VILLA HERMOSA, República Dominicana — Los dueños del Central Romana, el mayor empleador y propietario de tierras de la República Dominicana, afirman que sus trabajadores reciben un buen trato y un buen salario. Aunque, según sus propias declaraciones —probablemente infladas—, ¡muchos ganan menos de 11 dólares al día!
Los miembros de una delegación internacional que participó en una conferencia de la unión de trabajadores cañeros en República Dominicana, escucharon una opinión diferente de decenas de cortadores de caña jubilados durante una visita a bateyes y barrios aledaños a los cañaverales del Central Romana el 23 de marzo. La empresa pertenece parcialmente a la familia Fanjul, con sede en Estados Unidos.
La delegación incluyó a Israel Rousseau, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros de Cuba; Dania Leyva, representante de la Central de Trabajadores de Cuba; Philippe Tessier, trabajador ferroviario de carga y miembro de la Liga Comunista de Canadá; y Rachele Fruit, trabajadora de un hotel en Miami; Gerardo Sánchez, organizador del Local 111 del sindicato de trabajadores de panadería BCTGM en Fort Worth, Texas; y este reportero. Los tres son también miembros del Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos.
La gran mayoría de los cortadores de caña son inmigrantes haitianos o de ascendencia haitiana. Muchos de los que conocimos llevan décadas trabajando aquí. Han pagado cotizaciones para el seguro social, pero no han podido cobrar una pensión desde que se jubilaron. El gobierno les pone grandes obstáculos a obtener la documentación oficial que los certifique como “residentes permanentes”, algo que el gobierno ahora exige para otorgarles cualquier prestación. Una de las principales actividades del sindicato es la lucha por las pensiones de los trabajadores.
“Tengo 72 años”, nos dijo Sobe Pie durante una reunión en Villa Hermosa, un barrio de calles de tierra, sin agua corriente ni sistema de alcantarillado y con poca electricidad. “De joven, yo picaba una tonelada de caña al día. Uno trabaja y trabaja, y mira cómo nos quedamos”.
Cuando los cañeros son demasiado mayores para trabajar, los patrones frecuentemente los desalojan de las viviendas de la empresa. También han desalojado a partidarios del sindicato.
“Nos tratan a los haitianos como si fuéramos ladrones”, dijo John Estimal. “Empezamos a trabajar jovencitos. Después de viejo, ya no servimos para ellos”.
“El ladrón es la compañía”, dijo. “Si el gobierno no nos quiere dar pensión, la compañía debe darnos de parte de ellos. ¡Ay Jesucristo! La pensión es nuestra, no de ellos”.
Central Romana le ha prohibido a Jesús Núñez, coordinador nacional de la Unión de Trabajadores Cañeros, y a otros visitantes el acceso a las instalaciones de la empresa. Sin embargo, esto no ha frenado los esfuerzos sindicales.
Cada semana los trabajadores realizan reuniones en casas que no le pertenecen a la Romana.
En el Batey Santa Rita conocimos a Evi Cay, de 70 años. Cuando vivía en la propiedad de la Romana, “Una vez vino Jesús y puso la camioneta al lado de la casa”, dijo. “Ya el jefe sabía. El día después me pregunta, ‘¿Quién durmió en su casa?’”
Desde que Cay se mudó del batey ya no tiene que preocuparse de esto. Núñez dice que aunque los retos para obtener pensiones y atención médica son mayores para los trabajadores de ascendencia haitiana, también es un problema para los ciudadanos dominicanos. El sindicato ha realizado cientos de manifestaciones desde su fundación en 2009.
“Tenemos que tener un pie en el batey y un pie en la capital,”, le dice Núñez a los trabajadores.