades Civiles de Nueva York, fue un golpe a la lucha para defender las protecciones constitucionales de la interferencia policial. Le proporcionó al NYPD un gran vacío legal para seguir espiando. El fallo dice que la policía puede espiar a cualquier grupo que, según ellos, “esté participando, esté a punto de participar o haya amenazado con participar en una conducta que constituya un delito”. ¡Dos de los tres miembros de la junta creada para monitorear los programas de vigilancia del NYPD son policías!
El Partido Socialista de los Trabajadores y algunos otros opositores de la policía política retaron el fallo. Pero se mantuvo y la policía lo ha utilizado como base para operaciones de inteligencia desde entonces.
Esto contrasta marcadamente con el fallo del juez federal Thomas Griesa en la demanda del PST de 1973 contra las décadas de espionaje, acoso y disrupción del FBI. En 1986 Griesa dictaminó que el uso de informantes por parte del FBI era inconstitucional, así como sus allanamientos ilegales de oficinas del PST y la interrupción de las actividades de los miembros del partido. Al rechazar una apelación del Departamento de Justicia, Griesa dijo que el FBI tenía prohibido utilizar cualquiera de los archivos que había generado a través de su espionaje.
El sistema capitalista está diseñado para defender el régimen que garantiza las ganancias de un puñado de grandes familias capitalistas contra las decenas de millones de trabajadores y otros que producen toda la riqueza.
Espiar y atacar a los trabajadores es crucial para que puedan mantener el poder. Esto se vuelve aún más importante hoy, a medida que crece la crisis capitalista y la amenaza de nuevas guerras. La respuesta de los gobernantes es perseguir a los sindicatos y tratar de sofocar cualquier intento de los trabajadores de organizarse independientemente de los partidos Demócrata y Republicano.