LONDRES — “La revolución estaba impulsando al país a favor de la clase trabajadora. Por eso decidí participar”, dijo Matthew Lord en un evento sobre “Maurice Bishop y la revolución granadina” celebrado aquí el 18 de noviembre. En el evento auspiciado por Pathfinder Books también hablaron Michel Rodríguez, primer secretario de la Embajada de Cuba en Londres y Jonathan Silberman, dirigente de la Liga Comunista.
Lord, un electricista que vive en Londres, era un estudiante de 14 años en Granada cuando triunfó la revolución dirigida por Bishop en marzo de 1979. Fue representante en el consejo estudiantil de su escuela secundaria, participó en la campaña de alfabetización realizada por la revolución y se integró a la Milicia Popular.
Lord describió los avances hechos por la revolución en la incorporación de los trabajadores en los sindicatos, de las mujeres y la creación de una red de consejos y asambleas de trabajadores y comunidades. La producción agrícola aumentó, la economía creció, las zonas rurales tuvieron acceso a la electricidad, y a la educación y atención médica gratuita, el desempleo se redujo, dijo, todo con la ayuda de “nuestros hermanos y hermanas cubanos”.
Rodríguez habló del reconocimiento de Cuba del gobierno revolucionario y la solidaridad que le extendió “compartiendo lo poco que tenemos”. Trabajadores voluntarios de la construcción ayudaron a construir un nuevo aeropuerto y después de que las fuerzas estalinistas de Bernard Coard derrocaran la revolución, 25 de ellos murieron combatiendo contra la invasión norteamericana y otros 59 resultaron heridos. Cuba continúa brindando solidaridad hoy, afirmó, incluso con equipos médicos voluntarios.
“Las lecciones de la revolución son decisivas”, dijo Silberman. “Tanto más en el momento crucial de la política mundial que vivimos hoy, marcado por la guerra de Moscú para destruir Ucrania y la meta de Teherán de destruir el estado de Israel, de la cual la masacre de judíos del 7 de octubre por Hamás fue parte.
“El mayor desafío que enfrenta el pueblo trabajador es deshacerse de la imagen de sí mismo que nos imponen los gobernantes y reconocer que podemos tomar el poder y organizar la sociedad”, dijo Silberman. “Bajo el liderazgo de Bishop, la Revolución Granadina demostró que esto es tanto necesario como posible”.
Hay una segunda “lección igualmente importante”, dijo el dirigente de la Liga Comunista. “La necesidad no solo de tomar por asalto la fortaleza sino de mantenerla. En Granada eso no sucedió. El gobierno de trabajadores y pequeños agricultores fue derrocado”.
Lord dijo que los gobernantes imperialistas norteamericanos hicieron todo lo posible para desestabilizar la revolución, incluyendo las prácticas de invasión como la realizada en el otoño de 1981 en Puerto Rico denominada “Operación Ámbar y los Amberinos”. Eso “me hizo integrarme a la milicia”, dijo.
“Pero la revolución no fue derrotada en una guerra con el imperialismo norteamericano”, dijo Silberman. “Fue derrocada por una facción estalinista encabezada por el viceprimer ministro Coard”. El grupo de Coard arrestó a Bishop y a otros dirigentes de la revolución. Esa derrota allanó el camino para la invasión norteamericana.
Tras el asesinato de Bishop, “no había ganas de luchar”, añadió Lord.
Lord describió cómo se unió a miles de personas en las calles, quizás una cuarta parte de toda la población, que liberaron a Bishop. Entonces se enfrentaron a las fuerzas de Coard, quienes “apuntaron sus armas contra la población con municiones reales, asesinaron a Bishop y a otros líderes, y luego aplicaron un toque de queda de 24 horas con ordenes de disparar a matar que duró varios días”.
Dos líneas políticas
Para Bishop, la fuerza de la revolución residía en el “vínculo inquebrantable” del liderazgo con las masas, dijo Silberman.
“El primer pilar de nuestra revolución es nuestro pueblo, que siempre está en el centro y corazón de todas nuestras actividades”, dijo Bishop. Para Coard, los trabajadores no eran sujetos de la historia sino objetos que podían ser manipulados.
Bishop buscaba “atraer a los trabajadores a la política, profundizando su conciencia política”, dijo Silberman. Coard rechazó este curso.
Coard utilizó su posición para prevenir que creciera el partido: tenía sólo 70 miembros plenos en el momento que Bishop fue derrocado. No permitió que los pequeños agricultores ingresaran al partido y maniobró para colocar a su gente en puestos claves. Para la “educación” del partido, Coard utilizó folletos de José Stalin.
Coard también se opuso a los fuertes lazos de solidaridad forjados entre Bishop y Fidel Castro. Su mentor fue Trevor Munroe, líder del Partido de los Trabajadores de Jamaica, un veterano de “la escuela de Stalin”.
En su juicio por el asesinato de Bishop, Coard comparó a los miles de personas que se movilizaron para salvar la revolución con un “rebaño” de animales. Fidel Castro llamó acertadamente a Coard y a sus partidarios el “grupo Pol Pot” de Granada, dijo Silberman. Pero Bishop no pudo impedir la contrarrevolución de Coard porque no forjó un partido obrero de masas de vanguardia “como lo hicieron Lenin y Castro, en las dos grandes revoluciones del siglo 20, y como nosotros tenemos que hacer, aquí y en el resto del mundo hoy”.
Respondiendo a una pregunta sobre cómo forjar un ƒliderazgo en el Medio Oriente, Rodríguez comentó que la posición del gobierno cubano es apoyar el derecho nacional inalienable del pueblo palestino y dos estados: Israel y un estado palestino basado en las fronteras anteriores a 1967 con Jerusalén Este como su capital.
Un participante en un evento similar en Manchester le preguntó a Rodríguez cómo Castro había derrotado a una facción liderada por Aníbal Escalante, un grupo similar al de Coard en Cuba. Rodríguez dijo que Castro unió al Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario y forjó el Partido Comunista, una vanguardia de cientos de miles de personas. Dijo que Castro decidió este camino tras la victoria en la guerra revolucionaria, durante la Caravana de la Libertad que viajó a La Habana desde el este de Cuba. Al involucrar a la población local en reuniones y mítines, Castro vio que habían creado “algo más grande que ellos mismos” y “se unieron al pueblo”.
“Ustedes pueden leer sobre esto en el artículo de Steve Clark, ‘El segundo asesinato de Maurice Bishop’”, dijo Silberman. En el transcurso de los dos eventos se vendieron unos 44 ejemplares del número 6 de la revista New International que contiene el artículo de Clark (accesible en español en el folleto de Pathfinder El segundo asesinato de Maurice Bishop) y 50 ejemplares de Maurice Bishop Speaks (Habla Maurice Bishop).