El pueblo ucraniano sigue luchando para defender su soberanía y se ha mantenido firme frente a la invasión militar de Moscú durante los últimos tres años.
La lucha continúa mientras se agudizan los conflictos entre las potencias mundiales por mercados, recursos, ganancias e influencia. Los gobernantes estadounidenses quieren poner fin al impacto desestabilizador de la guerra de Moscú para promover mejor sus propios intereses estratégicos en Europa y el mundo.
El gobierno de Donald Trump quiere normalizar las relaciones con Moscú en un esfuerzo por frenar los crecientes lazos entre Moscú y Beijing, el principal rival de Washington.
Tras consultas con Kiev, Trump propuso un alto el fuego de 30 días, pero una conversación telefónica con Putin el 18 de marzo resultó en un acuerdo mucho más limitado: suspender los ataques con misiles de largo alcance contra la infraestructura energética.
Putin insistió en “el cese total de la ayuda militar extranjera y el intercambio de inteligencia con Kiev” como condición para continuar el diálogo. Esto permitiría al régimen de Putin continuar su ataque contra Ucrania.
Tras un mes de ataques de las fuerzas rusas y norcoreanas a las posiciones y líneas de suministro ucranianas en la región rusa de Kursk, las tropas ucranianas se retiraron a colinas cercanas a la frontera con Ucrania.
Como en otros lugares, en las líneas del frente del sureste las fuerzas rusas han sufrido grandes pérdidas para lograr apenas avances menores, mientras que el régimen continúa sacrificando la vida de soldados rusos.
El Kremlin dice que la mayoría del pueblo ruso apoya su guerra, pero en realidad usa severa represión y censura para sofocar el sentimiento antibélico e impedir protestas masivas. Hasta el 17 de febrero, al menos 1,185 personas enfrentan procesos penales y largas sentencias de prisión por su oposición a la guerra, según la organización de derechos humanos ovd.info.
Durante el último año, esposas y madres de soldados movilizados se han manifestado en Moscú, Ekaterimburgo y San Petersburgo exigiendo el regreso de sus seres queridos del frente. Las protestas han continuado a pesar de los arrestos.
Un estudiante de la región rusa de los Urales describió en la revista DOXA del 12 de marzo cómo el régimen trata de generar apoyo para la guerra. Feodor, usando un nombre falso para evitar la represión, dijo que su escuela recibe visitas de veteranos heridos en el frente. “Una vez un veterano habló sobre cómo habían ‘capturado Mariúpol’. Parece un desliz. ¿No se supone que habían ‘liberado’ la ciudad ucraniana?”, preguntó.
Feodor explicó que para participar en las actividades extracurriculares de la escuela los estudiantes deben afiliarse a una organización creada por el gobierno para generar apoyo a la guerra.