VALDOSTA, Georgia — “Hay árboles caídos por todas partes. La gente lleva días sin electricidad. Muchos no han tenido agua”, dijo Willie Head, quien tiene una pequeña granja cerca de aquí, a los corresponsales del Militante Sam Manuel y a mí el 6 de octubre. Estábamos recorriendo los barrios de esta ciudad en el sur de Georgia, cerca de la frontera con el estado de Florida. La devastación causada por el huracán Helene era evidente en cada cuadra, así como a lo largo de las carreteras en las áreas rurales aledañas.
Head nos llevó a una de las áreas más afectadas de Valdosta para hablar con varias personas en esta comunidad predominantemente negra de clase trabajadora con pequeñas casas construidas en los años 50. Diez días después de ser azotados por las fuertes lluvias y ráfagas de viento de más de 100 millas por hora, los trabajadores todavía tienen por delante la tarea de retirar los árboles caídos, muchos de los cuales están sobre sus techos. Se ven enormes troncos de árboles apilados frente a las casas.
Val Delaney nos dijo que Georgia Power dijo que no vendrán a restablecer el servicio eléctrico hasta que los árboles sean talados. Y “que depende de ustedes encontrar la manera de hacerlo”.
“Vinieron algunos muchachos de Mississippi y otros lugares para ayudar a cortar los enormes árboles”, dijo Delaney. “Dijeron: ‘Tenemos que ayudar a esta gente’. Muchos de los latinos fueron a ayudar a los vecinos”, dos ejemplos de solidaridad obrera frente a la inacción y el desdén del gobierno.
La gente que pudo, pagó hasta mil dólares para comprar un generador para tener luz y electricidad en su hogar, y tuvieron que pasar horas tratando de encontrar gasolina para mantenerlo funcionando.
Delaney nos mostró la casa donde una de sus vecinas murió cuando un enorme árbol rompió el techo y cayó sobre ella cuando dormía. El árbol todavía está allí. Un vecino adolescente murió cuando pisó un cable eléctrico caído mientras salía corriendo de su casa por miedo a que le cayeran los árboles. Hasta ahora, se han reportado 33 personas muertas en Georgia.
Head, junto con otros agricultores del sur de Georgia, está lidiando con los árboles derribados y daños en su casa, cercas y otras estructuras de sus granjas. Si bien Head no perdió sus cosechas, muchos otros pequeños agricultores sufrieron daños irreparables a sus cultivos y su sustento.
Un representante de FEMA llegó a la granja de Head en Pavo, unas 30 millas al oeste de aquí. Le dijo a Head que solo cubren los daños a su casa, que necesitan documentación de los daños y que tendrían que enviar a otro agente para documentar la documentación, otro ejemplo de los obstáculos que enfrentan los trabajadores y los agricultores por parte de la burocracia gubernamental. FEMA le dijo a Head que tendría que contactar a otra agencia, el Departamento de Agricultura, para lidiar con los daños a su granja.
Los campos de algodón y maní salpican las carreteras entre Pavo y Valdosta. Muchas arbustos de algodón fueron dañados por la tormenta. Cuando las vides de maní se mojan, la cosechadora no funciona. Hasta el 30% de la cosecha de maní está arruinada.
Delaney y otros nos dijeron que recibieron poco aviso de que la tormenta se dirigía hacia ellos. “Tiene que haber una manera de difundir la información cuando se acerca una tormenta”, dijo Head. No se hizo nada para evacuar a la gente.