El Militante se une a la celebración del 65 aniversario del triunfo de la Revolución Cubana, una de las dos grandes revoluciones socialistas de nuestra época. La otra fue la Revolución Bolchevique en Rusia dirigida por V.I. Lenin en 1917. Las lecciones de estos trascendentales eventos ayudan a señalar el camino a seguir para la clase trabajadora en Estados Unidos y en todo el mundo.
La Revolución Cubana triunfó debido al fundamental papel político de Fidel Castro, dirigente del Movimiento 26 de Julio y del Ejército Rebelde. Lideró a los trabajadores y agricultores para derrotar a la dictadura de Fulgencio Batista respaldada por Washington el 1 de enero de 1959 y tomar el poder político. Esto abrió la puerta para que la mayoría trabajadora obtuviera tierra para los campesinos, hiciera avances cada vez más profundos contra las relaciones de propiedad capitalistas y se transformara en el proceso.
Los gobernantes imperialistas de Washington respondieron con una campaña para intentar destruir la revolución, llevada a cabo por administraciones demócratas y republicanas por igual durante más de seis décadas. Han llevado a cabo una incesante guerra económica, comercial, financiera y política contra el pueblo trabajador de Cuba.
Tras la huida de Batista, algunos de sus generales se quedaron y planearon un golpe de estado para mantenerse en el poder. Pero millones de cubanos respondieron al llamado de Castro a una huelga general y Che Guevara dirigió sus tropas a La Habana para apoderarse de la guarnición. Castro también tenía previsto llegar a La Habana lo más rápido posible.
Pero mientras su columna del Ejército Rebelde se dirigía hacia allí, “la gente me detuvo en las ciudades. No pude hacer otra cosa que hablar con la gente”, dijo Castro, durante lo que se conoció como la Caravana de la Libertad.
“Y al marchar a través de pueblos y ciudades, vi muchos hombres y muchas mujeres; cientos, miles de hombres y mujeres tenían sus uniformes rojo y negro del Movimiento 26 de Julio. Pero más y más miles tenían uniformes que no eran rojos ni negros, sino camisas de trabajadores y de campesinos”, dijo Castro en un discurso del 26 de marzo de 1964, al describir el impacto que la Caravana de la Libertad tuvo en él. Desde ese día, “me pasé al pueblo, a la revolución, porque realmente habíamos hecho algo superior a nosotros mismos”.
Este año durante la primera semana de enero una Caravana de la Libertad recorrió Cuba para conmemorar este viaje histórico. La caravana pasó por los mismos pueblos y ciudades que visitó Castro, saludando al pueblo en Las Tunas, Camagüey, Ciego de Ávila y más.
Durante los primeros dos años después del triunfo de la revolución, 100 mil campesinos pasaron a ser dueños de tierra, garantizada para todos los que quisieran cultivarla. El gobierno de trabajadores y agricultores llevó a cabo nacionalizaciones de las industrias y servicios públicos que eran propiedad de empresas norteamericanas y de capitalistas nacionales, entre otras medidas profundas. Millones de trabajadores se involucraron.
En el verano de 1960 miles de jóvenes de todo el continente americano y de otros lugares asistieron al Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes en La Habana. Entre ellos se encontraba Jack Barnes, hoy secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores.
Esta revolución es ‘marxista’
El dirigente revolucionario Che Guevara se dirigió a los participantes, a quienes le planteó la pregunta: “¿Es esta revolución comunista?”
Guevara explicó que “esta revolución, en caso de ser marxista —y escúchese bien que digo marxista—, sería porque descubrió también, por sus métodos, los caminos que señalara Marx”.
“Y esta Revolución Cubana, sin preocuparse por sus motes, sin averiguar qué se decía de ella, pero oteando constantemente qué quería el pueblo de Cuba de ella, fue hacia delante”, dijo Guevara.
En Cuba y la revolución norteamericana que viene, Barnes señaló, “La explicación de Guevara coincidió bien con las conclusiones a las que a tientas me iba aproximando aquel verano decisivo, cuando todas las principales industrias de propiedad imperialista en Cuba se nacionalizaron mediante movilizaciones masivas del pueblo trabajador, de un extremo de la isla al otro”.
