‘¿Por qué hay tanto interés en este libro a nivel mundial? La respuesta es la revolución misma’

5 de marzo de 2018

A continuación publicamos las palabras de Mary-Alice Waters, Gustavo Chui y Harry Villegas (Pombo) en la presentación de Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana, en la Feria del Libro de La Habana el 6 de febrero. A ellos se les unieron en la tribuna, Armando Choy, Iraida Aguirrechu y Martín Koppel. Los seis están identificados en el artículo en la página 14.

La charla de Waters está protegida por derechos de autor © 2018 por Pathfinder Press. Reimpreso con permiso.

‘Un libro para trabajadores que buscan una alternativa al capitalismo’

POR MARY-ALICE WATERS

Gracias, Martín, por las palabras introductorias.

Les doy una cálida bienvenida a todos ustedes por acompañarnos hoy, incluyendo a la compañera Caridad Diego, presidenta de la Asociación de Amistad Cuba-China; la delegación amplia de la dirección del Casino Chung Wah y otras asociaciones de la comunidad cubano-china en La Habana; y los miembros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, incluidos los que combatieron junto a Choy, Chui y Sío Wong en el Ejército Rebelde y cumpliendo otras misiones y responsabilidades a lo largo de los años.

Nos alegra ver tantos rostros nuevos y también estar entre tantos amigos y amigas que hemos conocido y con los cuales hemos trabajado durante más de una década, entre ellos Pombo e Iraida.

Por supuesto, quiero agradecer especialmente a los generales Chui y Choy.

Fue hace 16 años que Iraida, Martín y yo nos sentamos con Choy, Chui y el general Sío Wong —a quien extrañamos tanto— en la oficina del general Harry Villegas, entonces secretario ejecutivo de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Esa resultó ser la primera de muchas entrevistas que, cuatro años más tarde, se convirtieron en este libro.

A todos ustedes les quiero decir que ha sido un honor —y un placer— trabajar juntos, llegar a conocerlos, a lo largo de estos años.

Y hemos disfrutado mucho, ¿no?

Viajamos juntos de una punta de Cuba a la otra para hablar sobre la trayectoria revolucionaria del pueblo cubano, una trayectoria que cobra vida en este libro. Fueron encuentros en los cuales participaron cientos de personas: unas 250 personas solo en Santiago de Cuba, y otras en Matanzas, Santo Domingo, Fomento, Santa Clara, Guanajay, Ciego de Ávila, Holguín, Bayamo, Quemado de Güines y Corralillo.

A través de los años, hemos tenido eventos en una decena de lugares en La Habana. En la Feria Internacional del Libro de La Habana en 2006. En la Casa de Artes y Tradiciones Chinas. Muchos eventos en diferentes municipalidades con la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. En universidades y escuelas secundarias. Y en 2009 en Tarará, donde más de mil jóvenes chinos estudiaban en esos momentos.

Martín y yo aprendimos mucho de todos ustedes a través de esas actividades.

Pero hoy quiero enfocar mis palabras en el impacto que el contenido del libro —que realmente es una introducción a la Revolución Cubana— ha tenido fuera de Cuba. No solo en Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y otros países donde predomina el idioma inglés, como Australia y Nueva Zelanda, sino literalmente por todo el mundo.

Podemos decir con seguridad que ningún otro libro publicado por Pathfinder en años recientes ha tenido una difusión internacional tan amplia.

Impacto a nivel mundial

Además de las ediciones en inglés y español publicadas en Estados Unidos por Pathfinder en 2005, se publicaron una edición china en 2008, una edición cubana de la Editora Política en 2010, y en 2006 una edición en idioma persa de la editorial Talaye Porsoo en Irán. Este año se publicará una edición de Pathfinder en francés.

En total, ya se vendieron más de 15 mil ejemplares, ¡sin contar los libros vendidos en China! Sabemos que se agotó la primera tirada de la edición china, con unos cuantos miles de ejemplares, y se hizo una segunda tirada, pero nunca nos enteramos de la cantidad total.

Se han hecho más de 100 presentaciones en ciudades y universidades por todo el mundo, con una participación de más de 5 mil personas. En realidad, ¡dejamos de contar después de llegar a 100 eventos!

Estos paneles, ferias del libro, conferencias académicas y otras actividades especiales se han hecho en cerca de 25 países: Venezuela, Panamá, China (con presentaciones en Beijing, Guangzhou y Hong Kong), Singapur, Malasia, Japón; festivales juveniles en Sudáfrica, Ecuador y Rusia; eventos de solidaridad con Cuba y ferias del libro en Egipto, Vietnam, Indonesia, Sri Lanka, Bangladesh, Namibia, Guinea Ecuatorial, Filipinas, Puerto Rico, República Dominicana, Haití.

