Editorial

El poder obrero depende de capacidad de lucha de nuestra clase

10 de marzo de 2025

Lo que Donald Trump y Elon Musk proyectan como un “gobierno más pequeño” no es nada nuevo bajo el capitalismo. Piensan que reduciendo la burocracia gubernamental la sociedad será regulada más por el propio funcionamiento del sistema capitalista. Pero esto tampoco ayudará al pueblo trabajador. 

Carlos Marx, el fundador del movimiento comunista moderno, explicó que solo cuando la clase trabajadora tenga el poder se podrán transformar las relaciones sociales y millones de personas explotadas y oprimidas podrán empezar a determinar las prioridades de la sociedad. 

Marx explicó esto en respuesta al establecimiento del primer gobierno de la clase trabajadora, la Comuna de París, en 1871.

“La Comuna”, escribió, “hizo realidad el lema de las revoluciones burguesas, el gobierno barato, al destruir las dos mayores fuentes de gasto: el ejército permanente y el funcionariado estatal”. 

La Comuna se esforzó en reemplazar esto con la organización de millones de los propios trabajadores. 

De vez en cuando, los partidos de izquierda y, más a menudo, los a la derecha de la política capitalista, intentan vender las virtudes de un “gobierno más pequeño y más barato” a los trabajadores. 

Pero el creciente tamaño del estado capitalista es un producto inevitable de los intereses de clase a los que sirve. Las guerras y conflictos nacionales y las violentas luchas de clase definen la época imperialista. El tamaño y el alcance del estado de los gobernantes está determinado por su necesidad de mantener su poder.

En primer lugar, requieren un poderoso aparato militar y policial y una extensa operación de espionaje bajo el pretexto de proteger la “seguridad nacional”. Además, dependen de un ejército de recaudadores de impuestos y una multitud de agencias reguladoras, hoy apuntaladas por organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro. Todas estas instituciones están integradas por funcionarios de clase media convencidos de que nacieron para administrar la sociedad. Ven a los trabajadores como objetos, a veces para ser “manipulados” y cada vez más para ser doblegados.

 Para cambiar esto hay que cambiar la clase que gobierna.

Las dos grandes revoluciones socialistas del siglo XX, lideradas por V.I. Lenin en Rusia en 1917 y por Fidel Castro en Cuba en 1959, demuestran que esto es posible.

La revolución liderada por los bolcheviques en Rusia derrocó el poder político de los patrones y terratenientes, reemplazándolo por el poder del pueblo trabajador, basado en consejos populares de delegados elegidos por millones de trabajadores, campesinos y soldados. Este gobierno llevó a los trabajadores a organizar su propio ejército que derrotó a las fuerzas contrarrevolucionarias y una invasión imperialista. También tomaron un control cada vez mayor de la organización del trabajo en las fábricas y el campo para dirigir la sociedad en favor de la inmensa mayoría.

Lenin impulsó el derecho a la autodeterminación de todas las nacionalidades oprimidas, desde Ucrania hasta Georgia, y organizó una lucha militante contra el odio antijudío y los pogromos. Se impulsaron la alfabetización y la electrificación, pilares de la civilización y la cultura moderna, todo para ayudar al pueblo trabajador a tomar el control.

Para combatir la burocracia y el arribismo, Lenin luchó por incorporar en todos los organismos directivos a trabajadores respetados y fogueados en combate.

Durante la lucha revolucionaria en Cuba que derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista, apoyada por Washington, el pueblo trabajador se organizó para tomar el control, comenzando en las zonas liberadas por el Ejército Rebelde donde comenzaron a transformar las relaciones sociales. Se celebró un congreso de campesinos en armas que otorgó títulos de propiedad a quienes trabajaban la tierra. 

Tras el triunfo de la revolución, en toda la isla se formaron organizaciones de masas de trabajadores, desde las brigadas juveniles que acabaron con el analfabetismo hasta la Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución, atrayendo a millones de personas a forjar su propio destino.

Estos gobiernos revolucionarios, liderados por Lenin y Castro, desmantelaron la vieja maquinaria represiva estatal y las burocracias arraigadas que habían servido a los explotadores.

Lo que parece como problema social insuperable bajo el capitalismo se resolverá desde abajo hacia arriba, no desde arriba hacia abajo, mediante nuestra iniciativa, capacidad de lucha y movilización como pueblo trabajador, una vez que los trabajadores hayamos conquistado el poder político.

¡Apresuren ese día! Esa es la perspectiva que presentan los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores a través del país. ¡Únanse a la campaña!