Los trabajadores que están tratando de entender por qué los matones de Hamás y sus patrocinadores en Teherán organizaron la sistemática matanza de más de 1,200 judíos, y de varias decenas de árabes beduinos e inmigrantes el 7 de octubre, se beneficiarán mucho de echar un vistazo a los orígenes y la historia del grupo. Todo gira en torno a su determinación de resolver la “cuestión judía” con la exterminación de los judíos.
Sus orígenes se remontan a las fuerzas árabes ultra reaccionarias que formaron una alianza con el Partido Nazi de Hitler en la década de 1930 basada en el deseo común de llevar a cabo la “solución final”: la matanza de los judíos en todo el mundo. Estas fuerzas incluyen a Amin al-Husseini, que se convirtió en el Gran Muftí de Jerusalén en 1921, y a la Hermandad Musulmana en Egipto, los precursores de Hamás. Ambas surgieron de la crisis capitalista mundial y de las revoluciones y contrarrevoluciones que llevarían a la Segunda Guerra Mundial.
Las masacres de judíos en el Medio Oriente por parte de fuerzas islamistas comenzaron décadas antes de que existiera Israel. Los estalinistas y los izquierdistas de clase media que presentan a Hamás como un movimiento de resistencia nacional ocultan el historial de estas atrocidades cometidas por los precursores de Hamás.
Comenzando a principios de los años 20, al-Husseini, procedente de una rica familia terrateniente, orquestó una serie de masacres de judíos en Palestina. Los gobernantes capitalistas del Reino Unido habían tomado el control de Palestina como parte del infame acuerdo de Sykes-Picot, que modificó las fronteras de los países de la región y repartió las riquezas del Medio Oriente entre Londres y París.
Los ataques de Al-Husseini contra los judíos que vivían en Palestina tuvieron lugar cuando se extendían por todo el mundo las luchas revolucionarias contra la opresión colonial y la explotación capitalista en las décadas posteriores a la Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia.
En Egipto una rebelión por la independencia y una huelga general paralizaron el dominio colonial británico en 1919, antes de que Londres la reprimiera brutalmente.
Ese mismo año los bolcheviques lideraron la formación de la Internacional Comunista. Se formaron partidos comunistas en Egipto en 1922 y en Palestina en 1923. En Palestina el partido estaba compuesto inicialmente en su mayoría por revolucionarios judíos. Trataron de emular el ejemplo de la revolución bolchevique dirigida por V.I. Lenin, unificar a los trabajadores de todas las nacionalidades y religiones para tomar el poder y hacer una revolución socialista.
Pero ese prometedor comienzo fue destruido cuando una contrarrevolución en la Unión Soviética dirigida por José Stalin revirtió el curso de Lenin a finales de los años 20. Esto llevó a la destrucción de la Internacional Comunista como instrumento revolucionario para la clase trabajadora.
Al-Husseini forja vínculos con nazis
Al-Husseini estuvo al frente de un pogromo por primera vez en Jerusalén en 1920 durante una procesión religiosa musulmana, en la que incitó ataques contra el barrio judío. Los británicos retiraron sus tropas de Jerusalén, dando su bendición al pogromo. Seis judíos fueron asesinados y dos mujeres fueron violadas. Las autoridades británicas indultaron a al-Husseini y lo nombraron Gran Muftí de la ciudad.
En 1929 al-Husseini instó a sus seguidores a atacar a los judíos de Jerusalén, matando a 130 de ellos. Sesenta y siete judíos más fueron masacrados en Hebrón unos días después. Mujeres fueron violadas y los hombres castrados. La respuesta de las autoridades británicas no fue combatir los pogromos, sino limitar la inmigración judía a Palestina.
Al-Husseini instó a hacer lo mismo durante los sangrientos disturbios contra los asentamientos judíos en 1936.
La rapaz explotación imperialista británica en la región se basó en fomentar los enfrentamientos de árabes contra judíos para controlarlos a ambos.
Para 1937 al-Husseini ya no limitaba su horizonte a los ataques contra los judíos de Palestina. “Quien crea que, si se resuelve el problema de Palestina o si se derrota a los judíos en este conflicto, todo irá bien, se equivoca”, escribió en Islam y judaísmo. Se dedicó a estrechar lazos con Hitler y su régimen nazi, para extender el Holocausto al Medio Oriente.