¡Y estoy segura que se me olvidaron algunos!

Uno de los eventos más grandes, con un público de 300 personas, se dio en Vancouver, Canadá, ciudad donde más de un cuarto de la población es china. Hubo varios eventos en Toronto, que tiene una población china de más de un millón. Y en 2010 Choy nos acompañó en una gira muy exitosa en la ciudad de habla francesa de Montreal.

En Estados Unidos, donde Washington impidió que los autores nos acompañaran, hubo eventos en más de 27 ciudades y un número igual de universidades, de una punta del país a la otra.

Irán, Afganistán, Kurdistán

Quiero hacer mención especial de la traducción del libro al idioma persa, o farsi, según se llama en Irán. Hoy se vende no solo en librerías y ferias literarias en más de 30 ciudades de Irán, sino en otras partes del Medio Oriente, desde Iraq hasta Afganistán, donde el farsi —llamado dari en ese país— es el idioma que más se habla. ¡En el centro de Kabul hay una librería donde uno puede comprar este libro!

Para darles una idea de la importancia de hacer llegar libros como este a Afganistán, en años recientes una casa editora en ese país vendió más de mil ejemplares de otro título de Pathfinder traducido al farsi, ¡Qué lejos hemos llegado los esclavos! Contiene los discursos que Nelson Mandela y Fidel Castro dieron en Matanzas, Cuba, el 26 de julio de 1991, cuando Mandela había venido a agradecerle al pueblo cubano su aporte sin precedentes a la liberación del sur de África del yugo del apartheid.

A ustedes no les sorprenderá el hecho de que hace apenas tres días apareció un artículo en el New York Times —una de las principales voces de la clase dominante imperialista norteamericana— ¡que expresó su asombro de que a tantos afganos les encantaba la lectura! Es la misma ignorancia desdeñosa que las familias gobernantes de Estados Unidos tienen del pueblo trabajador en Cuba… y en Estados Unidos.

Nuestra historia aún se está escribiendo también se difundió el año pasado en la feria internacional del libro en la ciudad de Erbil, en la región kurda del norte de Iraq, a unos kilómetros de lo que era entonces el frente de batalla en Mosul. Y hoy está en los estantes de la librería más grade de Sulaymaniyah, una ciudad en la parte oriental de Kurdistán.

No necesito explicarle a este público la importancia de dar a conocer en esos países —donde las potencias imperialistas y regímenes capitalistas rivales en la región han desatado tanta devastación y miseria para el pueblo trabajador— la verdadera historia y el ejemplo de los hombres y mujeres que hicieron la revolución socialista en Cuba y que la han defendido durante 60 años.

¿Cómo se explica?

¿Por qué tanto interés?

¿Cómo podemos explicar este amplio interés en un libro sobre la vida de tres generales cubano-chinos?

La explicación, ante todo, es la propia Revolución Cubana.

Pero para comprender esto hay que agregar algo que muchas veces no se ve claramente. Ha comenzado un amplio despertar político entre las masas del pueblo trabajador en todas partes cuyas vidas han sido destrozadas por la devastación económica y social, por las consecuencias acumulativas de la creciente crisis mundial del capitalismo. Y esto incluye a Estados Unidos.

Los trabajadores están buscando respuestas y alternativas a un orden mundial que aún no entienden completamente. Un mundo de guerra incesantes y la creciente explotación. De racismo y otras formas de discriminación y opresión que los propietarios capitalistas usan para dividirnos y debilitarnos. De destrucción generalizada e incontenible de la tierra y del trabajo —las fuentes de toda la riqueza— por el dominio del mercado y las operaciones ciegas de la ley del valor.

Eso es lo que crea el interés en un libro como Nuestra historia aún se está escribiendo. Y es por eso que lo necesitan aquellos que están en las primeras filas de la lucha de clases, donde sea que se encuentren.

El ejemplo de la Revolución Cubana no solo es un ejemplo moral, por más importante que eso sea. Es nuestro único ejemplo vivo de la moral revolucionaria de la clase trabajadora en el camino hacia su emancipación, de la importancia política de esos valores y perspectiva proletarios.

La revolución socialista cubana es una lección práctica para nuestra clase de cómo luchar. Y sobre todo, muestra el único camino por el cual podemos vencer frente al inmenso poder y brutalidad de nuestro enemigo de clase.

