LA HABANA — “Hoy estamos celebrando 40 años de labor continua” de defender la Revolución Cubana en Estados Unidos, dijo Andrés Gómez, coordinador nacional de la Brigada Antonio Maceo. Él hablaba en una celebración del trabajo de la Brigada, realizada aquí el 19 de diciembre en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), a la que asistieron 150 personas.
El evento se enmarcó en un programa de tres días de actividades para una delegación de casi 50 miembros de la Brigada Antonio Maceo y la Alianza Martiana. La mayoría eran cubanos residentes en Estados Unidos. Dos llegaron de Francia.
La Brigada, fundada en 1977, es una organización de cubanos con sede en Miami que se opone a la política hostil de Washington contra la Revolución Cubana. Hoy forma parte de la Alianza Martiana (nombrada en honor al héroe nacional cubano José Martí), una coalición de grupos cubanos formada en Miami en el 2000.
En el evento del ICAP, Gómez señaló que a través de los años la Brigada y la Alianza han organizado muchas actividades públicas —incluso numerosas caravanas de autos por los barrios cubanos de Miami— como parte de la lucha para poner fin a todas las sanciones de Washington contra Cuba. La lucha para eliminar las restricciones a los viajes de cubano-americanos para visitar a sus familias ha sido una parte importante de esa campaña.
Los grupos ocuparon un papel activo en la campaña internacional que logró en 2014 la libertad de cinco revolucionarios cubanos encarcelados bajo cargos amañados por Washington, conocidos aquí como los Cinco Héroes. Y han defendido tenazmente el derecho de los que se oponen a la política del gobierno norteamericano hacia Cuba a reunirse y hablar en público, desafiando ataques físicos y amenazas de las fuerzas contrarrevolucionarias cubanas.
El homenaje a la Brigada Antonio Maceo del 19 de diciembre contó con la presencia de varios dirigentes cubanos y otros que han trabajado con la organización a lo largo de los años. Entre ellos estaban cuatro de los Cinco Héroes— Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González y René González— junto con muchos de sus familiares.
Fernando González, hoy presidente del ICAP, señaló que a pesar de los ataques de derechistas, los miembros de la Brigada “no han cejado nunca en su apoyo a la revolución”. Dijo que los esfuerzos del grupo para fortalecer los lazos entre los cubanos en el exterior y en la isla han contribuido a reforzar el enfoque del gobierno cubano “de que la emigración siempre ha sido parte esencial de la patria”.
Los delegados participaron en diversas actividades. Realizaron una conferencia de prensa, una visita a una escuela primaria y un intercambio con estudiantes en la Universidad de La Habana, así como conferencias sobre los desafíos económicos que enfrenta hoy el pueblo cubano, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la respuesta de la dirección cubana al ciclón Irma y los avances de la revolución en el desarrollo de medicamentos.
Participaron en una ceremonia ante el monumento a Antonio Maceo, un dirigente central de las guerras de independencia de Cuba en el siglo XIX quien era afrocubano. Visitaron el histórico cementerio Colón para honrar la memoria de los miembros de la Brigada, algunos de los cuales fueron asesinados por grupos cubanos contrarrevolucionarios, y otros cubanos defensores de la revolución residentes en Estados Unidos que están enterrados allí.
Entre los dirigentes cubanos que asistieron a estos eventos estaban José Ramón Balaguer, director del departamento de relaciones internacionales del Partido Comunista de Cuba; Josefina Vidal, directora de asuntos sobre Estados Unidos del ministerio del exterior de Cuba; y Ricardo Alarcón, antiguo presidente de la Asamblea Nacional de Cuba y anteriormente embajador de Cuba ante Naciones Unidas.
Visita histórica a Cuba en 1977
En la rueda de prensa del 18 de diciembre que dio inicio a los tres días de actividades, Andrés Gómez describió cómo nació la Brigada Antonio Maceo. “En diciembre de 1977, un grupo de 55 jóvenes cubanos residentes en Estados Unidos visitaron su patria por primera vez”, dijo. “Estaban buscando la verdad que se les había ocultado”.
La mayoría había nacido en Cuba y habían sido llevados de niños a Estados Unidos en los primeros años tras la victoria de la Revolución Cubana en enero de 1959. Gómez tenía 13 años cuando llegó a Miami con su familia en noviembre de 1960.
Crecieron en los años 60 y principios de los 70 rodeados por la propaganda contra la Revolución Cubana promovida por el gobierno de Estados Unidos y grupos contrarrevolucionarios cubanos en Miami. Pero se radicalizaron por las crecientes luchas por la liberación del pueblo negro, por la independencia de Puerto Rico y de oposición a la guerra de Washington contra el pueblo vietnamita. Comenzaron a cuestionar más y más la veracidad de las acusaciones que se hacían contra la revolución y querían ver con sus propios ojos.
“Nuestros enemigos siempre trataron de presentar a toda la emigración cubana como una fuerza opuesta a la revolución”, dijo Alarcón en el evento frente al monumento a Maceo. “Pero era una gran mentira”.
La iniciativa de la dirección revolucionaria de invitar a un grupo de jóvenes cubanos de Estados Unidos a La Habana —la primera visita de esa índole desde 1959— también comenzó a romper las ideas preconcebidas en la isla sobre los cubano-americanos.
