LA HABANA — Un tornado asoló cinco distritos de la ciudad aquí el 27 de enero, destruyendo cientos de hogares y edificios. Hoy se están entregando apartamentos nuevos a los residentes que perdieron sus hogares, y están en marcha las reparaciones de cientos de otros.
Una semana después de la tormenta, reporteros del Militante que se encontraban en Cuba se sumaron a voluntarios cubanos en el barrio Luyanó en el distrito Diez de Octubre en las labores de reconstrucción. (Vea artículo en Militante del 18 de febrero). Regresamos el 23 de febrero para hablar con los trabajadores que conocimos durante nuestra primera visita sobre cómo iban las cosas.
Recorrimos la cuadra buscando la casa de Bárbara Borrego, una trabajadora de hospital jubilada cuya casa fue destruida por el tornado. Ella nos había mostrado la destrucción durante nuestra primera visita.
Ahora, en lugar de las tres paredes de madera sin techo apenas en pie, una brigada de obreros de la construcción ya le había construido una casa nueva con bloques de concreto y estaba terminando la tubería y el piso. A lo largo de su calle, otras brigadas trabajaban intensamente en otras casas dañadas.
El tornado dañó unas 3 500 casas, junto con hospitales, clínicas, escuelas y otras instalaciones. Las organizaciones de masas cubanas, apoyadas por el gobierno, dirigieron el trabajo de cientos de residentes y otros voluntarios que entraron de inmediato en acción. Despejaron los escombros, preparando el camino para las brigadas especializadas que restauraron la electricidad, líneas telefónicas y el suministro de agua, y luego comenzaron la reconstrucción.
Le preguntamos a Borrego cómo se estaba pagando la construcción. “Nadie me ha dicho nada sobre eso”, dijo. “Simplemente vinieron y comenzaron a trabajar”.
Reconstrucción en curso
“¡Esto es un hervidero!”, dijo Carlos Antonio de Dios Oquendo, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción (SNTC), a Trabajadores, en referencia a los obreros constructores y los residentes participando en el esfuerzo. Las brigadas comienzan muy temprano y trabajan hasta tarde en la noche.
Además del trabajo de las brigadas de construcción, los residentes están haciendo sus propias reparaciones utilizando materiales comprados a precios descontados a través de préstamos de bajo interés o entregados gratuitamente. Para responder a la apremiante necesidad de viviendas —tanto como resultado del tornado como de una escasez crónica en La Habana— se le pidió a las instituciones gubernamentales que entregaran instalaciones que no están siendo utilizadas o poco utilizadas para acondicionarlas como viviendas.
“Tenemos un gran problema de vivienda”, dijo Alexander Ochoa, de 40 años, fisioterapeuta en el Policlínico de Luyanó. La clínica sufrió grandes daños por el tornado y las secciones afectadas están siendo prácticamente totalmente reconstruidas. Ochoa estaba ayudando a cargar en un camión paneles de techado que habían sido removidos del policlínico, e iban a ser reutilizados en un proyecto de vivienda en Arroyo Naranjo, otro distrito de La Habana, uno que no fue golpeado por el tornado.
Muchos de los residentes con los que hablamos sabían del desastre social que enfrentan los trabajadores en Puerto Rico desde que el huracán María devastó la isla hace un año y medio. En contraste con la reacción del gobierno revolucionario de Cuba al tornado, Washington y el gobierno colonial de Puerto Rico dejaron a los trabajadores sin electricidad y agua durante meses y miles no han podido reconstruir sus casas.
Se conmocionaron al escuchar que muchas personas —enfermos, ancianos y discapacitados, así como los desamparados— murieron durante una ola de frío este invierno en Estados Unidos por la negligencia del gobierno. Les explicamos que así es como funciona el sistema capitalista. Si algo no genera ganancias para los gobernantes capitalistas, ellos simplemente te dan la espalda. Esta inmoralidad es extremadamente difícil de concebir para los trabajadores y agricultores criados en la Cuba revolucionaria.