Prólogo del traductor chino

Quiero terminar con unas palabras sobre el excelente prólogo que aparece por primera vez, en español y en inglés, en esta nueva edición. Fue escrito en 2008 como epílogo a la edición china por su traductor, Wang Lusha. Y capta de manera impactante el tema que estamos abordando hoy.

Primero, una palabra sobre la traducción y cómo se hizo. Nunca hemos tenido el placer de conocer en persona al traductor. Él trabaja para la industria china de cine y televisión, en la cual fue guionista para una serie de televisión de 28 episodios sobre los chinos en Cuba.

Cuando salió la primera edición del libro a principios del 2006, un equipo chino de televisión se encontraba en Cuba, preparando esa serie de episodios. Sío Wong le preguntó al director si podía ayudar a que el libro fuera traducido y publicado en China. El director dijo “sí”, con mucho gusto, y dos años después salió la edición en chino.

En el prólogo, Wang Lusha explica que se topó con el nombre de un cubano-chino mientras navegaba por la Internet. En esa época estaba estudiando en el exterior, primero en Holanda, después en Nueva Zelanda. En ambos países, por primera vez había experimentado en carne propia la discriminación y los prejuicios antichinos que antes no había conocido, y él da numerosos ejemplos de esto. Él escribe que eso le hizo dudar de sus propias capacidades, de su valor como ser humano.

Sin embargo, dice, “un hombre cambió mi manera de pensar”. Y “ese hombre fue el general Moisés Sío Wong”.

Cuando Wang Lusha leyó en la Internet que en Cuba un descendiente de chinos era general de las fuerzas armadas, ayudante de Raúl Castro y diputado en la Asamblea Nacional, pensó que debía ser lo que hoy se llama “noticias falsas”. Sus experiencias en el exterior le habían enseñado que ¡simplemente no era posible que una persona china fuera tan respetada y ocupara responsabilidades tan altas!

Pero después, “por casualidad”, dice, un amigo en Christchurch, Nueva Zelanda, donde estudiaba, le dio un ejemplar de Nuestra historia aún se está escribiendo.

Por supuesto, no fue completamente “por casualidad”. Los comunistas en Nueva Zelanda, partidarios de Pathfinder, tenían un centro de libros en esa ciudad y estaban vendiendo el nuevo libro en centros de trabajo, universidades y eventos políticos lo más ampliamente posible. El autor del prólogo escribe:

Al leer las páginas de este libro, fui quedando más y más asombrado. Me enteré que, además del general Sío Wong, hay muchos otros chinos que hicieron notables aportes en Cuba…Entre ellos estaban José Wong, José Bu, José Tolón, Armando Choy, Gustavo Chui y muchos más…

Entonces, me pregunté, ¿qué sucedió en Cuba para que los chinos alcanzaran la posición que actualmente ocupan, que en los demás países se les niega?

Y Wang Lusha contesta su propia pregunta citando la respuesta que Sío Wong ofrece en estas páginas.

La diferencia en la experiencia de los chinos en Cuba y en otros países de la diáspora, dice Sío Wong, es que:

Aquí se llevó a cabo una revolución socialista. La revolución eliminó la discriminación por el color de la piel. Eso es porque, ante todo, pusimos fin a las relaciones de propiedad que crean la desigualdad no solo económica sino social entre el rico y el pobre.

Es lo que hizo posible que el hijo de un chino pudiera ser representante del gobierno o cualquier otra cosa.

Historia singular de Cuba

Por todo el mundo, los que han llegado a conocer la verdad a través de las palabras de Chui, Choy y Sío Wong se asombran a conocer esa realidad. Cuba es el único país del mundo donde se asentaron grandes números de chinos y sin embargo hoy no sufren discriminación. No existe ni un “techo de cristal” ni un gueto. Para los cubanos de ascendencia china, no hay oficio o nivel de responsabilidad del cual estén excluidos o al cual estén relegados.

Como saben todos ustedes, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Esteban Lazo, es un cubano de ascendencia chino-africana.

Al igual que Wang Lusha, cuando se enteran de la verdad, muchas personas empiezan a preguntar “¿Por qué es así?” Como explican Choy, Chui y Sío Wong, la razón por la cual Cuba es diferente es que aquí se dio una inmensa lucha popular que transformó a millones de hombres y mujeres como muchos de los que están aquí presentes, tanto jóvenes como viejos, a medida que lucharon, y siguen luchando, para crear las bases de un nuevo orden económico, social y moral.