Dijo que los árabes eran “los amigos naturales de Alemania porque ambos están involucrados en la lucha contra tres enemigos comunes: los ingleses, los judíos y el bolchevismo”.
Los nazis se encargaron de distribuir los escritos de al-Husseini. Hasta 1939, la embajada alemana en El Cairo produjo propaganda de la Hermandad Musulmana. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los nazis iniciaron transmisiones de radio en árabe, farsi y turco, para ayudar a difundir a un público más amplio las diatribas de odio antijudío de al-Husseini. Ninguna de las transmisiones en árabe contra Hitler de los británicos y otras potencias aliadas hizo ningún esfuerzo para responder políticamente al vitriolo nazi de “matar a los judíos”.
Al-Husseini se reunió con Hitler en Berlín en 1941, concretando los planes para colaborar contra los judíos en el Medio Oriente.
Se estableció un régimen pro nazi en Bagdad, Iraq. Al-Husseini estaba basado allí. Cuando ese régimen fue derrocado en 1941, acusó a los judíos de la ciudad de ser los responsables. Días después, una serie de pogromos mortales provocaron el asesinato de más de 700 judíos. El ejército británico tenía tropas a solo 8 millas de distancia, pero decidió no hacer nada para detener la matanza.
Estos ataques fueron el principio del fin de los judíos de Bagdad, que constituían alrededor de un tercio de su población y habían vivido allí durante siglos.
En cooperación con los nazis, al-Husseini formó en Yugoslavia una división musulmana de las odiadas bandas paramilitares de la SS de Hitler, reclutando musulmanes de Bosnia.
De 1941 a 1943 el mariscal de campo alemán Erwin Rommel dirigió a fuerzas alemanas e italianas en un esfuerzo por expulsar a las fuerzas británicas de Egipto, tomar el control del Canal de Suez y abrir la puerta para apoderarse de los suministros de petróleo de la región. Le seguirían las SS de Al-Husseini, encargadas de eliminar a todos los judíos de allí.
Cuando parecía que Rommel estaba al borde de un avance decisivo, al-Husseini hizo un llamado a sus seguidores. “En todas partes la gente se pregunta qué papel pueden jugar en la eliminación de los británicos y los judíos”, dijo la estación de radio La Voz de los Árabes Libres. “El nombre de cada judío debe ser escrito, con su dirección y su negocio”.
“Árabes de Siria, Iraq y Palestina, ¿qué están esperando?” dijo la estación 12 días después. “Maten a los judíos, quemen sus propiedades, destruyan sus tiendas”.
Pero Rommel fue derrotado en Al-Alamein, Egipto, y Hitler nunca volvió a amenazar al Medio Oriente.
Se une a Hermandad Musulmana
En 1945 las fuerzas aliadas capturaron a al-Husseini y lo mantuvieron bajo arresto domiciliario en Francia.
Se escapó al año siguiente y se fue a Egipto. Hassan al-Banna, líder central de la Hermandad Musulmana, le dio la bienvenida. La Hermandad acababa de instigar un pogromo que dejó seis judíos muertos en El Cairo. “Alemania y Hitler se han ido, pero al-Husseini continuará la lucha”, dijo al-Banna.
Al-Husseini asumió el liderazgo del Comité Ejecutivo Superior Árabe de Palestina, dedicado a la lucha para impedir el establecimiento del estado de Israel. Dirigió el esfuerzo para lograr que los reaccionarios gobernantes árabes de Egipto, Iraq, Jordania, Líbano y Siria libraran una guerra contra Israel en 1948.
Hamás se fundó en 1987 como brazo armado de los Hermandad Musulmana en Palestina, con un linaje político que se remonta a al-Husseini y su colaboración con la Hermandad Musulmana y el régimen nazi.
Hamás comparte el mismo odio hacia los judíos como pueblo y el mismo deseo de verlos expulsados de la faz de la tierra.
Estas raíces históricas de Hamás echa por tierra cualquier idea de que este sanguinario grupo pretenda ser un liderazgo antiimperialista o progresista de los trabajadores y campesinos palestinos. Es todo lo contrario, es una amenaza reaccionaria para los judíos y toda la clase trabajadora que debe ser combatida y derrotada.