SANTO DOMINGO, República Dominicana — “Los trabajadores cañeros son uno de los sectores más explotados en la República Dominicana”, dijo Jesús Núñez, coordinador nacional de la Unión de Trabajadores Cañeros, a la prensa en la inauguración de la segunda conferencia nacional del grupo celebrada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo aquí el 18 de marzo.
“Miles de cañeros han solicitado sus pensiones pero siguen siendo negadas”, dijo. La lucha por pensiones y atención médica son una parte clave de la actividad del sindicato.
La mayoría de los bateyes, pueblos que son propiedad de los magnates azucareros, y otros pueblos donde viven los cortadores de caña tienen poca o ninguna electricidad, carecen de agua corriente y sus caminos de tierra se convierten en un lodazal cuando llueve. Casi no hay clínicas médicas. La mayoría no sabe leer ni escribir. Pero al defender sus derechos, demuestran que no son víctimas, sino luchadores.
No es inusual que trabajadores de 80 años de edad sigan trabajando a tiempo parcial cortando caña para evitar ser desalojados de las viviendas de la empresa. Varios de estos trabajadores fueron presentados al frente de la sala.
Núñez señaló que trabajadores nacidos en Haití o trabajadores de ascendencia haitiana constituyen la abrumadora mayoría de los cortadores de caña; así como de los trabajadores agrícolas del arroz, plátano, hortalizas y otros; así como en la construcción y en el servicio doméstico. Ellos y sus hijos son un componente crucial de la clase trabajadora de la República Dominicana. La lucha para poner fin a las condiciones discriminatorias que enfrentan es crucial para unificar al pueblo trabajador.
En esta lucha, el gobierno del presidente Luis Abinader respalda a los patrones azucareros. Añadió nuevas restricciones para que los cortadores de caña obtengan sus pensiones, exigiéndoles obtener una tarjeta de residencia dominicana, la cual es solo válida por cuatro años.
Algunos trabajadores aún están luchando para obtener una pensión por primera vez. Para otros, los pagos se suspendieron cuando venció su tarjeta de residencia y los trámites burocráticos dificultan la renovación.

La Unión de Trabajadores Cañeros se formó en 2009 y ha liderado una serie de batallas, incluyendo la organización de cientos de manifestaciones, logrando obtener pensiones y documentos de residencia para miles de cortadores de caña haitianos.
Amenazas de deportación
Todos los gobiernos de la República Dominicana, independientemente del partido capitalista que esté en el poder, han fomentado el racismo contra los trabajadores de ascendencia haitiana, buscando dividir y debilitar a la clase trabajadora. La situación empeoró después de que el Tribunal Constitucional dictaminara en 2013 que una reforma reaccionaria a la Constitución que negaba la ciudadanía a los nacidos de padres haitianos “indocumentados” era retroactiva a 1929.
Un año después de que se aprobara una ley que abría un complicado camino hacia la residencia legal, todavía hay miles de personas, a pesar de haber nacido en la República Dominicana, que viven bajo la amenaza de ser deportados. Lo mismo ocurre con los nuevos inmigrantes haitianos, que llegan al país a diario huyendo de las condiciones cada vez más peligrosas en Haití.
En octubre pasado, el gobierno de Abinader ordenó a la policía de inmigración que comenzara a deportar a 10 mil haitianos por semana, con el objetivo de infundir miedo entre los que permanecen en el país. Si bien las deportaciones aumentaron, las redadas no han alcanzado esas cifras.
Núñez señala que, si bien los trabajadores nacidos en Haití enfrentan las peores condiciones, los trabajadores dominicanos también enfrentan dificultades para obtener pensiones.
Suspenden sanciones a magnate
La conferencia tuvo lugar un día después de que el gobierno norteamericano levantara las sanciones impuestas a Central Romana, la plantación de caña de azúcar más grande del país, que pertenece en parte a la familia Fanjul, con sede en Estados Unidos.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos impuso sanciones a la empresa. Afirmaba que Central Romana retenía salarios, e imponía horas extras excesivas y otras condiciones laborales y de vida abusivas.