Barnes, quien regresó a Estados Unidos para su último año en la universidad Carleton College en Minnesota, se convirtió allí en uno de los organizadores del Comité por un Trato Justo a Cuba. Explicó en el libro que obtuvo una comprensión más profunda de las cuestiones de clase planteadas por la Revolución Cubana y la defensa de sus logros en Estados Unidos a través de discusiones con trabajadores comunistas en Minneaopolis, como V.R. Dunne. Dunne había sido miembro de la Internacional Comunista desde su fundación en 1919, líder de las huelgas de los Teamsters y de campañas de sindicalización en el Medio Oeste durante la década de 1930, y uno de los primeros trabajadores encarcelados por el gobierno federal bajo la infame ley Smith o Ley de la “Mordaza” por su oposición a la campaña bélica de los gobernantes imperialistas estadounidenses antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
“Estos trabajadores nos orientaron hacia la historia de la lucha de clases en Estados Unidos, hacia las lecciones que necesitábamos aprender de los trabajadores y agricultores en este país cuyo legado combativo habíamos heredado”, escribió Barnes. “Ante todo, nos enseñaron a aquellos que, como ellos mismos, nos sentíamos fuerte y apasionadamente atraídos hacia el ejemplo sentado por los combativos trabajadores y campesinos de Cuba, que el desafío —para nosotros— no se encontraba en Cuba. Nuestra lucha se daba en Estados Unidos”, para hacer una revolución socialista victoriosa aquí.
Campaña de alfabetización
Una de las primeras acciones del gobierno revolucionario de Cuba fue organizar voluntarios para participar en una campaña masiva de alfabetización. Más de 100 mil jóvenes de las ciudades, la mayoría mujeres y la mayoría todavía adolescentes, fueron al campo y recibieron de los trabajadores rurales y campesinos a quienes estaban alfabetizando una educación sobre las relaciones de clase en el campo.
La campaña de alfabetización fue fundamental para fortalecer la alianza obrero-campesina sobre la cual se fundó la Cuba revolucionaria, así como para reducir la brecha entre los trabajadores de la ciudad y los del campo.
Los gobernantes norteamericanos estaban decididos a derrocar la Revolución Cubana y su ejemplo. Organizaron, armaron y entrenaron un ejército contrarrevolucionario, que desembarcó en Bahía de Cochinos en abril de 1961. Para su total sorpresa, en menos de tres días las milicias, la policía y las fuerzas armadas revolucionarias de Cuba derrotaron a los 1,500 mercenarios desplegados por Washington. Esto marcó la primera derrota del imperialismo estadounidense en este hemisferio.
Las fuerzas patrocinadas por Washington fracasaron porque no tenían una causa justa que defender señaló Guevara en un discurso a trabajadores de la electricidad poco después de la victoria. “Les faltó medir la correlación moral de fuerzas”.
“Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes”, dijo Castro al pueblo cubano el día previo a la invasión. “Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida”.
Esta no fue una “proclamación” del carácter socialista de la revolución, sino una afirmación de lo que el pueblo trabajador había logrado a través de sus masivas movilizaciones desde que tomaron el poder.
Siguiendo este curso, se formaron una serie de organizaciones de masas populares, incluyendo las nuevas fuerzas armadas, la Central de Trabajadores de Cuba, los Comités por la Defensa de la Revolución, entre otras. La Federación de Mujeres Cubanas fue establecida en agosto de 1960. “A veces me piden que defina qué cosa ha sido la Revolución Cubana con una palabra”, dijo Vilma Espín, dirigente de la FMC, en una entrevista publicada en Las mujeres en Cuba: Haciendo una revolución dentro de la revolución. “Yo digo que es un fenómeno de participación, es la participación de todo el pueblo en todo. Las mujeres “empezaron a entender lo que planteaba Lenin con mucha fuerza que para que la revolución avance, se desarrolle, tienen que participar las mujeres”.
Los dirigentes del Partido Socialista de los Trabajadores han editado y escrito más de veinte libros publicados por la editorial Pathfinder a través de los cuales los dirigentes revolucionarios de Cuba, incluyendo a Castro y Guevara, explican lo que el pueblo trabajador cubano ha logrado. No hay mejor lugar para ver lo que los trabajadores aquí en Estados Unidos podemos lograr si seguimos su ejemplo.