Y por eso el ejemplo que ustedes dan, y los libros que transmiten esa verdad, son tan necesarios en el mundo de hoy.

Como dice Choy en las palabras finales de este libro: “Sí, un mundo mejor es posible. Pero solo con una revolución socialista”.

‘Aprendimos a ser revolucionarios dentro del Ejército Rebelde’

POR GUSTAVO CHUI

Este libro que presentamos hoy, en su segunda edición, es más que la historia de tres cubano-chinos en la Revolución Cubana. Constituye un homenaje a la contribución de la inmigración china que, desde su llegada a Cuba en el siglo 19, luchó tenazmente por asentarse en nuestro país, ser parte de su pueblo, identificarse y combatir por los propios ideales como todos los cubanos: desde la guerra de independencia, la república mediatizada, la Sierra Maestra y después del triunfo de la revolución.

Es por eso que decimos que nuestra historia aún se está escribiendo. Desde la contribución de nuestros ancestros en el siglo 19 hasta nuestros días, los cubano-chinos hemos estado imbricados en todas y cada una de las etapas de la historia cubana. Y hoy día continuamos aportando.

Cuando empezaron las entrevistas, no nos habíamos dado cuenta realmente de la grandeza del libro. Pensábamos que era una entrevista y ya. Terminamos la primera entrevista, pero seguían las preguntas y las preguntas, como decía Martín, el moderador. Y vino el próximo año y las preguntas otra vez. Y yo me decía, “Ay, mi madre, nunca terminaremos esto”.

Cuando empezamos este trabajo, pensábamos que el libro sería solo para nosotros, los cubanos. Después nos empezamos a dar cuenta que realmente el libro es para muchas personas en el mundo. Entendimos que daba un mayor conocimiento de nuestra revolución en otros países donde se circuló el libro en los distintos idiomas traducidos.

Los tres de nosotros realmente no nos conocíamos durante la guerra revolucionaria. Por una casualidad de la historia, cada uno era de una región distinta de Cuba. Sío Wong era de la zona occidental, nacido en San Pedro de Mayabón, de una prole grande de 12 muchachos. Cuando él era niño, su padre vino para La Habana. Ahí desarrolló sus acciones revolucionarias.

Mi querido compañero [Armando] Choy es de Fomento. Nació ahí pero de temprana edad fue para Santa Clara, donde su padre puso un comercio.

Y el que les habla es de Santiago de Cuba, creció como los demás chinitos ahí. No éramos pobres pobres, de los que se morían de hambre. Pero sí vivimos la realidad objetiva de la situación del país en aquellos momentos.

¿Qué conocíamos cuando nos incorporamos a la lucha? ¿Éramos marxistas? ¿Éramos revolucionarios? No. Éramos realmente analfabetos culturales, políticos e ideológicos.

Oímos hablar de Fidel cuando el asalto al cuartel Moncada. Estábamos en los días de carnavales en Santiago de Cuba. Y una noche, antes del amanecer, sentimos un tiroteo. Pensamos que eran fuegos artificiales y dijimos: bueno, están los guardias disfrutando de los fuegos artificiales.

Pasó un tiempecito y empezamos a ver yipis cargados de soldados con cascos puestos y pensamos: ¡qué raro! A poco rato dijeron que había un tiroteo en el cuartel Moncada. Dijimos: parece que entre los guardias se fajaron unos con otros. Posteriormente nos enteramos de que había sido asaltado el cuartel Moncada por Fidel. Pero no sabíamos quién era.

Así empezamos a desarrollar nuestros conocimientos revolucionarios. Veíamos la fiereza con que los guardias nos maltrataban y asesinaban a compañeros en esa época. Había un grupo que compañeros que vivían en el barrio nuestro. Y entonces, me integré como revolucionario.

Subimos a la Sierra Maestra. Y empezamos a convertirnos en revolucionarios cuando nos incorporamos a la lucha en la Sierra.

Fue Fidel quien nos enseñó a ser revolucionarios. Junto con Raúl [Castro] y todos nuestros dirigentes, como [Juan] Almeida, Guillermo [García], que era mi jefe superior. Pero al principio no éramos revolucionarios. Estábamos aprendiendo.

Hoy en día, estamos calados profundamente de convicciones políticas y estamos defendiendo la revolución a ultranza contra el imperio norteamericano.

Esa gran cantidad de chinos que llegaron en el siglo 19—fueron unos 140 mil—jugaron un papel determinante en nuestra sociedad. Hay un dicho aquí: “El que no tiene de congo tiene de carabalí” [dos pueblos africanos]. Y yo a veces les digo a los compañeros: “No, y de chino también”.