Central Romana, que vende azúcar en Estados Unidos bajo las marcas Domino y C&H, es el empleador más grande de la República Dominicana, con más de 20 mil trabajadores y su propia fuerza policial privada. La mayoría de los trabajadores viven en los 101 bateyes de la empresa.
Las sanciones de Washington no tenían nada que ver con mejorar las condiciones de los trabajadores. Las empresas estadounidenses respondieron importando más azúcar de otras plantaciones azucareras dominicanas que no tratan a los trabajadores mejor que Central Romana.
En previsión del levantamiento de las sanciones, informó Núñez, Central Romana aumentó la producción y extendió la jornada laboral. Los trabajadores comienzan a trabajar “a las 4 o 5 de la mañana en vez de a las 6. No regresan al batey hasta las 8 o 9 de la noche, en vez de las 6 de la tarde”, dijo Núñez en la conferencia.
Los patrones de la Romana tienen un largo historial de acoso contra los partidarios del sindicato. Desde 2018, “La Romana ha sacado de sus casas en los bateyes a 129 coordinadores del sindicato”, dijo Núñez.
La fuerza de seguridad de la empresa impidió que los cortadores de caña abordaran un autobús enviado para traerlos a esta conferencia, informó. “Los cortadores habían caminado 7 kilómetros ya que la Romana había prohibido que los autobuses los recogieran en el batey de la empresa”. Pero los guardias se enteraron y fueron al punto de encuentro. “Dijeron al guagüero (conductor) que si llevaba a los trabajadores, les iban a cortar las llantas”.
Aprendiendo sobre otras luchas
La conferencia brindó a los cañeros la oportunidad de conocer sobre las luchas de trabajadores en otros países. Israel Rousseau, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros de Cuba; Dania Leyva, representante de la Central de Trabajadores de Cuba; Hebert Garrido, de la Asociación de Empleados Bancarios de Uruguay; una delegación del Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos, que incluía a Rachele Fruit, Gerardo Sánchez y Seth Galinsky; y Philippe Tessier, de la Liga Comunista en Canadá, extendieron saludos o realizaron presentaciones en la conferencia. Sánchez es un organizador del Local 111 del sindicato de trabajadores de panadería BCTGM en Fort Worth, Texas, y Tessier es trabajador ferroviario en Montreal. Fruit es trabajadora de hotel y miembro del sindicato UNITE HERE.
Muchos cañeros asintieron cuando Rousseau explicó que, antes de la Revolución Cubana de 1959, los trabajadores azucareros enfrentaban los mismos desafíos que ellos. Describió los cambios históricos en las condiciones laborales que la revolución hizo posible, incluyendo el control obrero de la seguridad.
Los trabajadores ganan confianza’
“Los trabajadores alrededor del mundo están adquiriendo confianza de que podemos tener éxito cuando nos extendemos mutuamente la solidaridad. Ustedes son parte de esto”, dijo Fruit durante una charla el 21 de marzo basada en el libro El desorden mundial del capitalismo por el secretario nacional del PST, Jack Barnes. “Solo la clase trabajadora es capaz de acabar con este sistema de explotación y dar paso a un nuevo futuro para la humanidad”.
Después de la charla de Fruit, casi una decena de cañeros tomaron la palabra para describir las condiciones que enfrentan.
“Llegué en 1960”, dijo Luis Lacare, de 81 años. “Tengo un documento que dice que tengo derecho a una pensión. Pero no me han pagado en 10 años”.
“Yo nací en Haití en 1954 y vine aquí en 1959”, dijo Cedemena Seda. “Yo me crié aquí. Mis hijos nacieron aquí. Yo digo que soy de aquí”.
“Yo picaba caña como si fuera un hombre. Yo abonaba la caña como si fuera hombre. Yo sembraba la caña como si fuera hombre”, dijo. Pero el gobierno y los patrones “nos miran como si fuéramos basura”.
Señalando los logros obtenidos por los trabajadores al tener un sindicato, dijo que cuando era niña “no había escuela en el batey. Pero ahora mis hijos sí saben leer”.