La recién formada Brigada organizó un segundo viaje en 1978. El presidente cubano Fidel Castro inició un proceso más amplio ese año conocido como “el diálogo”: encuentros con cubanos residentes en Estados Unidos que anhelaban visitar a sus seres queridos en la isla y se oponían a las sanciones de Washington.
“Nació así la Brigada Antonio Maceo”, dijo Gómez en la rueda de prensa. “Llegó a ser una organización clave en la defensa de la independencia y las libertades del pueblo cubano y su proceso revolucionario. Hoy, a 40 años de ese hecho, regresamos a Cuba, curtidos por los años, pero con las mismas energías para defender a Cuba”.
Trabajo contra política de EEUU
Gómez subrayó que con el tiempo la composición de la emigración cubana cambió y un número creciente se opuso a la guerra económica de Washington contra la revolución. Esto llevó a la fundación de la Asociación de Trabajadores de la Comunidad Cubana (ATC), que a principios de los 90 tenía cientos de miembros, en su gran mayoría trabajadores. La ATC facilitó visitas familiares a Cuba y organizó actividades en Miami, desafiando los intentos de intimidación por parte de una pequeña minoría de adinerados empresarios derechistas que tenían cada vez menos control político sobre la comunidad cubano-americana.
Gómez dijo que la Brigada Antonio Maceo y la Alianza Martiana siguen luchando para eliminar las restricciones norteamericanas de viajes a Cuba. Señaló que la actual administración, aunque mantiene los lazos diplomáticos con Cuba, restaurados en 2015, recientemente retiró la mayoría del personal de su embajada en La Habana, por lo que ahora les resulta prácticamente imposible a los cubanos obtener visas para visitar a sus parientes en Estados Unidos.
Max Lesnik, un dirigente central de la Alianza Martiana y director de la emisora digital Radio Miami, describió las luchas en las que ha participado el grupo en sus 17 años de actividad. Una de las primeras fue la lucha en 1999-2000 para exigir que Washington devolviera a Elián González a su padre en Cuba. El niño, rescatado en mar abierto cuando su madre se ahogó intentando cruzar el Estrecho de Florida en un bote pequeño, fue entregado a familiares lejanos en Miami. Durante meses, Washington se negó a devolver al niño y los derechistas cubano-americanos se movilizaron para tratar de evitarlo.
Elián González finalmente volvió con su padre y su familia gracias a las insistentes demandas del gobierno revolucionario cubano y manifestaciones de masas en toda la isla.
Visita a la escuela Carlos Muñiz
La delegación fue invitada a la es-cuela Carlos Muñiz Varela en el pueblo rural de Ariguanabo, al oeste de La Habana. Lleva el nombre de un fundador de la Brigada Antonio Maceo que en 1979 fue asesinado en Puerto Rico a los 25 años por contrarrevolucionarios cubanos.
Los invitados recibieron una alegre acogida de los estudiantes de primaria y secundaria de la escuela, que estaba decorada con banderas de Puerto Rico y Cuba. Los jóvenes ofrecieron presentaciones de poemas y canciones sobre lo que han aprendido de la vida de Muñiz Varela, quien nació en Cuba, creció en Puerto Rico y llegó a ser defensor de la Revolución Cubana y partidario de la independencia de Puerto Rico.
Gómez les recalcó a los estudiantes y maestros que las autoridades estadounidenses nunca han llevado a juicio a nadie por el asesinato de Muñiz, a pesar de las pruebas que apuntan a los culpables. La Brigada Antonio Maceo ha exigido consecuentemente el arresto de los responsables de ese crimen, y también de otros ataques asesinos de grupos derechistas cubanos. Muchos miembros de la delegación vivieron estos ataques violentos. Por ejemplo, durante los años 70 y 80 Lesnik fue director de una revista, Réplica, cuyas oficinas en Miami fueron objeto de 11 atentados dinamiteros.
Una de las actividades más notables del programa fue la visita al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), el mayor centro de investigación farmacéutica en Cuba. El investigador Manuel Raíces explicó algunos de los logros del CIGB, incluido el desarrollo de vacunas para la hepatitis B y el cáncer de próstata y un tratamiento para el cáncer de la piel. Otro producto, Heberprot-P, sana las úlceras del pie diabético, reduciendo drásticamente el número de pacientes diabéticos que tienen que someterse a amputaciones.
En contraste con los monopolios farmacéuticos en los países capitalistas, “para nosotros lo más importante no es hacer dinero sino hacer medicina”, dijo Raíces. En Estados Unidos “hay una competencia feroz entre los centros de investigación. En Cuba compartimos los resultados de nuestro trabajo y cooperamos”.
Raíces señaló que debido a las sanciones comerciales de Washington, ninguna de las medicinas producidas en Cuba puede exportarse a Estados Unidos, donde hay 30 millones de diabéticos y 108 mil al año sufren amputaciones por complicaciones de la diabetes.
“Mi papá era trabajador de edificios en Miami, y le dio cáncer de la piel”, dijo Edilia Gálvez, miembro de la Alianza Martiana, en una conversación después de la visita al CIGB. “Pero durante tres años no pudo operarse porque era muy caro. Cuando al final pudo obtener seguro médico, los doctores tuvieron que quitarle la mitad de la nariz.
“Eso no hubiera pasado en Cuba”, dijo Gálvez.