Porque no se puede hablar de nuestra sociedad si no se habla también de los chinos. Hubo cubanos descendientes de chinos que lucharon en la guerra de independencia. Los chinos están imbricados en nuestra sociedad.

Yo no sabía que este libro había recorrido tantos países. Pero bueno, ¡tanto mejor!

‘Una visión de como ayudar a divulgar la revolución cubana’

POR HARRY VILLEGAS

Quiero agradecerles a los compañeros de la Pathfinder que me hayan invitado a estar en esta tarde con ustedes, entre los combatientes aquí, con Choy y Chui. Y hay algo que no se les puede olvidar a los miembros de la dirección de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana: que en aquellos momentos nuestra organización estaba bajo la dirección de Juan Almeida.1

Libros como este representan precisamente la visión del futuro de Almeida. Él hizo mucho hincapié en publicar parte de la historia de los miembros de la Asociación de Combatientes como una forma de divulgar, en forma amena, la revolución hacia el exterior.

Ahora, cuando escuchábamos los resultados de la divulgación de este libro, nos hemos quedado asombrados. Me ha ocurrido igual que a Chui. Es inmensa la lista de los lugares adonde ha ido este libro, como voz de la Revolución Cubana a través de sus ejecutores directos. El hecho de que ha llegado a tantos jóvenes en el mundo.

¡Cómo esa aspiración de Almeida se ha materializado! Se ha materializado con mucha más amplitud que la que nosotros pensábamos.

Yo, en lo personal, me siento muy satisfecho de haber convivido y trabajado con Chui, Choy y Sío Wong.

Con Chui no fui compañero de la guerra revolucionaria. Fuimos compañeros en general porque fuimos miembros del Ejército Rebelde. Pero no estuvimos en el mismo frente.

Con Sío Wong tuve un poco de más intimidad. Estuvimos en la Sierra. Formamos parte de la Columna 8, la columna invasora bajo la dirección del Che. Y estuvimos en toda la campaña de Las Villas.2

Con Choy, después de haber culminado la invasión, tuvimos el privilegio y la oportunidad de conocerlo durante la batalla de Santa Clara. No me estoy refiriendo a la ciudad de Santa Clara únicamente, sino a toda la campaña de la provincia de Las Villas —con todos sus municipios— y la incorporación de la gente del Movimiento 26 de Julio que estaba ahí a la columna invasora, la Columna 8.

Después, estos tres compañeros participaron en misiones internacionalistas, uno por un lado y otro por el otro.

Yo pienso que es importante esta nueva edición de Nuestra historia aún se está escribiendoporque hay muchos jóvenes cubanos que no dominan estos hechos, de cómo gente humilde, normal del pueblo —como éramos todos nosotros— hizo la revolución. La revolución nuestra la hizo el pueblo cubano.

Antes de la revolución los chinos sufrían discriminación, como también los negros; era más fuerte contra los negros. Y cuando el pueblo se rebela, se rebela con todas sus partes. Estaban los chinos, estaban los negros, estaban los descendientes de españoles. Fueron los cubanos integralmente quienes hicieron la revolución.

Y pienso que este libro, la narración de los tres generales, nos deja muy clara una frase que es muy cotidiana de los cubanos: “No hubo un chino cubano traidor”.3


1. Juan Almeida (1927-2009) participó en el asalto al cuartel Moncada de 1953 y en la expedición del yate Granma en 1956, hitos en la lucha revolucionaria dirigida por Fidel Castro. Fue comandante del Ejército Rebelde y, tras la victoria de 1959, ocupó responsabilidades centrales en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Consejo de Estado y el Partido Comunista.

2. En agosto de 1958 Ernesto Che Guevara dirigió una columna de 140 combatientes en una marcha desde la Sierra Maestra hasta la provincia de Las Villas, 370 kilómetros al oeste. Al mismo tiempo que los combatientes bajo el mando de Fidel Castro derrotaron a las tropas de Batista en Cuba oriental, la columna de Guevara tomó la capital provincial, Santa Clara, el 1 de enero de 1959, ayudando a sellar el fin de la dictadura de Batista.

3. Hay un monumento en La Habana que cita las palabras de Gonzalo de Quesada, uno de los generales de la guerra de independencia: “No hubo un chino cubano desertor. No hubo un chino cubano traidor”. Por eso digo que me siento orgulloso de estar con estos tres, de haber combatido al lado suyo.