El viejo conflicto entre los gobernantes de Israel e Irán se ha agudizado por los logros de los gobernantes de Teherán en las guerras en Siria, Iraq y Yemen, y por el fortalecimiento de Hezbollah, su aliado en Líbano. Esto es lo que está detrás de los recientes enfrentamientos en Siria entre las fuerzas de Tel Aviv y las de Hezbollah junto con las del dictador sirio Bashar al-Assad.
Estos conflictos son otro frente en las muchas caras de la guerra en Siria, mientras los gobernantes capitalistas de Estados Unidos, Rusia, Turquía y toda la región, intentan impulsar sus intereses nacionales.
Cuando el ejército de Assad estaba a punto de colapsar, los gobernantes iraníes llenaron el vacío en el combate contra las fuerzas rebeldes —con el apoyo aéreo y naval de Moscú— y salvaron el régimen dictatorial de Assad con un precio devastador para el pueblo trabajador.
El 10 de febrero un helicóptero israelí derribó un avión teledirigido que cruzó la frontera de Israel. Tel Aviv dice que el drone fue ensamblado por Teherán y lanzado desde una base en el interior de Siria. El gobierno israelí respondió con ocho aviones F-16. Uno fue derribado por fuego antiaéreo sirio, el primer caza israelí perdido en combate en 36 años.
El régimen contrarrevolucionario iraní encabezado por clérigos ha expandido su influencia en Siria. Ha establecido una ruta que Teherán puede emplear para enviar material a sus fuerzas en Siria y a su aliado de Hezbollah en Líbano.
Teherán también ha firmado acuerdos de minería con el gobierno de Assad y para establecer bases aéreas y marítimas en Siria. Los gobernantes iraníes han confrontado el descontento en su clase trabajadora provocado por las muertes de jóvenes que regresan muertos en bolsas de cadaveres desde Siria, Iraq y otros lugares.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, comunicó al presidente ruso Vladimir Putin en enero que Tel Aviv “actuará en consecuencia” para hacer retroceder a Teherán y evitar que ayuden a Hezbollah en la fabricación de armamentos avanzados en Siria o en el vecino Líbano.
A comienzos de la década de 1980, a la misma vez que el régimen contrarrevolucionario iraní consolidaba su dominio, dio inicio a sus esfuerzos para ganar aliados en la región. Una de sus primeras medidas fue crear a Hezbollah en Líbano y ayudarlo a atacar a las tropas israelíes que habían invadido ese país.
Con el respaldo de Washington, los gobernantes israelíes libraron una guerra asesina contra Líbano en 2006, con el objetivo de diezmar a Hezbollah. El ataque sucedió poco después que Assad pusiera fin a la ocupación de Líbano por los gobernantes sirios que duró 29 años. En su apogeo, Damasco tenía 30 mil efectivos estacionados allí. Combatieron contra las tropas israelíes y contra varias facciones políticas libanesas.
El gobierno israelí ha dejado claro que tomará las medidas que considere necesarias para mantener a Hezbollah y las tropas de la Guardia Revolucionaria lejos de su frontera. El mes pasado funcionarios israelíes anunciaron planes para construir una nueva clase de misiles de mediano alcance que puedan alcanzar a Hezbollah. Tel Aviv también está construyendo un muro a lo largo de la frontera de Israel con Líbano.
“Este no es el momento de ladrar, este es el momento de morder”, dijo el ministro de defensa israelí, Avigdor Lieberman, al Jerusalem Post el 13 de febrero.
Junto a Tel Aviv, los gobernantes capitalistas en Washington también están decididos a contrarrestar la creciente influencia de Teherán en Siria. El 7 de febrero fuerzas estadounidenses bombardearon fuerzas del gobierno sirio y de una milicia afgana respaldada por Teherán, que intentaban retomar los yacimientos petrolíferos que se encuentran bajo el control de las Fuerzas Democráticas Sirias respaldados por Washington, en la provincia de Deir el-Zour. Washington, con 2 mil efectivos y capacidad aérea, y las FDS, lideradas por kurdos, controlan más de un cuarto de Siria, incluyendo la mayoría de sus campos petrolíferos, que fueron tomados cuando derrotaron al Estado Islámico. Los ataques aéreos detuvieron la ofensiva, matando a 100 de los combatientes pro Assad.
Las fuerzas de Assad, respaldadas por el poderío aéreo de Moscú, están llevando a cabo bombardeos brutales en áreas controladas por la oposición en el suburbio oriental de Ghouta, en Damasco, y en la provincia noroccidental de Idlib. Junto a sus aliados apoyados por Teherán han asediado Ghouta durante cinco años. Con los alimentos y las medicinas casi agotados, muchas de las 400 mil personas que viven allí enfrentan hambre.