Ahora que se acercan las elecciones de 2024 y Donald Trump acumula victorias en las primarias, los demócratas lo llaman a él, y a los trabajadores que lo apoyan, fascistas. Intensifican sus asaltos a las libertades constitucionales y una serie de procesos legales para intentar descarrilar su candidatura.
Esta es una amenaza a los derechos por los que la clase trabajadora y los sindicatos lucharon y derramaron su sangre y necesitan hoy.
También están intentando descalificar de la boleta electoral a todos los candidatos que temen le quiten aunque sea un pequeño número de votos a Biden, como “No Labels”, un tercer partido capitalista.
Por ahora, Trump enfrenta seis juicios importantes, tanto penales como civiles, así como un número creciente de acciones legales que afirman que “promueve insurrecciones” y se le debería prohibir postularse. Ante esto, lejos de disminuir, su popularidad ha seguido aumentando.
Detrás de la disminución de la popularidad de Biden está el impacto de la actual crisis económica y social capitalista sobre los trabajadores y sus familias. Una inflación récord ha obligado a más trabajadores a enfrentar opciones inaceptables. ¿Pagar el alquiler, comprar pañales o pedir un préstamo para cubrir las necesidades básicas?
La deuda de tarjetas de crédito de los trabajadores aumentó en 2023 (cuando Biden afirma que “arregló” la economía) y estamos tardando más en pagar las deudas. La restricción de los ingresos de los trabajadores hace más difícil formar familias, costear un seguro médico o pagar por el cuidado de los ancianos.
Una encuesta del 25 de enero muestra a Trump 6 puntos porcentuales por delante de Biden. Semanas antes, la misma encuesta los consideró empatados.
Más trabajadores se dan cuenta que los ataques legales de los demócratas contra su principal rival por la Casa Blanca son solo un paso más en una caza de brujas que ya lleva ocho años.
Los procesamientos de hoy siguen a las acusaciones infundadas de colusión entre Trump y Rusia inventadas por la campaña de Hillary Clinton en 2016 y arrastradas por la “investigación” del exdirector del FBI, Robert Mueller; dos juicios políticos fallidos por parte de demócratas en la Cámara de Representantes; la redada inconstitucional del FBI de la propiedad de Trump en Mar-a-Lago ordenada por el fiscal general demócrata Merrick Garland; el encarcelamiento de cientos de sus partidarios por conspiración, delitos menores y otros cargos amañados después del tumulto del 6 de enero de 2021; y audiencias en el Congreso que intentaron señalar a Trump como responsable de orquestar el alboroto.
Trump utiliza cada acusación para reforzar su posición como forastero perseguido que dice que defenderá a los indefensos. De hecho, es un magnate inmobiliario adinerado y ex presidente que representa a uno de los dos principales partidos políticos de los gobernantes imperialistas.
‘Canasta de deplorables’ más grande
Los editores del New York Post señalaron el 25 de enero que la “victoria de Trump en 2016 se basó en lo que su oponente llamó ‘los deplorables’”: la descripción que hizo Hillary Clinton de las decenas de millones de trabajadores que los gobernantes norteamericanos desprecian profundamente y temen cada vez más. Hoy, las políticas de Biden han “dejado atrás a más personas que resultan en una ‘canasta de deplorables’ más grande”, dicen los editores del New York Post.
El carácter descarado de los ataques de los demócratas contra la libertad de expresión fue evidente en el juicio de Trump por difamación en Nueva York. Un jurado federal le impuso una colosal multa de 83 millones de dólares el 26 de enero por cuestionar las afirmaciones de la escritora E. Jean Carroll de que la violó en la década de 1990.
Si bien Trump es conocido por su actitud degradante hacia las mujeres, un jurado en un juicio civil en mayo de 2023 declaró a Trump inocente de violación. Lo condenó por abuso sexual.
En el juicio de enero, la abogada de Trump, Alina Habba, le preguntó en el estrado: “¿Alguna vez ordenó a alguien que lastimara a la señora Carroll?”. Trump respondió: “No. Solo quería defenderme a mí mismo, a mi familia y, francamente, a la presidencia”. Luego, el juez de distrito federal Lewis Kaplan eliminó todas sus observaciones del expediente excepto la palabra “No”.
Durante la conclusión de sus argumentos, el juez rechazó la solicitud de Habba de mostrarle al jurado algunas pruebas exculpatorias y luego amenazó con encarcelar a la abogada.
Asaltos contra al derecho al voto
Además de los juicios en Nueva York, Florida, Georgia y Washington, los demócratas están lanzando ataques difamatorios contra terceros partidos que buscan aparecer en la boleta electoral. Esto incluye tratar de evitar que No Labels extienda el estatus electoral que han obtenido en 14 estados. Este partido capitalista se formó en 2009 y, hasta el momento, no ha declarado una candidatura presidencial para 2024.
“No Labels es una amenaza directa a nuestra democracia y abre un camino claro para la reelección de Donald Trump”, se quejó Thom DeSirant, director ejecutivo del Partido Demócrata de Utah, en una carta a los funcionarios del partido. “Es necesario hacer todo lo posible para detener esto”.
En diciembre, la secretaria de estado de Maine, Shenna Bellows, descartó a Trump de la boleta allí, sin ninguna audiencia ni apariencia de debido proceso. Ella dijo que él era un “insurreccionalista”, por lo que lo descalificaron para postularse.
End Citizens United, un grupo de Arizona que respalda a Biden, presentó quejas ante el IRS y la Comisión Federal Electoral exigiendo que los funcionarios obliguen a No Labels a hacer públicos los nombres de sus donantes, lo que los dejaría expuestos al acoso. En Colorado se está llevando a cabo una acción legal similar.
No Labels presentó una queja ante el Departamento de Justicia el 11 de enero, diciendo que enfrentó “acoso ilegal y extorsión” en sus esfuerzos por obtener estatus en la boleta electoral.
Los dos partidos principales de los patrones, los demócratas y los republicanos, reciben automáticamente estatus en la boleta electoral. Pero los partidos de la clase trabajadora como el Partido Socialista de los Trabajadores enfrentan requisitos de petición cada vez más arduos y otros obstáculos, todos destinados a restringir la audiencia que obtiene el partido. Pueden apostar que los demócratas analizarán detenidamente la lucha del PST por aparecer en la boleta en 2024.