A finales de diciembre se propagaron por todo Irán protestas diarias de trabajadores y jóvenes generadas por años de dificultades económicas, las guerras de Teherán en Siria e Iraq, y la reciente alza de precios. Algunos participantes han coreado consignas en oposición al Ayatollah Ali Khamenei y otros han llamado al desmantelamiento del régimen burgués dominado por los clérigos. Reportajes de prensa informaron el 3 de enero que más de 20 personas han muerto en enfrentamientos con las autoridades.
En reconocimiento de la cruda realidad que enfrenta el pueblo trabajador que suscitó las protestas, el gobierno contuvo inicialmente los ataques brutales contra los manifestantes por la policía y las fuerzas de la guardia revolucionaria. El índice de desempleo es de 40 por ciento entre los jóvenes.
Las manifestaciones empezaron en Mashhad el 28 de diciembre. El gobierno había propuesto un presupuesto que incluía un aumento de 50 por ciento en el costo del combustible y la eliminación de millones de dólares en subsidios a las necesidades básicas de 30 millones de personas, más de un tercio de la población. Al mismo tiempo propuso un aumento del 20 por ciento en gastos militares, con lo cual el presupuesto de defensa llega a los 11 millones de dólares. El London Times reportó que las protestas se extendieron a 40 ciudades y pueblos en los dos días siguientes, incluyendo Teherán, la capital.
El impacto de la crisis capitalista mundial, intensificado por las sanciones impuestas por Washington y sus aliados por muchos años, ha afectado fuertemente a los trabajadores y agricultores. El presidente iraní Hassan Rouhani negoció un trato con Washington en el que acordó reducir el desarrollo del programa nuclear de Teherán a cambio del levantamiento de algunas sanciones, alimentando la esperanza entre los trabajadores de un posible alivio en la crisis económica.
Rouhani fue reelecto en mayo basado en estas esperanzas, la promesa de expandir la economía iraní, y la garantía de no regresar a los desenfrenados niveles de inflación. A pesar de nuevo acuerdos comerciales —incluyendo con Boeing y Airbus— el nivel de vida de los trabajadores ha seguido bajando.
Estas condiciones han alimentado el descontento contra ambas alas del clérigo, los dirigidos por Ayatollah Khamenei y por Rouhani. Los clérigos consolidaron el dominio capitalista mediante una contrarrevolución después del levantamiento popular de 1979 que derribó al shah, un aliado cercano de Washington.
La protestas se extendieron el 29 de diciembre hasta Kermansha, una ciudad mayormente kurda al oeste de Irán.
El presidente Rouhani dijo el 31 de diciembre que los iraníes tienen “derecho a protestar”. De todas maneras los manifestantes tuvieron que enfrentar gases lacrimógenos, cañones de agua y arrestos.
Se ha reportado que en Teherán y otras ciudades algunos manifestantes han exigido la dimisión del Líder Supremo Khamenei.
Durante las guerras en Siria e Iraq, las fuerzas de la Guardia Revolucionaria y de las milicias respaldadas por Teherán jugaron un papel clave en repeler los intentos del pueblo sirio para derrocar la dictadura de Bashar al-Assad, un aliado de Teherán, y ayudaron a extender la influencia de Teherán en la región.
Pero la creciente influencia regional de Teherán —destinada a impulsar los intereses de los líderes contrarrevolucionarios del país y de su clase capitalista— sucede en un momento en que las condiciones de millones de trabajadores en el país se han deteriorado. El rechazo de las intervenciones extranjeras de Teherán caracterizó a varias de las protestas. Algunos manifestantes coreaban, “Olvídense de Siria, piensen en nosotros” y “Olvídense de Palestina”.
Teherán afirma falsamente que apoya los derechos nacionales de los palestinos e intenta echarle la culpa por todos los males de Irán a las conspiraciones de Tel Aviv. En realidad, Teherán provee fondos a Hamas, el grupo islamita antiobrero que gobierna la franja de Gaza.
El número de muertes entre las fuerzas apoyadas por Irán que operan en Siria e Iraq aumentaron considerablemente después de 2015 e incluye a por lo menos 500 iraníes.
El 2 de enero Khamenei acusó a Washington, Tel Aviv y a sus aliados de fomentar las protestas. El día siguiente hubo marchas a favor de Khamenei en Teherán y otras ciudades, donde los participantes coreaban, “No dejaremos solo a nuestro líder”, informó Reuters.
El Comandante General de la Guardia Revolucionaria Mohammad Ali Jafari anunció el despliegue de la guardia en las provincias de Isfahan, Lorestan y Hamadan —donde han ocurrido las protestas más grandes— para confrontar a “la nueva sedición”.
Al mismo tiempo, el gobierno de Rouhani tomó medidas para tratar de apaciguar a los manifestantes en su reclamo por concesiones económicas dando marcha atrás a los aumentos del precio del combustible.