El 16 de septiembre se celebraron manifestaciones por todo el mundo para conmemorar el primer aniversario de la muerte de Zhina Amini, una joven kurda que murió después de ser arrestada por la odiada policía de “la moralidad” en Teherán, acusada de violar el código de vestimenta para mujeres.
Miles de personas coreando “Mujeres, Vida, Libertad” se unieron a las protestas en el Reino Unido, Alemania, Italia, Francia, Austria, Suecia y Bélgica; en Nueva Zelanda y Australia; y en 18 ciudades de Estados Unidos y 10 de Canadá. Desde Nueva York hasta San Francisco y Londres, los manifestantes exigieron la excarcelación de todos los presos políticos en Irán y el respeto de los derechos democráticos. Muchos portaban fotos de personas asesinadas durante las protestas que sacudieron Irán tras la muerte de Amini.
Para prevenir el reinicio de las acciones en las calles, en vísperas del aniversario el gobierno clerical burgués arrestó a decenas de personas por todo Irán, incluidos dirigentes del sindicato de maestros.
Efectivos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, del ejército y la policía fueron desplegados, especialmente en la región kurda. Los kurdos, una minoría mayoritariamente suní en Irán, donde la mayoría es chiíta, tienen una larga historia de lucha contra los atropellos a los derechos democráticos por el régimen.
En Saqqez, la ciudad natal de Amini, el gobierno estacionó tropas, francotiradores y vehículos blindados. Las fuerzas gubernamentales soltaron agua de una presa para inundar áreas aledañas al cementerio donde está enterrada Amini para impedir que la gente llegara a su tumba para la ceremonia convocada por sus padres. Su padre fue puesto bajo arresto domiciliario.
En una indicación de la debilidad del régimen, una huelga convocada por una coalición de grupos kurdos cerró negocios en por lo menos 18 ciudades de la región kurda y en Zahedán, la capital de Sistán-Baluchistán, hogar del pueblo baluch, otra nacionalidad oprimida que es mayoritariamente suní. Las fuerzas gubernamentales abrieron fuego en las ciudades kurdas de Kermanshah y Mahabad, hiriendo a varios manifestantes.
El día anterior, miles de personas se manifestaron en Zahedán, como lo han hecho casi todas las semanas durante casi un año. “Un ataque al Kurdistán es un ataque a Baluchistán”, se leía en carteles en la protesta. Otro lema popular fue “Igualdad para kurdos, baluchis, azerbaiyanos, turcos”, en referencia a varias minorías oprimidas.
Menos prejuicios religiosos y étnicos
“La mayor señal del despertar de la nación iraní es que los prejuicios étnicos y religiosos han disminuido considerablemente”, dijo el clérigo sunita Abdul Hamid a los manifestantes antes de que comenzara la marcha. “Respetan el idioma y la vestimenta de los demás y todos tienen compasión entre sí”.
“Chiítas y suníes, musulmanes y no musulmanes, todos se respetan unos a otros”, añadió. Semana tras semana, Abdul Hamid ha pedido al régimen que libere a todos los presos políticos y que deje de atacar las protestas. “La nación iraní”, dijo, “quiere justicia y libertad”.
Durante los cuatro meses de protestas que siguieron a la muerte de Amini, unos 500 manifestantes fueron asesinados por los matones del régimen y cientos resultaron heridos. En la masacre más grande, varias decenas murieron o resultaron heridas afuera de la mezquita en Zahedán el 30 de septiembre de 2022, cuando francotiradores de la policía abrieron fuego. Los defensores de los derechos de los baluchi han convocado una huelga el 30 de septiembre, el aniversario de lo que llaman el Viernes Sangriento.
Las protestas semanales el domingo, lunes y martes por jubilados que exigen un aumento en los beneficios del seguro social para compensar por la alta inflación ocurrieron como de costumbre en todo el país.