ONU: Cese la guerra económica de EUA a Cuba

Por Seth Galinsky
y Lea Sherman
25 de noviembre de 2019

NACIONES UNIDAS — Por 28 años consecutivos, la Asamblea General de Naciones Unidas votó el 7 de noviembre a favor de exigir que los gobernantes estadounidenses cesen su embargo económico, comercial y financiero contra Cuba. La resolución fue aprobada con 187 votos a favor. Solo los gobiernos de Brasil e Israel votaron junto a Washington en contra. Se abstuvieron los gobiernos de Colombia y Ucrania.

En los últimos meses el gobierno de Estados Unidos ha intensificado su agresión económica, dijo el ministro de relaciones exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, a la asamblea, incrementando los “daños, carencias y sufrimiento a nuestro pueblo”.

Los gobernantes capitalistas estadounidenses no perdonan al pueblo cubano —liderado por Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio— por haber derrocado al dictador Fulgencio Batista en 1959, lo cual puso fin a la dominación imperialista de su país. Y por realizar una revolución socialista que demuestra las capacidades de los trabajadores y agricultores para construir una sociedad basada en la solidaridad humana, no en la codicia capitalista.

Desde entonces todos los presidentes estadounidenses —tanto demócratas como republicanos— han librado una guerra económica contra el pueblo cubano, su gobierno y su revolución.

Rodríguez enumeró muchos de los recientes ataques de Washington contra Cuba, incluyendo el bloqueo de las importaciones de combustible a través de sanciones y amenazas a las compañías marítimas y de seguros; el restablecimiento de límites a las remesas que cubanoamericanos envían a sus familias en la isla; la prohibición al arrendamiento de aviones o la compra de artículos con más del 10 por ciento de sus componentes hechos en Estados Unidos; el incremento en las presiones a los bancos que manejan transacciones cubanas; y la prohibición de cruceros, y los vuelos directos a aeropuertos cubanos, a excepción de La Habana, todas ellas medidas destinadas a sabotear el turismo y los ingresos que aporta a los habitantes de la isla.

‘Derecho’ a castigar a Cuba

Antes de que Rodríguez hablara, la embajadora estadounidense Kelly Craft denunció la resolución y dijo que el embargo era solamente la reafirmación de Washington a su “derecho soberano” a “elegir con que países tenemos relaciones comerciales”.

Craft no dijo nada sobre la objeción presentada por casi todos los oradores durante el debate de dos días: que Washington ordena a los demás gobiernos y corporaciones alrededor del mundo a que también castiguen a Cuba o corren el riesgo de enfrentar represalias de Washington.

La embajadora norteamericana calumnió al gobierno cubano diciendo que “abusa” de su propio pueblo y que viola sus derechos humanos. Ella repitió la mentira de Washington de que los médicos cubanos que se ofrecen como voluntarios para las misiones médicas por todo el mundo, son “sometidos a la esclavitud”.

Dijo que a Cuba se le permite comprar productos agrícolas y medicamentos de Estados Unidos con un valor de 100 millones de dólares, pero que Cuba se niega a hacerlo.

El ministro cubano Rodríguez le contestó citando ejemplos de medicamentos y aparatos médicos que Washington no permite que Cuba obtenga.

Explicó las restricciones que Washington le impone a Cuba que ninguna otra nación enfrenta para comprar los pocos productos exentos por el embargo. Cuba tiene que pagar en efectivo por adelantado; no le permiten comprar a crédito; Cuba tiene prohibido usar sus propios barcos para transportar las mercancías que pueda comprar; y “se persigue a los bancos que manejan nuestras transacciones”.

“¿Quién comercia en el mundo bajo esas condiciones?”, dijo.

Señaló a las intervenciones militares estadounidenses alrededor del mundo, además de la brutalidad policial generalizada, la aplicación racista de la pena de muerte y el trato abusivo de los inmigrantes en Estados Unidos. “El gobierno de Estados Unidos no tiene autoridad moral para criticar a Cuba en materia de derechos humanos”, dijo Rodríguez. Pero no todos los representantes que votaron por la resolución lo hicieron por solidaridad con Cuba. El representante finlandés Jukka Salovaara, hablando en nombre de la Unión Europea, se quejó de que el embargo norteamericano es “muy perjudicial para el floreciente sector privado de Cuba” y los “intereses económicos de la UE”.

Instó a Cuba “a que aplique una agenda amplia de reforma y modernización”, en otras palabras, el restablecimiento del capitalismo, e hizo eco de las calumnias de Washington de que Cuba viola los derechos humanos.

El ejemplo de la solidaridad cubana

Rodríguez no tuvo necesidad de responder a las calumnias sobre las misiones de solidaridad internacional de Cuba, que incluyen el envío de miles de médicos y enfermeras a decenas de países. Un embajador tras otro, independientemente de las opiniones de sus gobiernos sobre la Revolución Cubana, habló sobre sus experiencias con los voluntarios internacionalistas cubanos.

“La mayoría de los miembros de esta organización se han beneficiado de la invaluable asistencia, solidaridad y apoyo de Cuba”, dijo Ingha Rhonda King, representante de San Vicente y las Granadinas. “En las áreas de asistencia médica y asistencia humanitaria, la contribución de Cuba a las áreas marginadas del mundo no tiene paralelo incluyendo su papel en la lucha contra la epidemia de ébola en África”.

Representantes de varios gobiernos africanos señalaron la ayuda de Cuba para ganar su independencia del dominio colonial y en la lucha contra el apartheid sudafricano. En la batalla de Cuito Cuanavale en 1988, las fuerzas combinadas de internacionalistas cubanos, luchadores por la libertad de Namibia y soldados angoleños derrotaron una invasión del ejército supremacista blanco de Sudáfrica.

A principios de la década de 1990, Namibia se independizó de Sudáfrica, Nelson Mandela fue liberado y el odiado régimen del apartheid se derrumbó.

La Revolución Cubana, su resistencia por 60 años a la agresión y guerra económica de los gobernantes estadounidenses, y su solidaridad internacionalista con los trabajadores de todo el mundo representan un ejemplo que los trabajadores y agricultores debemos emular, incluso en Estados Unidos.