Decenas de miles de personas participaron en manifestaciones alrededor del mundo durante el fin de semana del 12 de enero para exigir que Hamás libere a todos los demás rehenes que el grupo respaldado por Teherán secuestró durante su pogromo en Israel el 7 de octubre. Las protestas en Londres, París, Berlín, Nueva York, Tel Aviv y otras ciudades marcaron los 100 días de su cautiverio en Gaza.
Hubo actos en todo Israel, incluida una huelga de 100 minutos convocada por la Histadrut, la federación sindical más grande del país.
“Si mantenemos la unidad y la solidaridad”, dijo David Arnon Bar, presidente de la Histadrut, en una manifestación de 100 mil personas en Tel Aviv el 13 de enero, “superaremos todo y reconstruiremos todo lo que intentaron destruir”.
El reaccionario grupo islamista dijo cínicamente al principio que los más de 240 rehenes eran “invitados” que estaban bien tratados. El secuestro de rehenes fue un objetivo principal del pogromo. Unas 1,200 personas fueron asesinadas y más de 5 mil fueron heridas, en su mayoría civiles, en lo que fue la mayor masacre de judíos desde el Holocausto. También fueron asesinados o tomados como rehenes decenas de trabajadores árabes, tailandeses, nepaleses, filipinos y africanos que trabajaban con judíos.
El gobierno israelí está divulgando más datos sobre cómo los escuadrones de la muerte de Hamás torturaron, violaron y mutilaron a muchas de sus víctimas, y sobre los abusos sexuales y la tortura de rehenes.
Agam Goldstein-Almog, una joven de 17 años, mantenida en cautiverio por Hamás durante 51 días, fue uno de los oradores en la manifestación de Tel Aviv. Describió lo que debe estar pasando por la mente de las mujeres que aún están cautivas. “¿Ha vuelto a entrar a la ducha, te ha despojado de la pijama que te dio, te ha tocado la herida de la bala que disparó, que, te dolió mucho?”
Mostrando su depravación, Hamás juega con las emociones de los rehenes y sus familias. El 14 de enero, diciendo “mañana les informaremos de su suerte”, el grupo publicó fotografías y un video de tres rehenes. Al día siguiente dijeron que Yossie Sharabi e Itai Svirsky estaban muertos, alegando que habían muerto en ataques aéreos israelíes, pero que todavía tenían a Noa Argamani, una mujer de 26 años.
Recientemente ha habido un fuerte aumento en los ataques de Teherán y su “eje de resistencia” —Hamás, Hezbolá con base en Líbano, “milicias” organizadas y entrenadas por Teherán en Siria e Iraq, y las fuerzas hutíes en Yemen— contra las fuerzas norteamericanas en la región.
Estas acciones reflejan el efecto que el parteaguas del 7 de octubre ha tenido sobre las alianzas y acciones de gobiernos en la región y en todo el mundo. Aumentan el riesgo de que se desencadenen operaciones de combate más amplias y posibles ataques por parte de gobernantes que poseen arsenales nucleares.
Según el Pentágono, ha habido 130 ataques con drones, cohetes, morteros y misiles contra tropas estadounidenses en Iraq y Siria durante los últimos tres meses, hiriendo a 69 soldados.
Unos 2,500 soldados estadounidenses están estacionados en Iraq, supuestamente para asesorar al ejército iraquí en la lucha contra el Estado Islámico. Teherán y las milicias que ha engendrado en Iraq han estado presionando al gobierno de ese país para que expulse a las fuerzas estadounidenses de Iraq.
En una nueva escalada, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán disparó el 16 de enero por lo menos 10 misiles balísticos contra lo que afirmó ser un “centro de espionaje” israelí en Erbil en la región semiautónoma kurda de Iraq y contra bases del Estado Islámico en Siria. De forma absurda, Teherán dice que ISIS es un agente de Israel.
La violación de la soberanía iraquí fue tan flagrante que hasta el gobierno iraquí —que ha integrado a las milicias aliadas con Teherán a sus fuerzas armadas— se quejó y retiró a su embajador.
Masrour Barzani, el primer ministro de la región kurda, dijo que el ataque demuestra que las tropas norteamericanas deben permanecer en Iraq.
A instancias de Teherán, Hezbolá ha evitado hasta ahora lanzar una ofensiva de mayor escala contra Israel. El grupo ha disparado misiles y morteros en el norte de Israel casi a diario. El 9 de enero, drones de Hezbolá atacaron una base del ejército israelí cerca de la frontera. El 14 de enero, un misil antitanque impactó una casa en Kfar Yuval, matando a una mujer y a su hijo. Los contraataques israelíes han matado a más de 135 combatientes de Hezbolá.
Teherán está detrás de la ola de ataques contra barcos en el Mar Rojo por Ansar Alá (Partidarios de Dios) en Yemen. El grupo armado, basado en los hutíes, en su mayoría musulmanes chiítas —alrededor del 35% de la población del país— ha estado librando una guerra civil contra las fuerzas del antiguo gobierno respaldadas por Arabia Saudita durante años. Con armas y entrenamiento desde Teherán, el grupo controla la mayoría del país.
Recientemente, las fuerzas hutíes han lanzado decenas de ataques con misiles y drones contra buques en el Mar Rojo, alegando que están involucrados en comercio con Israel. Los ataques provocaron que un número creciente de compañías navieras —incluidas las de Qatar, donde el régimen ha tenido relaciones amistosas con Hamás y Ansar Alá— desviaran sus barcos, agregando días de viaje y gastos adicionales para evitar pasar por el Mar Rojo y el Canal de Suez.
Alrededor del 20% de los portacontenedores del mundo transitan por el Canal de Suez.
Fuerzas militares estadounidenses y británicas, con ayuda de las fuerzas armadas de Australia, Bahréin, Canadá y los Países Bajos, atacaron más de 60 objetivos en Yemen el 11 y 12 de enero en represalia al último ataque de los hutíes contra un barco estadounidense. Funcionarios norteamericanos dicen que hasta el 80% de los lanzamisiles móviles del grupo aún están intactos.