El 1 de marzo, Washington anunció que el Pentágono terminaría permanentemente los anuales “juegos” de guerra de gran escala que ha organizado en Corea durante décadas, involucrando a decenas de miles de tropas.
“La decisión de parar de forma permanente los ejercicios de guerra Key Resolve y Foal Eagle debe ser celebrada por los trabajadores en todas partes”, dijo Seth Galinsky, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para Defensor Público de la ciudad de Nueva York, el 6 de marzo. “Llevaron una amenaza de guerra constante a la península coreana y fueron una barrera a la desnuclearización.
“El PST ha hecho campaña para detener estas provocaciones militares desde su inicio. “La decisión de terminarlos crea mejores condiciones para que los trabajadores y agricultores en Corea, Asia y en todo el mundo promuevan sus intereses”, agregó Galinsky. “Ahora es el momento de redoblar nuestros esfuerzos para poner fin a las onerosas sanciones económicas de Estados Unidos contra Corea del Norte”.
La cancelación de los inflamatorios ejercicios sigue la suspensión de los ensayos de armas nucleares y balísticas por parte del gobierno de Corea del Norte.
El gobierno de Estados Unidos también planea reducir o cancelar los ejercicios militares más pequeños que realiza en Corea. El presidente Donald Trump ha admitido que los ejercicios militares eran “provocativos”.
El anuncio se produjo pocos días después de una cumbre de dos días entre el presidente Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un en Hanoi, Vietnam. La reunión terminó el 28 de febrero sin un acuerdo.
Las negociaciones continúan. El secretario de estado Michael Pompeo dijo a la prensa el 4 de marzo que esperaba que Washington enviaría otra delegación a Pyongyang en las próximas semanas.
Las autoridades norcoreanas dijeron que ofrecieron destruir las instalaciones de armas nucleares de Yongbyon a cambio de que se eliminaran algunas de las sanciones, pero que Washington esperaba más.
La suspensión de los ejercicios de guerra se puede usar para fortalecer la lucha contra las sanciones económicas, financieras y comerciales de Estados Unidos contra Corea del Norte. Las sanciones han acelerado el descenso de las exportaciones del país, aumentando la escasez y empeorando las condiciones que enfrentan millones de trabajadores allí.
Los gobernantes norteamericanos han instalado decenas de miles de tropas en Corea del Sur desde la primera división del país después de la Segunda Guerra Mundial. Instalaron allí a la dictadura de Syngman Rhee y ahogaron en sangre una serie de levantamientos de trabajadores y agricultores. Durante la Guerra de Corea de 1950-53, las fuerzas lideradas por Washington utilizaron bombardeo masivo y napalm, matando a más de 4 millones de personas. Ciudades enteras fueron aplanadas. Fue la primera vez que los gobernantes de Estados Unidos perdieron una guerra, y desde entonces se han negado a firmar un tratado para ponerle fin. Todavía quedan alrededor de 28 500 tropas estadounidenses en Corea del Sur.
Sucesivas administraciones norteamericanas, tanto demócratas como republicanas, han mantenido el dominio político y militar de Washington sobre Corea del Sur. Desplegaron armas nucleares en Corea del Sur durante 33 años, desde 1958 hasta 1991, y desplegaron barcos y aviones con capacidad nuclear en la región.
Desde 2006, cuando Pyongyang probó su primera arma nuclear, Washington ha orquestado 11 rondas de sanciones contra Corea del Norte, inclusive a través de Naciones Unidas.
Después de la cumbre de Hanoi, el gobierno de Corea del Sur dijo que aceptaría la petición de Trump de continuar conversaciones con funcionarios de la RPDC. Están de acuerdo con la decisión de Washington de poner fin a los masivos ejercicios de guerra anuales.
Para avanzar en sus conversaciones con la RPDC, el gobierno de Corea del Sur busca iniciar proyectos económicos conjuntos con Corea del Norte con la aprobación de Washington, a pesar de las continuas sanciones del gobierno de Estados Unidos. Seúl ha discutido una red ferroviaria común con el Norte y le gustaría reabrir un parque industrial conjunto en Kaesong, Corea del Norte.
Terminar con las sanciones abriría más oportunidades para que los trabajadores y agricultores luchen para terminar con la división de Corea.
Los opositores liberales del presidente Trump gritaron que la última cumbre fue un desastre. En su edición del 28 de febrero, los editores del New York Times acusaron que “las adulaciones de Trump hacia dictadores como el Sr. Kim continúan erosionando la base moral que durante generaciones ha apoyado la diplomacia norteamericana”.
Un acuerdo que libere a toda la península coreana de armas nucleares sería bienvenido por los trabajadores allí y por todo el mundo.
Los capitalistas de Estados Unidos mantienen un arsenal nuclear masivo de alrededor de 6 450 ojivas. La única vez que se han usado armas nucleares fue cuando Washington bombardeó las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, aniquilando a unas 100 mil personas solo en Hiroshima. Los pasos para erradicar estas armas benefician a todos los trabajadores.
“Debemos exigir que el gobierno de Estados Unidos firme inmediatamente un tratado de paz que ponga fin a la guerra contra el pueblo coreano”, dijo Galinsky, “además de poner fin a las sanciones”.